VIII.

2K 165 10
                                    

Abrí mis ojos lentamente y me acomodé en el ¿sillón? Me senté sobresaltada en este y miré para todos lados.

- Tranquila, estás en casa, estás a salvo linda.

Hablaron. Mi alma volvió al cuerpo cuando vi que Carol estaba sentada junto a mi tomándose un café.

- Nunca pensé que te encontraría. Dios, me da tanta paz que estés tú aquí.

Hablé y Carol se acercó a mi para abrazarme. Negué con mi cabeza y le abracé aún con más fuerzas. Pese a todo lo que haya pasado, me da paz estar en un lugar estable y con Carol, quién conocí cuando toda la apocalipsis llegó.

- Estarás a salvo en este lugar. Pero antes de darte un tour por Alexandria ve a darte una ducha, Rick te dejó ropa limpia y yo te tengo algo cocinado. Así que apurate, que estás bastante podrida y espantas a todos los que vienen a verte.

Solté una débil risa y me levanté con cuidado del sillón. Me dio las indicaciones de donde estaba el baño y las seguí, subí las escaleras lentamente para después pasar por un corto pasillo y ya llegar al baño. Me di una ducha que digamos fue bastante larga y al termino me vestí con lo que el misterioso Rick me había dejado ordenado en un mueble; Una camisa, jeans y botas. Simple y sencillo. Toda la ropa que tenía antes puesta tuve que ponerla en una canasta que era de "La ropa sucia" pero no sin antes revisar cada uno de los bolsillos.

- ¿Y mi arma?

Me pregunté a mi misma con desesperación. Revisé un par de veces y sin encontrar nada salí del baño ya vestida, bajé las escaleras con rapidez y entré a la cocina en donde estaba Carol esperándome con un plato de macarrones con queso, esos que se hacen rápido, de esos que vienen en una cajita.

- ¿No viste mi arma? ... Y gracias.

Dije sentándome frente a ella y comenzando a devorar mi plato de macarrones.

- Cada persona nueva que llega le confiscan el arma que traiga, sea hasta arma blanca. Pero no te preocupes, luego hablarás con el Sheriff.

Ella rió y yo ladee mi cabeza sin comprender.

- ¿Te refieres a Rick? ¿El mismo Rick Grimes que me salvó de tu esposo y mucho después dejó un auto con combustible?

Hablé con mis ojos como plato. Vaya vaya, mira que la apocalipsis de verdad hace al mundo muchísimo más pequeño.

- Soy fan de él, me salvó la vida.

Dije chistosa y ambas con Carol reímos, pero la voz de alguien nos interrumpió.

- ¿Cuál es el chiste? También quiero saberlo.

Se sentó a un lado de carol y me observó sonriente.

- Soy Ezekiel, un gusto. ¿Tú eres _____(tn), verdad? Carol me habló mucho de ti. Es un honor tenerte aquí.

Limpié mi boca con una servilleta y seguido sonreí amplio.

- Así es, soy yo. Un gusto Ezekiel. Gracias por abrirme las puertas de este lugar, de verdad gracias.

Ezekiel puso una mano en frente y rápidamente la quitó, haciéndome un gesto de que frenara.

- A mi... a nosotros no nos agradezcas, es a Rick a quien tienes que agradecer.

Carol asintió a lo que Ezekiel decía y ella procedió a hablar.

- Al sheriff.

Ahora los tres nos reíamos, a pesar de que Ezekiel mucho no sabía el chiste se reía igual. Conversamos largo rato, Ezekiel y Carol me hacían preguntas de que pasó luego de que quedé sola y también del auto y todo, no dudé en responder obviamente. Pero llegó el momento de que cada uno tenía que hacer alguna actividad, así que con Carol salimos de la casa y comenzamos a caminar por Alexandria. Habían un par de niños en un mini parque que estaba justamente en el centro del lugar, entre ellos estaba el chico del portón con una bebé. Poco más allá habían dos casas que nada más el garaje de ambas estaba abierto; el del lado izquierdo tenía armas, el del lado derecho tenía todo lo que era mercadería. Justo allí había un grupo de 4 mujeres y unos tres hombres llevando la cuenta de la comida, mientras que en el lado contrario habían solo dos mujeres y varios hombres revisando toda la munición y así.

- Hacen cuenta día y noche, vemos cuanto gastamos como comunidad y depende de como vamos salimos a buscar más provisiones. Últimamente todo ha fluido muy bien y casi no salimos tan seguido.

Hablaba Carol guiándome hasta el garaje que portaba todas las armas. El lugar estaba bien cuidado, la gente estaba feliz caminando por las calles y saludaban cada que pasabas por cada esquina. Cuando por fin llegamos, la señora de mediana edad me presentó a cada uno de los chicos que siempre salían a buscar provisiones, entre ellos uno bastante serio me miraba.

- Tú debes ser Rick, ¿no?

Hablé estrechándole la mano al chico que tenía una ballesta en su espalda y una chaqueta sin mangas bien motoquera.

- Soy Daryl.

Ni se inmutó a darme la mano, solo caminó hasta un lado y salió del lugar mordiendo un pequeño palillo entre sus dientes.

- Es así.

Dijo Carol sin dar una explicación más profunda.

- Ven, por aquí está Rick.

Nos adentramos más al lugar y llegamos a una habitación la cuál solamente eran cajas y cajas con munición. E ahí donde se encontraba un chico de espalda ancha, con una camisa marrón gastada y unas botas vaqueras igual de gastadas que la camisa. En sus manos tenía MI revolver y le cargaba con balas.

- Grimes, ____(tn) ya está aquí.

Tiré un mechón de mi cabello hacia atrás y me coloqué de espalda recta con mis manos a los lados, por alguna razón estaba nerviosa.

El chico (aunque un poco mayor) se giró y me observó con su ceño fruncido. Sus ojos eran de un azul muy claro, llamaban muchísimo la atención. Estreché mi mano y este de inmediato la aceptó presionándola suavemente.

- Por fin nos conocemos decentemente.

Dijo él. Su voz era ronca y tenía un tono de voz un tanto sureño, sonrió mostrando su blanca dentadura y yo solté una leve risa.

- ¡Por fin!

Logré decir como una perfecta idiota y con una risa de esas que poco te quedas sin aire.

- Rick, gracias por dejarme entrar y... por sobre todo por cada nota que dejabas. El auto, las botellas de agua, la comida y todo, me sirvió muchísimo. Estoy dispuesta a hacer todo lo que me digas para agradecer todo lo que hiciste por mi.

Hablé como un loro, y es que por una extraña y muy extraña razón me sentía con nervios estando frente a él. Rick aún no soltaba mi mano y aún por parte de ambos hacíamos el mismo gesto de saludo. Cuando este se dio cuenta, quitó su mano de la mía y la guardó en uno de sus bolsillos con lentitud, seguía con una sonrisa y nada más asintió.

- No agradezcas. En momentos como estos es necesario un empujón.

La voz de Rick sonaba firme, con un tanto de pesadez pero bastante firme. Carol observaba la situación hasta que al momento que finalizamos nuestra corta conversación se separó de nosotros, dejándonos a solas.

- Y bueno ____(tn), ahora necesito interrogarte.

Se corrió a un lado y procedió a hacer lo que hacía antes de que llegara. Caminé hasta una banca que estaba a un lado de él y miré con atención lo que hacía sin emitir ningún ruido hasta que él habló.

- ¿Cuantos caminantes has matado? ¿Cuantas personas has matado? y ¿Por qué?

La última horda. | Rick Grimes & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora