Nueve

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Me quedé paralizada. Eso tenía que ser una maldita broma. No podía ser en serio. El enmascarado no podía estar tras de mí. Yo no había hecho nada malo. Solo acostarme con el padre de Jughead, pero nadie podía juzgarme por haber sucumbido ante ese pedazo de hombre. Sweet Pea me rodeó con sus brazos. –Beth, respira, por favor. –En ese momento me di cuenta de que estaba conteniendo el aliento y lo dejé ir. Me apreté contra el pecho del morocho. –Dime que esto no esta pasando. –Murmuré y el me abrazó mas fuerte. –Salgamos de aquí y limpiemos esto. –Se separó suavemente de mí y me pidió las llaves de mi auto. Se las entregué y me hizo subir al asiento del copiloto. Él comenzó a conducir.

Miraba las pocas estrellas en el cielo mientras cavilaba las palabras escritas en la parte trasera. No había ningún motivo para que un asesino serial me tuviera en la mira. Había llegado hace poco tiempo a Riverdale, a penas conocía a unas pocas personas. No había manera de que el enmascarado supiera de mi existencia. A menos de que se tratara de uno de mis amigos. Pero eso era imposible. Había escuchado algunas veces la descripción de Archie, y según él se trataba de un hombre de 40 años y no de un adolescente.

Salí de mis pensamientos cuando Sweet Pea apagó el motor de mi auto. Nos encontrábamos en el parque de remolques Sunnyside. Me ayudó a bajar ya que apenas podía reaccionar. El hecho me había conmocionado realmente. –Buscaré algunos trapos. –Murmuró y desapareció entre las sombras. A los pocos minutos estaba devuelta cargando un balde lleno de agua, para comenzar a quitar la pintura. Iba a tratar de ayudarlo, cuando una puerta se abrió detrás de nosotros. – ¿Sweet Pea? –La voz de FP me devolvió a la realidad. Me di la vuelta y lo vi acercarse con paso apresurado hacia nosotros. Se quedó paralizado cuando leyó las palabras escritas en rojo. –El... el enmascarado. Estábamos en la fiesta y cuando salimos a tomar aire encontramos esto. –Expliqué con mi voz quebrándose en el ultimó segundo. Apretó los puños. –Sweet Pea, quiero que vuelvas a esa fiesta y te fijes si lo encuentras por los alrededores. Avísale a mi hijo. Yo arreglaré esto. –Ordenó y la serpiente asintió para luego dirigirme una mirada. –Me quedaré con mi auto. –Murmuré. Él aceptó y se alejó para conseguir un transporte. Cuando Sweet Pea desapareció montado en una moto, FP me rodeó con sus brazos. – ¿Cómo estás? –Preguntó suavemente. Yo respiré el perfume de su camisa. –Un loco quiere matarme. –Murmuré tratando de procesar mis propias palabras. Me apretó contra él. –Nadie va a matarte, Annabeth. No lo voy a permitir. –Se separó para tomar mi rostro entre sus manos y mirarme fijamente. –Pero, él te podría hacer daño. –Murmuré preocupada, lo que lo hizo sonreír. –Creo que necesitas descansar. –Besó mi frente. –Pero primero, hay que limpiar esto. –Acarició mi mejilla por unos minutos más y luego lo ayudé a quitar toda la pintura.

Cuando llegamos a mi casa, luego de haber dejado el vidrio trasero sin ningún rastro de suciedad, FP me acompañó adentro y chequeó que todo estuviera en orden. – ¿Vas a estar bien? –Habló mirándome desde el umbral de la puerta. Negué con la cabeza. –Quédate. –Le supliqué, no había forma de que pudiera pasar esa noche sola. Asintió lentamente y le puso cerrojo a la puerta detrás de él. Tomé su mano y lo llevé hasta mi habitación. Me ayudó a quitarme la chaqueta y me observó durante unos segundos, todavía seguía usando el pequeño vestido negro. –Eres hermosa. –Murmuró. Le dediqué una pequeña sonrisa y pasé los brazos alrededor de su cuello. – ¿Ya te dije que me vuelves loca? –Murmuré acercándome a sus labios. Soltó una ronca risa y acortó la distancia que nos separaba, uniendo nuestras bocas.

Nos desvestimos lentamente, apreciándonos mientras nos besábamos con ardiente pasión. Cuando estuvimos desnudos uno frente al otro, lo miré mordiendo mi labio. –Hoy no quiero tener sexo. –Murmuré apenada, el pasó sus brazos por mi cintura y dejó un suave beso sobre mis labios. –Entonces vamos a dormir, lo necesitas. –Me susurró cálidamente al oído y me llevó hasta la cama, tapando nuestros cuerpos con las mantas. Me apreté contra él. –Gracias por haberte quedado conmigo. –Hablé cerrando los ojos y acomodándome contra su pecho. Él acarició mi trasero desnudo con suavidad y besó mi cabello. –Conmigo estarás segura, Annabeth. –Sonreí porque le creía y me dormí con sus manos repartiendo caricias por mi cuerpo.

Al otro día fui la primera en abrir los ojos. FP estaba durmiendo cálidamente, todavía con sus brazos a mí alrededor. Sonreí para mí misma. Era el hombre más hermoso del mundo. Y estaba en mi cama. Suspiré y me levanté con cuidado para no molestarlo. Tenía una idea en la mente que estaba segura que le iba a encantar. Del suelo levanté su camisa y me la puse, abrochando algunos botones al azar. Luego de media hora, volví a mi habitación cargando una bandeja con el desayuno y con una gran sonrisa en mi cara. FP apenas estaba abriendo los ojos, pero cuando me vio lanzó una pequeña risita. –No sabía que había servicio a la habitación. –Murmuró estirándose. Arqueé una ceja de manera sensual. –Traigo el servicio completo. –Le guiñé un ojo y me acerqué a él. Me sacó la bandeja de las manos, la apoyó en mi mesita de luz y agarrando mis caderas, me tiró en la cama contra él. Mordí el lóbulo de mi oreja y yo me excité enseguida. –Lo quiero todo. –Su voz ronca chocó contra mi cuello mientras empezaba a repartir besos húmedos por mi clavícula. Solté un pequeño gemido de placer y pasé mis piernas entre su cadera para sentarme. Lo empujé con mis manos contra la cama y lo miré desde arriba con una sonrisa traviesa. –Hoy haremos las cosas a mi manera. –Hablé firme mientras me desabrochaba la camisa y la tiraba por algún rincón de la habitación. FP no me quitó los ojos de encima mientras observaba todos mis movimientos. Comencé a acariciar con mis uñas su torso desnudo y fui bajando, escuchando como su respiración se volvía mas pesada. Sonreí para mí misma y clavé las uñas en la parte baja de su abdomen logrando que soltara un gruñido. Mordí mi labio, y realicé el mismo recorrido desde su cuello hasta el comienzo de su pelvis, pero esta vez utilizando mis labios. Cuando llegué abajo noté que su pene estaba completamente erecto y sin dejarle tiempo a reaccionar metí su miembro dentro de mi boca. Soltó un sonoro gemido y quiso poner sus manos en mi cabeza pero se las aparté. Comencé a succionar lentamente, subiendo y bajando, jugando con mi lengua alrededor de la punta rosada. Luego de unos minutos, agregué mis manos para masturbar las partes en las que mi boca no llegaba. Lo miré fijamente a los ojos mientras me tragaba su pene y el soltó un gemido de desesperación, tapándose la cara con una almohada. Solté una pequeña risa ahogada y seguí con mi trabajo. Cuando aumenté el ritmo, no pasó mucho tiempo más hasta que logré que se viniera, pero aparté la boca justo a tiempo así que su semen calló sobre mi mano y parte de su cadera. Lamí mis labios y me levanté, poniendo mis dos pies sobre el suelo y mirándolo con una sonrisa triunfante. –Creo que ahora si puedes desayunar. –Le guiñé un ojo y me dirigí al baño para limpiarme.

Cerca del mediodía, los dos estábamos ya vestidos, mirando un poco de televisión tirados en mi sillón. FP jugaba con mis manos mientras yo estaba concentrada en la pantalla. –Crees... –Comenzó a hablar pero se detuvo. Lo miré para que continuara. – ¿Crees que el enmascarado sepa sobre nosotros? –Me quedé callada por unos segundos. – ¿Cómo sería eso posible? –Pregunté apagando la tele. – ¿Se lo has dicho a alguien? –Acomodó un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y yo negué. –Algunos de mis amigos saben que me estoy acostando con alguien, pero no tienen ni remota idea de quien es. –Le expliqué y el asintió. –El siempre parece estar un paso delante de todos, Annabeth. No sé cómo lo hace, pero descubre cada pequeño y oscuro secreto que ocurre en este pueblo. –Suspiré. –Si él intenta venir por mi o por ti, yo seré la que lo sepa de antemano. Puedes estar seguro de eso. –Hablé con voz firme y tomé sus manos. Me miró confundido, esperando alguna explicación. –Algún día lo entenderás. –Comenté con una media sonrisa, no estaba lista para contarle sobre mis premoniciones, pero quería que crea que yo podía protegernos a ambos. – ¿Recuerdas la noche que alguien destrozó tu remolque? –Nos miramos unos segundos en silencio hasta que él asintió. –Dijiste que no había tiempo para ponerte zapatos. –Recordó y yo asentí. – ¿Por qué? –Se notaba realmente confundido y yo solté una pequeña risita. –Ahora no puedo decirte, FP. Pero te prometo que algún día todo tendrá sentido, solo tienes que confiar en mí y en mis ataques de locura. –Se quedó callado durante unos interminables minutos pero al final depositó un beso sobre mis labios. –Te protegeré sin importar lo loca que estés. –Los dos reímos y descansé mi cabeza contra su pecho. No sabía cuánto tiempo iba a durar esa especie de sueño matrimonial. En algún momento teníamos que ponernos serios y resolver el hecho de que nuestra diferencia de edad era bastante notoria y nadie estaría feliz por nosotros si se enteraran. Pero por alguna razón mis premoniciones me habían llevado hasta a él, así que estaba dispuesta a disfrutar todo lo que durara. 

Careless Premonitions | FP Jones | RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora