7

3K 275 21
                                    

Nada más despertarme, me doy una ducha rápida. Desde que me quitaron la escayola, ya hace una semana, me he duchado dos veces al día cada día sólo por la satisfacción de ducharme como no había podido hacer durante este tiempo.

Cuando salgo de la ducha, voy a mi habitación envuelta en la toalla, y me encuentro a mi madre por el pasillo.

-Vístete que nos iremos a comer a casa de los Adams. -me dice.

-¿A casa de Marshall? -pregunto confundida. Ella asiente con la cabeza.

-Nos invitaron hace dos semanas pero dijimos que no por tu pata, pero ahora que la tienes bien, podemos ir.

-Bueno.

Entro en mi habitación y cierro la puerta con pestillo. Pongo música en mi reproductor y me deshago de la toalla. Me pongo la venda de compresión, ropa interior y elijo algo que ponerme. Me pongo un short de mezclilla negro y una blusa blanca de cuello de barco que se ajusta al cuerpo. En los pies, una sandalias blancas. Como me gusta llevar dos zapatos.

Como siempre, no me maquillo. Guardo mi móvil en el pantalón y salgo de mi habitación. Ya he dejado mis muletas aparte y no puedo ser más feliz. Sólo llevo eso, una venda de compresión en la rodilla. Hoy es mi primer día andando con normalidad, vamos.

Al llegar abajo, mis padres me esperan en la puerta de salida.

-¿Y Brad? -pregunto.

-Ya estará allí. -dice papá, abriendo la puerta.

Salimos de casa y nos metemos en el coche de papá. Él conduce hasta la casa de los Adams.

Antes, hace como dos años, íbamos cada dos domingos a comer a su casa y los domingos que no, venían ellos. Como yo estaba con la universidad, o mi hermano, o Marshall se fue, dejamos de ir tanto pero seguíamos yendo y ellos seguían viniendo.

Cuando llegamos, veo el coche de mi hermano y de Marshall aparcados delante de la casa. Bajamos del coche los tres y vamos hacia la casa. Llamo al timbre dos veces y quien nos abre es Axel, el hermano de diecisiete años de Marshall.

-Hola, so feo. -digo besando su mejilla, y entrando en la casa.

-Claro, como si fuera tu casa. -dice divertido. Le revuelvo el pelo y sigo mi camino mientras mis padres saludan a Axel.

Camino hacia el salón de los Adams y allí veo a mi hermano, Marshall y a Nicholas hablando de no sé qué.

-Hola. -canturreo. Ellos me miran.

-Bueno, pero si ya sólo tiene nos patas. -dice mi hermano. Yo me río y niego con la cabeza.

-Estás más guapa sin esa escayola, eso está claro. -me dice Nicholas, el padre de Marshall.

-Gracias, Nico. -lo abrazo por el cuello y beso su mejilla. -¿Dónde está Alexandra?

-En la cocina.

Asiento con la cabeza y miro a Marshall que me mira con una media sonrisa. Hacía cinco días que no lo veía porque se fue a New York a por las cosas que se le quedaron allí. Lo abrazo por el cuello y beso su mejilla dos veces.

-Preciosa. -me susurra en el oído. Sonrío un poco y me separo de él.

-Voy a ver a Alexandra. -digo en general.

Voy por el pasillo hacia la cocina y entro en esta. Alexandra está limpiando un poco la encimera con un trapo.

-Si es que no paras nunca. -digo divertida. Ella deja el trapo y me mira con una sonrisa.

LAS CARTAS SOBRE LA MESA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora