Mis rios siguen el surco ya marcado por su caudal y mi único rostro es el que cada día me pinto cuidadosamente de no reflejar ni un rastro de emoción. Me cuesta seguir esta costumbre marcada por la angustia, la desesperanza, el pesimismo y sobretodo la depresión. El río que moja mis mejillas lleva consigo recuerdos de aquellas aguas limpias que un día fueron, pero que ya no. Ahora ese río que moja mis mejillas no es más ni menos que aguas turbias, aguas en la que me ahogaré algún día, pero en ese momento no habrá nadie y nadie habrá quién recuerde a aquel río de aguas limpias.
En este momento no sé si zambullirme en esas aguas para ahogarme o simplemente seguir en tierra viendo como ese río nunca deja de fluir
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El último destello de luz
Short StoryA veces nosotros mismos nos metemos en la más profunda oscuridad de la que pocas veces podemos salir sin quedar dañados.