Dos

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La tarde pasaba lentamente mientras yo estaba echada en el cómodo sillón de mi sala de estar. Se suponía que debería estar haciendo reportes para mis asignaturas o consiguiendo algún trabajo para cumplir mis pequeños caprichos, pero había encendido la computadora y así la había dejado sobre la pequeña mesita, sin siquiera intentar comenzar con mis deberes. Suspire agotada de todo. Era difícil tener que volver a empezar una vida, volver a realizar la misma rutina, entrar a una escuela, conocer gente, conseguir trabajo, averiguar cuál era mi "destino" en la nueva locación y luego irme, pretendiendo que no me había encariñado con nadie, pretendiendo que nunca nada de eso había existido. Ser yo era complicado. Pero debía admitir que había cierta gracia en tener nuevas oportunidades, cierto riesgo que olía a aventura y a peligro. Solo que era una experiencia un poco solitaria. Suspiré para mí misma y decidí que tal vez era mejor intentar hacer mi trabajo en un lugar con gente, los ruidos de fondo me ayudaban a centrarme mucho mejor. Tomé mi computadora junto con mi mochila y salí del departamento para subirme al auto. Me detuve unos segundos pensando a qué lugar podría dirigirme. Medité sobre las palabras que Sweet Pea me había dicho más temprano, su invitación a aquel bar en el lado sur de la ciudad, pero luego recordé esa especie de café 24 horas que había visto recorriendo la ciudad días atrás, se veía como un lugar mucho más prometedor como para hacer un trabajo.

Estacioné mi Torino en la entrada de Pop's Chock'lit Shoppe, el lugar que había visto anteriormente. Tenía un estilo ochentero lo cual lo hacía adorable, con varias mesas con asientos mullidos de cuero que formaban una especie de cabina y algo de música sonando de fondo. Tomé asiento al lado de una de las ventanas y acomodé mi computadora para comenzar mi tarea mientras esperaba a ser atendida. Cuando el camarero se acercó a mí apenas levanté la vista de la pantalla. - ¿Podrías traerme el especial de la casa? -Murmuré distraída. -Depende de qué tipo de especial estés hablando. -Me contestó con una voz gruesa con un deje de diversión. -Oh no lo sé. Lo que se acostumbre a tomar aquí, supongo. Nunca había venido -Me encogí de hombros mientras mis dedos se deslizaban por las teclas. -Creo que ya sé que debo servirte. -Me contestó y yo sonreí levemente. Luego de unos pocos minutos un vaso enorme apareció a mi lado. -Batido helado de fresa, nuestra especialidad. -Me reí ante la ironía y miré al camarero, que era un hombre ni muy joven ni muy viejo que llevaba el uniforme del lugar, un delantal blanco con un gorro del mismo color. -Entonces, ¿se dedican a los batidos? -Arqueé una ceja y me llevé el sorbete en la boca. La bebida era una delicia y se lo hice saber enseguida. -Esto es a-som-bro-so. -Sonreí encantada. El hombre río en respuesta. -También hacemos unas papas fritas excelentes, que si quieres te puedo traer. -Asentí enérgicamente ante sus palabras mientras regresaba a mi reporte. -Seria genial, gracias. -Me trajo el plato minutos luego y me dejó tranquila para que lo disfrute. Luego de varias horas tecleando sin parar, terminé los trabajos para la escuela. Afuera ya estaba oscuro pero en el restaurante había varias personas. Al notar que guardaba mi computadora el mesero se acercó enseguida. -Eres como mi hijo, nunca para de escribir, siempre tiene su nariz dentro de la pantalla. -Sonreí ante sus palabras. -Somos gente dedicada. -Bromeé y él rio levemente. - ¿Puedo traerte algo para llevar? -Me preguntó amablemente tomando su anotador y yo mordí mi labio considerando su propuesta. -Tal vez una hamburguesa con esas excelentes papa fritas seria genial. -Sonreí y el asintió desapareciendo detrás de la barra del mostrador. Terminé de guardar mis cosas y saqué la plata para pagar. A los minutos el mesero volvió con una bolsa de plástico. -Su pedido señorita. -Me lo tendió y yo lo tomé, tendiéndole el dinero por todo lo que había consumido. -Quédese con el cambio, después de todo me tuvo que aguantar aquí por mucho rato. -Los dos sonreímos y yo me fui rápidamente de allí antes de que se me hiciera más tarde.

Ya en mi departamento, me quité los zapatos, me puse ropa cómoda y prendí el televisor mientras me predisponía a cenar. Cuando me senté en el sillón, con la comida en una bandeja, mi celular sonó anunciando que tenía un nuevo mensaje.

Careless Premonitions | FP Jones | RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora