¿Puedo saber de qué se ríen?

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Abro la puerta de mi casa y para mi sorpresa no hay nadie. Almuerzo sola y en mi habitación. Algo me molesta en el pecho pero no logro entender qué demonios es. Miro mi celular que empieza a sonar, es un número desconocido, atiendo dispuesta a mandar a la mierda a Gonzalo pero una voz muy distinta me sorprende.


-¿Hola?*Pregunto con algo de miedo*

-Eres tú Luna, al fin logré comunicarme.*Dice del otro lado una voz amenazante de hombre*

-Voy a colgar.

-Solo quiero que escuches una cosa.

-No oiré nada que venga de ti.

-¡¡Luna, no dejes que me maten, por favor!!! Prometo no hablarte más si me salvas.*Escucho decir a Gonzalo por detrás*

Corto con algo de culpa. Intento permanecer tranquila pero mis piernas y manos no dejan de temblar. No entiendo el porqué de mis nervios, Gonzalo es un chico más, un pobre de clase  baja. Antes de que lleguen mis padres le voy a mandar un mensaje a Gonzalo, cuyo número acabo de agendar en mi celular.

 Antes de que lleguen mis padres le voy a mandar un mensaje a Gonzalo, cuyo número acabo de agendar en mi celular

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Gonzalo está bien por suerte. Dejo mi celular, ya estoy más tranquila y llamo a una de las sirvientas a la cual le pido mi merienda. Son las cinco en punto de la tarde. No dejo de pensar en la forma tan triste y poco interesada de los mensajes de Gonzalo. Me siento mal, no quiero que nadie entre a mi habitación, no quiero hablar con nadie. Odio con todas mis fuerzas a Gonzalo por hacerme sentir así, por ignorarme. ¿Quién se cree que es para hacerme sentir así? Mi madre acaba de llegar y está subiendo las escaleras con sus tacones altos que suenan sobre la madera. Antes de que llegue a mi habitación cierro la puerta con llave y me acuesto en la cama. Miro tristemente el techo blanco y luego giro mi cuerpo hacia la derecha, miro la ventana, el cielo se ha nublado. Mis ojos se cierran de a poco y me duermo sin siquiera darme cuenta.

Me despierto tarde, ya es de noche, está lloviendo, las gotas chocan en mi ventana, es una tormenta fuerte y llena de vientos fuertes. Cierro las cortinas echándole un último vistazo a la ciudad. Tengo hambre y no sé qué hora es. Prendo mi celular mientras me siento en la silla de mi escritorio, pero antes de que pudiera suspirar me llegan cinco llamadas perdidas de mi madre, seis de mi padre y una de Gonzalo. Ignoro todas y salgo de mi habitación, pienso que la casa sigue vacía al no escuchar voces. Bajo lentamente y me dirijo a la cocina. Antes de pasar escucho la voz de mi padre y de mi madre hablando con Leila. Ella lleva un hermoso vestido gris con unos preciosos detalles. Mi madre al verme entrar a la cocina con mi vestido negro que uso para dormir me mira y se acerca furiosa, me jala del cabello y me arrastra hacia la entrada.


-¿Estuviste hablándote con ese tal Gonzalo?

-¡¡No!!

-Leila me contó sobre tu primer día de Escuela. Me dijo que hablaste con un chico.

Separados por la sociedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora