6

3K 262 12
                                    

Cojo mi bolso y en él meto mi zapato derecho, unos jeans largos y listo. Me visto con un top blanco de tirantes, un short de mezcilla blanco y me pongo el zapato en mi pie izquierdo.

Ahora mismo me voy al hospital para que me quiten esta mierda del pie. Dios mío, no sabéis como lo necesito. Poder doblar la pierna, poder caminar... Aunque por ahora tendré que acompañarme igual de las muletas pues mi pierna no está preparada para andar.

Salgo de mi casa y me subo al taxi que he llamado para que me lleve al hospital.

Hoy hace como diez días que nos besamos con Marshall. ¿Y qué pasó después? Pues cuando me desperté, él ya no estaba ahí conmigo. No estaba ni en casa. Ya no lo he vuelto a ver, salvo hace dos días que escuché su voz en el jardín con mi hermano. Pero él nada, no entró a verme, no me ha dicho nada para hablarlo, nada. Yo ni siquiera tengo su número de teléfono.

Y sé que no está bien esto. Él es el ex novio de mi mejor amiga y además de que es uno de los mejores amigos de mi hermano. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que es el ex de Ane. Pero lo primero es lo primero. Hablar con él.

Cuando llego al hospital, bajo del taxi y voy como puedo hacia la entrada con las muletas y el bolso, el cual está por caerse del brazo todo el rato. Antes de entrar al hospital, veo a Marshall apoyado en la baranda, fumando un cigarro. Lo miro con el ceño fruncido y él apaga el cigarro, se acerca a mí y me coge el bolso.

-¿Qué haces? -pregunto confundida.

-Sabía que vendrías sola. Vamos, te acompaño. -me dice, caminando hacia la entrada con mi bolso.

Yo frunzo el ceño totalmente confundida y lo sigo con mis muletas.

-O sea, que me besas, me ignoras más de una semana y ahora me acompañas al hospital. -digo, cuando estoy a su lado.

-Faith. -me dice a modo de regaño.

-¿Qué? ¿Te avergüenzas? -pregunto con sarcasmo.

Él no responde. Abro mi boca y jadeo. Estúpido. Voy con mis muletas hacia la recepción y enseño mi tarjeta en la que tengo escrita la cita. La chica teclea algo en el ordenador.

-Te está esperando. Sigue por este pasillo, la puerta número cinco. -me dice ella. Yo asiento con la cabeza.

Cojo el bolso de las manos de Marshall y me lo pongo en la boca. Camino rápido con mis muletas por ese pasillo hacia la puerta número cinco. Marshall me sigue y yo bufo.

-No me sigas, vete de aquí.

-No.

Yo ruedo los ojos y llamo a la puerta número cinco. Mi médico me da paso y yo entro como puedo, aunque Marshall acaba ayudándome. Me quita el bolso de nuevo y bufo.

-Hola, Mark. -saludo a mi doctor desde que tengo diecisiete años.

-Faith, hola. Pasad. -nos dice.

Marshall y yo entramos, y este cierra la puerta. Mark debe tener menos de cuarenta años y debo reconocer que es un hombre muy apuesto. Ambos vamos hacia él, Mark hace sentar a Marshall en la silla y a mí me indica que vaya hacia la camilla.

-Vamos a ver esto.

-Me lo quitas ya, eh. -le digo, mientras me siento en la camilla con su ayuda. Él se ríe.

-Si, tranquila. Pero nada de andar con normalidad aún, sigue con las muletas para acompañar. -me dice. Yo asiento con la cabeza.

Coge una sierra pequeñas de esas mecanizadas y mis ojos se abren mucho. Él se ríe un poco y sube bien mi pierna a la camilla. Yo aparto la mirada al techo mientras siento como rompe la escayola.

LAS CARTAS SOBRE LA MESA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora