Effinen tenía una manía por los espejos, algunos podrían decir que los coleccionaba y otros simplemente se quejarían de que aquello no era más que un reflejo de su vanidad. Sea cual sea la verdadera razón por la que los conservaba, era innegable que permanecía demasiado tiempo observándolos. Quizá solo veía su rostro. Tal vez buscaba la respuesta a algo que aún para el momento, le era desconocido.
—¿No te parece inquietante? —Effinen solía convivir con dos chicos, Tyron y Damen. La pregunta no iba dirigida a ninguno en específico.
Aunque la verdad no era dos simples chicos, eran sus compañeros de vida. Los tres habían crecido juntos en el Olimpo, los tres fueron utilizados como armas y finalmente, los tres habían sido olvidados, sin ninguna razón, en la tierra mortal.
—Por favor, Effie —bufó Damen —. El hacer preguntas de la nada no te hace parecer más inteligente.
—¿No? —La diosa batió descaradamente sus pestañas, una sonrisa pícara se asomaba en su rostro.
—Definitivamente no —opinó también Tyron, quien estaba recostado en el sillón.
Effinen los observó a ambos con fingido enfado. Les gustaba jugar a este tipo de cosas, hablaban de banalidades aún con un peso sobre sus espaldas. Fingían que todo estaba tan mundano como siempre, aunque hilos de oro estuviesen esperando una presa para enredar.
Todo había iniciado de manera inusual y un tanto impropia de la grandeza divina. Una caja arribó a su hogar, contenía una esencia peligrosa y de ella logró escapar la Voz.
"El destino ha llamado"
"La destrucción del Olimpo acecha"
Después de oír eso, las palabras de Damen fueron claras.
—Es una trampa —Sus ojos, en un pasado, desafiaron a los de Effinen.
—Es nuestro camino —Había dicho la chica.
Por su parte, Tyron solo los había observado, en silencio.
"La justicia clama por su levantamiento" Dijo la voz, nuevamente.
—Pase lo que pase, siempre seremos nosotros tres —susurró después de largos minutos de silencio.
Para Effinen aquel incidente, que claramente sería el inició de todo, también había iluminado su mente respecto a sus compañeros. Ella naturalmente quería venganza, anhelaba que llegara el día en que el Olimpo se retorciese bajo sus manos y sintieran lo mismo que ella cuando su posición había sido rebajada a la de un mortal. Pero los otros dos no pensaban igual; Damen la había seguido, según ella, por curiosidad; Tyron quizá lo había hecho porque para el momento, era la única alternativa que tenía.
No obstante, esa noche, cuando la habitación era un caos y los deseos y temores de cada uno salieron a flote, ellos hicieron una promesa.
"Nos mantendremos juntos. Nos alzaremos contra el Olimpo. Reclamaremos lo que nos fue arrebatado...Esperaremos que esto no acabe con nosotros"
—Sí no me veo inteligente, entonces, ¿cómo? —preguntó ella.
Tyron pensó en decirle que era similar a un hermoso desastre a punto de colapsar; Damen deseo decirle que parecía desgraciada; Effinen sabía los pensamientos que surcaban sus mentes.
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Ilusión
FantastikSiglos atrás en un nido divino y bajo el sentimiento del odio fueron concebidos tres dioses: Entre el éxtasis y la venganza. El amor y la guerra. El crimen y la victoria. Ahora, en un mundo que se ha dividido y es regido por los Olímpicos, los jóven...