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Nada más despertarme, me visto con algo cómodo y bajo con cuidado de no rodar por las escaleras. Cuando llego abajo, escucho ajetreo en la cocina. Debe ser mi padre. Voy hacia la cocina y efectivamente veo a mi padre cocinando algo. Se nota que son las doce y media.

-Buenos días, papá. -beso su mejilla.

-Hola, cariño. Te he traído una silla de ruedas para que puedas usarla por la casa. No es bueno que estés de pie con la espalda así. -me dice, señalando una silla de ruedas al fondo de la cocina.

-¡Qué guay! -exclamo yendo rápido hacia la silla. Dejo las muletas apoyadas en la barra y me siento con cuidado en la silla, en la cual le ha puesto dos cojines para que sea más cómodo. -Espero que no la hayas robado, papá.

-No, mujer. Esta vez no. -dice divertido, haciéndome reír.

Me acerco con la silla hacia la mesa y mi padre deja un plato de ensalada y otro con carne rebozada delante mí. Le agradezco con una sonrisa y empiezo a comer con él que también se ha sentado con su comida.

-¿Viste ya a Marshall? -me pregunta. Yo asiento con la cabeza.

-Lo vi hace dos días cuando volví del hospital.

-Está cambiado, eh.

-Bastante, si.

-¿Lo ha visto ya Ane? -pregunta, haciéndome reír.

-No lo sé, papá. En un rato vendrá Ane a casa y me contará mil y una desgracias, a lo mejor entre ellas está el "he visto a Marshall". -digo imitando su voz. Él se ríe.

Cuando termino de comer, me voy hacia el salón con mi silla de ruedas y Shaw siguiéndome de cerca, algo asustado por la silla. Me siento en el sofá con cuidado y mi perro se sienta a mi lado.

A los pocos minutos, el timbre suena. Mi padre sale con su bolsa del trabajo y me hace una señal para decirme que abrirá él.

-Me voy a trabajar, cariño. -besa mi frente y se va rápidamente a abrir la puerta.

A los cinco segundos, Anetta y Charlotte entran al salón. Ella son mis dos mejores amigas desde siempre. Charlotte es la más madura de las tres, yo soy la del medio en casi todo.

-Nena, qué buen aspecto tienes. -dice Char, besando mi frente.

-Pero no le mientas, tiene un jeto que... -Ane no puede terminar porque Char le ha golpeado la frente. -Tía que bien te sientan esas ojeras.

-Dios mío. -susurra Charlotte. Anetta besa mi mejilla y se sienta a mi lado. Char en el sillón individual. -Ven aquí, tío. -le dice a Shaw. Él se levanta contento de mi lado y da un salto hacia el sillón individual.

-¿Cómo tienes... todo eso? -pregunta Anetta, señalándome entera. Yo me río un poco.

-Aún me duele un poco la espalda y la pierna bien, escayolada. -digo divertida.

-¿Cuando te quitan esa pared? -pregunta Char señalando mi pierna enyesada.

-En menos de un mes, el 1 de septiembre.

-Ah, bueno. Queda poco ya. -yo asiento con la cabeza.

-Por cierto, vi a Marshall. -le digo a Anetta. Ella dirige toda la atención a mí.

-¿A si? Me han dicho que ha cambiado bastante. Se ha querido poner más guapo para mí, qué patético. -niega con la cabeza.

-Ese chico te tiene más olvidada que a los dientes de leche, nena. -le dice Charlotte, sin dejar de acariciar a mi perro.

LAS CARTAS SOBRE LA MESA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora