UNA LECCIÓN:

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UNA LECCIÓN:

Llevaba casi una semana en la Arena, al final fue Yamato quien la acompañó hasta los límites de la Aldea y ahí se despidió:

-Espero que sea una decisión temporal –

-Lo veré pronto, Capitán Yamato – la joven lo abrazó con fuerza, había sido una de las mejores compañías – Cuide a Naruto por mí, y también a Sasuke ahora que está en la Hoja –

-Estoy seguro de que ellos preferirían que fueras tú personalmente quien los cuidara, a mí no me escuchan –

-Se las arreglarás sin mí, al menos por un tiempo –

-¿Estás segura de que esto es lo que quieres? – no era la primera vez que se lo preguntaban.

-Ya intenté todo, irme con Sasuke, quedarme en la Aldea, con o sin él, este puede ser el cambio que necesito, es un buen lugar para comenzar –

-Si quieres volver, sólo tienes que enviar un pergamino y vendré por ti – la joven asintió – Aún sigo creyendo que tu hogar está en la Hoja, aún creo que allí es donde deberías estar –

Fue lo último que le dijo antes de despedirse. Se suponía que Sasuke sería quien la acompañaría, pero se disculpó argumentando que tenía algo importante qué hacer, la joven suponía que quizá ya no le apetecía viajar tanto y realmente a ella la tranquilizaba pensar que se quedaría en la Hoja, así que terminó por pedirle a Yamato que la acompañara, el ninja aceptó de inmediato.

Se había despedido de todos y ellos se habían despedido de ella, sólo los más cercanos, Ino, Sai, TenTen, Naruto y Hinata, Sasuke, incluso Shikamaru cuando se enteró, algunos amigos más, pero no el Hokage, ni ella se despidió de él, ni él de ella.

Quizá no había sido la opción más valiente irse a otra Aldea, pero no estaba para ser valiente, estaba cansada y quería un descanso. Tsunade le había dicho que ella también tenía derecho a recuperarse, a su tiempo y a su propio ritmo, bueno, pues lo intentaría en ese lugar.

Habían sido días tranquilos, la trataban muy bien y el equipo médico realmente la respetaba y admiraba, eso sí, Sakura no había puesto un solo pie en el Hospital, enseñaba todo en un salón y a nadie le incomodaba ese inconveniente. Habló con el Kazakage, le comentó ese pequeño detalle, que ella no estaba cómoda en un Hospital, y Gaara lo había entendido a la perfección, no había puesto ninguna objeción, y además de recibirla con un gran banquete, el salón de entrenamiento estuvo listo en sólo un día. El equipo médico parecía esforzarse por aprender todo lo que ella pudiera enseñarles y Kazakage todos los días iba a preguntarle si todo estaba bien, si todo era de su agrado. En realidad, eran mucho más atentos de lo que ella pudiera esperar, aun cuando las Aldea mantenían una gran relación.

Le habían ofrecido y preparado una pequeña casa junto a la Torre Kazakage, bien provista de todo lo que pudiera necesitar. Al principio le había costado un poco de trabajo acostumbrarse al nuevo ritmo de vida, las primeras noches se despertó de madrugada sin saber dónde estaba, y para colmo con pesadillas, pero iba por buen camino. La Arena era un lugar interesante, cada día se tomaba una hora para pasear, después de terminar la capacitación, pasaba a algún puesto y comía tranquilamente. Trataba de mantenerse lo más distraída posible, intentar no extrañar todo lo que había dejado en la Hoja, olvidar al Hokage, ignorar el hecho de que aún no recibía ninguna noticia de su parte.

-¿Todo está bien, Sakura-san?, ¿necesitas algo? –

-Todo está perfecto, Kazakage-sama – la joven le ofreció una sonrisa mientras terminaba de acomodar los pergaminos que había utilizado esa tarde – El equipo médico es muy talentoso –

AL FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora