EPÍLOGO

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EPÍLOGO: LAS HUELLAS DE LA TRAGEDIA

DIEZ MESES DESPUÉS:

Sakura estaba terminando de ordenar algunas cajas, la mudanza sería pronto, en unos días solamente. Debía terminar de arreglarlo todo, pero el timbre sonó y tuvo que levantarse y abrir la puerta. Suspiró con un poco de cansancio y se encaminó hasta la entrada.

-¿Necesitas ayuda? – le preguntó su rubia e incondicional amiga rubia mientras la abrazaba con fuerza, ahora era mucho más cariñosa.

-¿Segura que puedes ayudarme? – Sakura observó el apenas abultado vientre de Ino, sólo cuatro meses.

-Claro que sí, además estoy cansada de quedarme en casa.

-Gracias – la médico la invitó a entrar – También necesitaba un poco de compañía.

-Has avanzado mucho – Ino observó a su alrededor y notó la casa casi vacía.

-En realidad no hace falta mucho, tan sólo las fotografías y algunos pequeños detalles –

-Entonces me alegra haber venido.

Sakura e Ino se dedicaron a seguir guardando todo, algunos floreros y platos de la cocina, los envolvían cuidadosamente en papel y luego los acomodaban en una caja marcada con "cocina", era el típico trabajo de mudanza.

-¿Guardamos las fotografías también? – preguntó Ino mostrándole un preciado recuerdo.

-No, prefiero hacerlo después – Sakura se acercó hasta un pequeño mueble donde había varias fotografías, pero una en específico le ocasionó un pinchazo justo en el corazón.

La tomó entre sus manos temblorosas, aún no era capaz de controlarse, después de tanto tiempo. Sospechaba que nunca podría hacerlo.

Observó ese retrato cuidadosamente, sus dedos acariciaron el vidrio que la cubría.

Se escuchó el llanto de un bebé.

-Déjalo, yo iré – se ofreció Ino apretándole el hombro de forma reconfortante.

Sakura le agradeció mentalmente a su amiga y se quedó ensimismada en sus propios pensamientos, esa fotografía tenía muchos recuerdos, pero cada vez que la veía sucedía lo mismo, se ponía terriblemente sentimental. Esa ocasión no sería distinta.

-Creo que Sakumo necesita a su mamá – Ino había vuelto y traía entre sus brazos a un pequeño bebé de cabellera gris con unos grandes ojos verdes, tenía los ojos adormilados y un poco hinchados por su reciente llanto, su siesta había terminado. Era un bebé precioso, todos se lo habían dicho y ella lo creía, tenía su melenita gris y facciones delicadas y finas, sería todo un galán cuando creciera, pero por el momento era completamente adorable. Era toda una sensación en la Aldea, seguramente cuando creciera, todas las miradas estarían sobre él, había mucha expectativa sobre el talento que podría haber heredado.

Sakura cargó entre sus brazos a su primogénito. El bebé aún terminaba de jadear por su reciente llanto. La joven lo arrulló suavemente y le tarareó una cancioncilla inventada, una simple tonada que terminaba de calmarlo. Le fue imposible no sonreír, no había sensación que pudiera compararse, nada era igual cuando abrazaba a su bebé, en su pecho parecía no haber suficiente espacio para el profundo amor que le profesaba a Sakumo, todo era distinto desde su llegada hacía dos meses. Sakura aprendía cosas nuevas cada día, aprendía a ser una buena madre, la mejor. Besó los delicados cabellos plateados del bebé.

Abrazó al pequeño y lo meció tranquilamente, pero aún tenía la fotografía en una mano.

-Tienes que dejar de culparte – le dijo Ino que observaba la escena conmovida.

AL FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora