UNA DISTANCIA PRUDENCIAL

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UNA DISTANCIA PRUDENCIAL:

Debía ser pasada de media noche, quizá la una o dos de la madrugada. Kakashi estaba parado frente a la ventana, sólo vestía unos pantaloncillos, sin camisa, sin máscara, sin banda; y miraba atentamente hacia el exterior. Todo estaba en absoluta calma, algunas luces iluminaban las solitarias calles que permanecían en silencio. Tampoco nada perturban la tranquilidad que había en la oficina Hokage, la cual estaba casi completamente oscura de no ser por la luz de la luna que iluminaba ligeramente, era un ambiente pacífico, era una buena noche. Quizá la mejor de su vida y por eso mismo se negaba a dormir, no quería perderse nada, ni el más pequeño detalle. No quería que la noche terminara.

Se dio vuelta y observó a la joven que dormía en la silla, estaba hecha un ovillo, era tan pequeña que cabía a la perfección y no parecía incómoda por dormir en una silla. En su rostro caía algunos mechones rosados, pero el pequeño diamante seguía presente e incluso parecía brillar con la luz de la luna, le encantaba ese detalle, sólo tenía puesta la camisa de él, la de manga larga y le quedaba de maravilla. Se veía preciosa, parecía más pequeña de lo que en realidad era, más inocente y más frágil que nunca. Como si fuera a quebrarse con el más leve roce. La piel blanca de sus piernas estaba al descubierto y contrastaban con lo negro de la camisa, su pecho subía rítmicamente, era una escena completamente nueva para él, nunca se había desvelado sólo para ver a una mujer dormir. Sasuke tenía un espectáculo maravilloso cada noche.

El ninja se acercó y acarició sus mejillas, su piel era suave y estaba tibia, saber que no tenía frío lo tranquilizó. Fue inevitable no sonreír al verla de esa forma. Su aroma estaba en todos lados, por cada rincón de la oficina, quedaría impregnado en la silla, en su ropa, en su cuerpo. Olía a cereza.

Se alejó y se sentó en el escritorio sin dejar de verla, había algo tan hipnotizante en ella que lo estaba volviendo loco y era un gran error, lo estaba volviendo loco y ni siquiera le pertenecía, aunque esa noche hubiera sido suya, más de una vez. Su cuerpo era bañado con la luz de la luna, resaltando cada centímetro de su piel, su pálido color estaba brillando y realmente parecía un ángel.

¿Qué estaba soñando en esos momentos?, ¿qué diría cuando despertara?, ¿cuánto tardaría en olvidar esa noche?, y lo más importante, ¿por qué Sakura lo había aceptado?

No tuvo tiempo de seguir pensando e imaginando porque la joven en cuestión comenzó a moverse y a murmurar, primero fueron movimientos ligeros, sus manos o su cabeza, parecía intranquila pero pensó que sería una pesadilla pasajera y que terminaría por seguir en su profundo sueño, eso no sucedió, se removió en la silla con más fuerza, sus murmullos se volvieron más audibles y más dolorosos y por fin Kakashi pudo entenderlos:

-No puedo salvarlo- gimoteó su alumna, aún estaba dormida y era evidente sobre qué era su pesadilla -¡Resiste!... ¡Por favor!... ¡Está muerto! – agitaba los brazos y las piernas.

-Sakura, despierta- Kakashi en seguida se acercó y trató de despertar a la joven que seguía luchando contra las pesadillas – Sólo es un sueño – pero Sakura seguía moviéndose en la silla, su voz estaba impregnada de miedo y casi estaba gritando.

-¡No! –

-Soy yo, tranquila – la abrazó a pesar de sus movimientos bruscos – Estás a salvo-

Kakashi podía sentir cómo Sakura lloraba, incluso en sueños. Su pecho estaba mojado con sus lágrimas, incluso estaba temblando. Estaba tan vulnerable.

-Tengo sangre en las manos – se puso de pie y comenzó a limpiarse las manos en la camisa, como si realmente tuviera sangre – No se quita – ya estaba despierta, pero no recordaba que había tenido una pesadilla, que estaba de vuelta en la realidad. Él se acercó y tomó sus manos. La luna iluminaba el rostro de Sakura, estaba empapado por su llanto, sus ojos enrojecidos y lo peor de todo, esa expresión de confusión en su rostro, sus hermosos ojos jade perdidos y asustados, sin entender dónde estaba, o que todo había terminado, que sus manos estaban secas.

AL FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora