Capítulo 7: Selfish love

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Capítulo 7: Selfish love

-          ¿A ti no te dolía la cabeza? Jajaja me encantaría que tocases más para mí. Ummm déjame pensar… - ¡Itoshii hito! Pensé al instante, pero era una canción demasiado triste para que la tocase en ese momento – ¡Selfish love! Siempre me ha gustado – entonces repentinamente recordé lo que decía la letra y me sonroje – no…. ¡mejor esa no!

-          ¿Por qué? – preguntó Miyavi llevándose la mano a la barbilla con actitud pensadora – a mí también me gusta mucho, ¡tocaré esa! – empezó con el primer acorde, tocando y golpeando la guitarra a la vez, casi no podía ver sus manos de la velocidad que tenía. Su voz, ronca, me sobrecogía, me enamoraba, y cuando imaginaba lo que decía un escalofrío recorría mi cuerpo.

“Todo de ti, yo te amo.

Yo te abrazo con una melodía tan dulce que te derretirá

Y un ritmo tan duro que te harás insensible,

Voy a hacer cualquier cosa para hacer que tú te vuelvas loca”

Sin duda eso ya lo había conseguido, estaba loca. Pero él me hacía sentir así, con cada cosa que hacía me volvía loca y sin duda esa melodía de la que hablaba ya me había derretido hace tiempo, su voz. Pero definitivamente no era para nada insensible a sus encantos.

“¿Qué es lo que harás?   Todo de ti, te tomare todo el tiempo A mundos nunca antes vistos por nadie antes A lo largo de nuestros sueños nosotros estamos ampliamente despiertos, Pero la quieta quieta quieta noche no está arruinada todavía, El mundo no está despierto.   No me importa lo que pase nunca más Entonces vamos, solamente amémonos uno al otro esta noche.   Amor egoísta Ámame, porque yo te amo Este es mi camino de amor.”

Amor… ¿sentía eso? Capricho, Miyavi era solo un capricho, pero no me importaría amarle y que él me amase. Cosa altamente improbable. Y la siguiente parte era la que no quería escuchar, escondí mi cara en el respaldo del sofá y le miré de reojo, no quería que siguiese, la siguiente estrofa decía algo insensible “Realmente no te necesito para siempre, entonces solamente estate a mi lado esta noche.” Repetí las palabras en mi mente, me sabía esa canción de memoria, pero en ese momento no quería escuchar lo que seguía. Le miré, esperando que siguiese la canción, esperando que dijese aquellas palabras que seguramente me dolerían, sin embargo dejó de tocar en ese momento. Me incorporé un poco y le miré fijamente.

-          ¿Por qué paras?

-          He recordado algo… me da vergüenza la siguiente estrofa –se rió  escondió un poco la cara en su brazo. Le miré sin saber que decir, sorprendida, pero no pude evitar echarme a reír.

-          ¿En serio? Jajajaja Seguro que has tocado esta canción un millar de veces.

-          Sí, pero no delante de mi Omamori-chan

-          No, solo delante de muchas chicas.

-          Sí, pero ellas no me habían salvado la vida. – tocó las cuerdas de la guitarra y dio un pequeño golpe en la caja. – voy a cambiarme.

Dejó la guitarra en su sitio y se fue a su habitación. Me quedé mirándole hasta que se perdió de vista, tenía unos andares muy raros pero me gustaban y su espalda…uff y lo que no era su espalda… ¡mejor! Al cabo de unos minutos de ensoñaciones Miyavi me llamó y fui a su habitación. Lo que me encontré no podía haberlo imaginado jamás, se había puesto un pantalón vaquero negro, pero no llevaba camiseta alguna. Sus tatuajes se veían a la perfección y sus músculos se marcaban levemente.

-          ¿Me pongo esto o esto? – dijo poniéndose delante de su torso desnudo una camiseta de tirantes negra y una camisa del mismo color con pequeñas rayas blancas. Le miré, boquiabierta, aunque no precisamente a la ropa que me enseñaba sino a él.

-          Etooo…. ¡Esa! – dije señalando la camiseta de tirantes.

-          Tu móvil

-          ¿Qué?

-          Tu móvil está sonando – dijo con una sonrisa pícara. Y fue entonces cuando empecé a escuchar la melodía del móvil

-          ¡Oh! – lo miré, era Cristopher. ¡Mierda! Se me había olvidado llamarle. Estar con Miyavi era como estar en una burbuja atemporal. – Hola Cristopher, estaba a punto de llamarte – mentirosa…

-          ¿Qué tal está Miyavi? – le mire…

-          Muy bueno….digoooo ¡muy bien! ¡Muy bien! Ya está como nuevo

-          ¿Estás bien? Te noto un poco… agitada…

-          Sí, sí, es que el móvil me ha asustado.

-          Vale. ¿Cuándo y dónde nos vemos?

-          Umm te vamos a buscar al hotel. Espéranos allí.

-          No tardéis.

-          ¿Cristopher? – preguntó Miyavi. Ya se había puesto lo que le había dicho.

-          Sí, estaba preocupado por nosotros. Le he dicho que iríamos al hotel a buscarle.

-          Yo…hoy no puedo, tengo que ir a ver a mi manager.

-          Ya… ¿a tu manager o a la bebida? Ese cuento no cuela dos veces. – mi mirada derrochaba reproche, no permitiría que Miyavi acabase como el otro día.

-          Tranquila, esta vez es verdad, honto Miyavi-Desu!!! – dijo dándose una palmada en el pecho y moviendo los brazos delante suya con la cabeza gacha.

-          Más te vale.

-          Igualmente tengo a mi talismán que me va a cuidar cuando esté mal, ¿verdad? – ¿y cómo le iba a decir que no? Asentí sonriendo, le cuidaría las veces que hiciese falta.

-          Por cierto – dije mirando a mí alrededor – ¿y Miyavimaru?(Miyavimaru es un gatito con el que ha salido en una sesión de fotos)

-          ¡Oh! Como iba a haceros de guía y no iba a estar mucho en casa lo dejé con el cuidador, siempre que estoy de gira se queda con él. Le cae muy bien, pero yo le echo de menos.

-          Normal, me gustaría verle, en las fotos que sales con él se ve que es una preciosidad.

-          Sí, aunque ya está crecidito jajaja. Bueno, ¿vamos?

-          Vale, Cristopher debe estar nervioso, será mejor que llegue cuanto antes. – Esto iba a ser una despedida… ¿y si no le volvía a ver? – Escucha, te doy el número de mi móvil por si necesitas algo ¿vale? Quizás en el hotel no siempre nos encuentres. – sonrió, como siempre hacía, para él era como una sonrisa permanente que te atrapa hasta el final.

-          Dámelo – sacó el móvil y le dicte mi número – muchas gracias Omamori-chan.

Salimos fuera, donde fue desapareciendo poco a poco hasta que no quedó ni rastro de él en el horizonte. Mi corazón se quejaba, latía desbocado, no quería verle marchar, pero… ¿por qué? Igualmente esto solo era un viaje a Japón, el mejor que podría imaginar, sin embargo era justamente por eso por lo que me costaría tanto volver a España.

En el próximo capítulo: ¿Se marchará ese sentimiento de su corazón? ¿Cristopher aprovechará ahora que no está Miyavi? Todo esto y más desde la perspectiva de Cristopher, ¡no os lo perdáis!

¡Miyavi-desu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora