EPÍLOGO

4.1K 302 32
                                    

Aparco el coche delante de mi casa y miro el mensaje que me ha llegado cuando estaba viniendo hacia aquí.

"Hola, guapa. Te espero a las siete en mi casa. XO." -Anetta.

Suspiro y le respondo afirmativamente. Guardo mi móvil en el bolso y lo dejo en el coche. Sólo cojo las llaves de casa y la maleta de viaje. Abro la puerta y entro en casa, la cual está vacía. Todos trabajando.

-Hola, mi amor. -le digo a Shaw, besando su cabecita. Él mueve su colita contento.

Subo la maleta como puedo a mi habitación y cuando llego a ella, me quito la ropa y me pongo unos leggins, una sudadera crop y unas deportivas, casi igual que el día que me fui. Me peino un poco y bajo de nuevo. Me como una manzana rápidamente y salgo de nuevo.

Subo a mi coche y conduzco hacia la casa de Anetta. Como me diga que le gusta Marshall y que va a volver con él, cojo mis cosas y me voy cagando leches a mi casa.

He pasado unos días estupendos en casa de mis abuelos. Le conté lo que me pasó a mi abuela y siempre que me veía de bajón, me animaba y me hacía chocolate calentito para que me lo tomara con ella en el porche de su casa. Amo a mi abuela. No voy a negar que he estado pensando mucho en Marshall, en Ane, en todos los implicados en lo nuestro. He llegado a la conclusión de que debo dejarlo ir, no decirle nada a Anetta y seguir con mi vida sin Marshall.

Cuando llego, aparco y llamo al timbre de su casa. Su madre es quién me abre. Me deja subir a la habitación de Ane y eso hago. Al llegar, abro la puerta de su habitación y me la encuentro sacándose selfies de cara a la ventana.

-Hola. -saludo cerrando la puerta. Ella deja de sacarse fotos y me sonríe contenta.

-Hola. -canturrea saltando hacia su cama. Subo a su cama y beso su mejilla. -¿Qué tal tus mini vacaciones?

-Bien, bueno, han sido a casa de mis abuelos.

-Qué guay, tía.

-¿Necesitabas algo? -pregunto sentándome bien.

-Si. -dice sentándose delante de mí. -¿Te acuerdas que te había dicho que me había besado con Marshall? -pregunta. Yo aprieto los puños y asiento con la cabeza.

-Claro.

-Pues quedé con él otra vez. Unos tres días después de que tú te fueras.

-¿Si? ¿Y qué tal fue? -pregunto jodidamente tensa.

-Bien. Fuimos a su departamento, lo besé de nuevo y esta vez no se resistió ni un segundo. -dice mirándome. Yo junto mis labios en una fina línea y juro que me están viniendo ganas de llorar. -Buah, tía. Sigue igual que antes. El sexo fue lo mejor, Dios mío. Y no sólo en su cama, eh, sino en la cocina, en el baño, en el salón...

-¿Te... Te importa que hablemos luego? Me encuentro un poco mal. -murmuro levantándome de la cama. Me doy la vuelta antes de que vea como las lágrimas salen en cascada, mojando todas mis mejillas. Jodida mierda.

-Espera, que te tengo que explicar los detalles. -se queja a mi espalda. Abro la puerta negando con la cabeza.

-Mañana me cuentas. -le digo, intentando controlar mi voz.

-¿Prefieres callarte lo tuyo con Marshall y seguir soportando que yo te diga esto a confesarlo todo? -pregunta. Me quedo quieta y cierro la puerta poco a poco.

Me giro, algo sorprendida, mientras limpio mis lágrimas y la miro.

-¿Cómo? -murmuro. Ella sonríe un poco y se levanta de la cama. Me abraza al llegar a mí y besa mi mejilla.

LAS CARTAS SOBRE LA MESA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora