XXXV.

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P.O.V ___ (TN).

— ¿Como... donde estabas? ¡Cabrón, perdí tu rastro desde que me fui de casa! Bueno, obviamente luego del hospital y todo eso.

Rick habló emocionado abrazando al pobre chico que, observando con atención, sus ojos brillaban de emoción.

— Aquella chica me encontró en medio de la carretera, junto con mis padres y mi hijita. Maldito Grimes, ¡Te di por muerto! ¡Pero aquí estás!

Terminó el hombre abrazando nuevamente a Rick con fuerza. Rick alzó sus cejas al oír que venía la familia junto a él y no tardó en ir a abrazar a los demás, ¿Que eran? ¿Que lazo tenían? No pensé que Rick reaccionaría de esa manera tan cariñosa... conmigo no lo fue.

Aclaré mi garganta y bajé mi mirada para retirarme de allí, quien me siguió fue Carol que al parecer estaba igual o incluso más sorprendida que yo.

— ¿Viste su reacción? No fue mala, no habrá problemas y ni ellos son malos.

Dijo para interrumpir el silencio.

— Si, lo sé. Pero siento que nos están engañando... ¿Sabes? Pueden ser muy amigos del Sherif, pero no me dan confianza. Su historia fue muy, no lo sé, ¿muy por encima? No dieron suficiente detalle. Y bien sabemos que cualquiera es capaz de cualquier cosa en una situación así.

Carol no dijo más pío, solo siguió el paso a mi lado hasta que llegamos a casa en donde nos fuimos por diferentes lados. Por su lado se fue hacia la cocina donde había un pequeño paquete el cual le hizo reír y ponerse feliz; por mi parte solo subí las escaleras.

— ¡Iré a descansar un momento! Estoy agotada.

Logré gritar mientras subía cada peldaño de las escaleras. No recibí nada de respuesta, solo un silencio profundo. Estaba agotada mentalmente y necesitaba un descanso de esos que te dejan tranquila aunque sea por un par de horas u hasta minutos.

Abrí la puerta de la que era mi habitación y, al apenas estar dentro cerré la misma con suavidad. Lancé gran mayoría de las prendas que tenía encima, quedando más despejada para poder lanzarme como chapuzón hasta la cama la cual me pedía a gritos que me acostara en ella.

— Solo serán cinco minutos... nada más cinco minutos almohada, ¿está bien?

Murmuré cuando me acomodé lo suficiente para poder darme una corta siesta. Mi cuerpo se soltó, estaba bastante tensa por todo lo que había pasado últimamente; Rick, Michonne, los nuevos integrantes, Alexandria. Eran problemas que me quitaban el sueño por la noche y me mantenían tensa.

— ¡Toc Toc! ¡Llegó su pedido a la habitación!

Di un brusco brinco en la cama y me senté de inmediato. Coloqué una de mis manos en mi pecho y solté un suspiro intentando calmarme.

La puerta se abrió con lentitud y suavidad, absolutamente lo contrario de el golpe a la puerta. Tallé mis ojos nada más para "enfocar" y al darme media vuelta me encontré con el señor Grimes entrando con una sonrisa en sus labios, una bandeja sostenía con una de sus manos y la misma tenía una rosa hermosa roja y una taza de té.

— Rick, tu brazo. No deberías hacer fu...

No logré terminar pues el doño nada más me hizo callar y que me acomodara en la cama.

— Hiciste mucho, eres tú quien necesita un descanso ahora. ¿Yo? Descansé suficiente.

Nuevamente sonrió victorioso y yo nada más rodé mis ojos. ¿Para que mentir? Aún seguía enojada con él, y es que por más que lo quiera u ame, su manera de dirigirse a mi la última vez fue bastante fea.

— Lo sé... pediste disculpas, pero no te has ganado el "acepto" de parte mía. A ver sherif, convénceme de la manera que sólo tú sabes hacer.

No lo dije, lo pensé.
Rick por su lado me observó unos segundos y decidido dejó la bandeja en el mesón de noche, con cuidado se subió a la cama y se recostó a mi lado. Cuestión que no pasó ni un minuto y ya estaba arriba de él, ¿como pasó? ¿EL MAGO LO HIZO OTRA VEZ?

— A ver señorita, creo que a usted tendré que castigarla. Ambas manos adelante, la esposaré.

Habló con su voz grave y su ceño fruncido. ¿Ah si? Que empiece el juego entonces, Grimes.

— ¡Sherif! Le juro que no he cometido ningún delito. No me espose, ¡por favor!

Fingí una voz chillona mientras lentamente mi cadera comenzaba a menearse de adelante y atrás. Era casi por inercia. Rick alzó ambas de sus cejas y nuevamente su cara de "Chico malo danger 666" se apoderó de él.

— Has cometido dos delitos y te los diré; el primero fue que has robado mi amigable y delicado corazón, y el segundo es qué tu belleza es tal que no deberías estar exponiéndote así en la calle, ¡exhibicionista!

Alzó ambas de sus cejas expresándose y no evité soltar una suave risa junto con él. Posó ambas de sus manos en mi cintura y ahí mismo acarició haciendo movimientos circulares lentos. Más que mal, aún su brazo estaba adolorido.

— Quiero y necesito que me disculpes. Mi reacción estuvo mal, pero es que él no poder mover el brazo y encima Alexandria en crisis... exploté. ¡No es excusa! Sé que no lo es. Pero ___ (tn) dios, perdóname.

Sus palabras sonaban tan sinceras, con tanta tranquilidad, con tanto arrepentimiento que siquiera dije algo. Me acerqué rápidamente a él y apegué nuestros labios formando un corto beso pues él mismo interrumpió para poder nuevamente hablar.

— ¿Eso quiere decir que si?

Murmuró y nada más solté una suave risa para poder asentir aún rozando nuestros labios. Las tibias manos de Rick bajaban lentamente por mi cintura, aprovechando también de su recorrido de vuelta para poder levantar de a poco mi camiseta. El ambiente subía de tono poco a poco, nuestras respiraciones se entrelazaban y había uno que otro jadeo de parte de ambos por algún que otro roce... dios ¡RICK! ¿POR QUE ME TIENTAS ASÍ?

— ¡Rick y ____ (TN)! La reunión está lIST... ¡ AY CARAJO! , ¡NO HE VISTO NADA!

La puerta se abrió de golpe haciéndonos dar un brusco brinco, aunque quedamos en la misma posición en la que estábamos. Era Carol quien había entrado a la habitación sin dar siquiera un toque.

— ¡JEFES! ¡PERDÓN!

Logró decir entre risas. Me escondí en el cuello de Rick y no evité contagiarme de la risa de Carol, Rick por su lado también reía y de paso hacia pequeños mimos a mi espalda.

— Está bien Carol, bajamos en cinco.

Habló el doño bastante pacifico. Carol no dijo ni pío y cerró la puerta rápidamente.

— Es tú culpa, tú no pusiste el seguro baboso.

Murmuré cuando ya me había posicionado nuevamente frente a él. Rick tocó su pecho haciendo gesto de ofendido y antes de que dijese algo le di un rápido beso en la punta de su nariz para poder levantarme y proceder a vestirme decente.

— Tenemos algo pendiente. 

Dijo Rick con su voz grave y apuntándome con su dedo indice desde la cama. Le saqué la lengua tal como niña pequeña y entré al baño arrancándome de su próxima venganza, solté una carcajada desde dentro al igual que su risa pero desde fuera. 

El chirrido de la puerta de la habitación de nuevo sonó y esta vez era la voz de Carl quien se escuchó bastante preocupado.

— "Pa, son los nuevos. Tienes que venir rápido." 

La última horda. | Rick Grimes & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora