Cuando desembarqué en Londres, lugar siempre caracterizado por su tiempo frío, sentí, aún dentro del aeropuerto, la vrisa transpasándome la blusa. "Uff, que me había puesto unos vaqueros largos."
Me pasé como diez minutos esperando, pensé en pedir un Taxi pero me dí cuenta de que no sabía hacia donde me dirigía, la última vez que estuve con mi padre, él vivía en un edificio cerca del London Eye, pero ya se había mudado como dos veces desde aquella.
Así que le llamé, mi padre, por supuesto, no me contestó, se limitó a enviarme un Whatssap; "Katherine estoy reunido, he enviado a Mark a recogerte."
Oh, ya, Mark, el tipejo que tenía poca pinta de chófer, y más pinta de adicto al crack. Aun así, era muy simpático, o eso era lo que de pequeña había podido llegar a saber de el, ya que pocas veces decía unas palabras. Eso, por una parte, era bueno, no te atracaba con preguntas.
Caminé unos pasos hasta la entrada principal de el aeropuerto, y ya pude ver el Range Rover negro de mi padre aparcado a la perfección en medio de la entrada, y dificultándo la entrada y salida por las puertas centrales. Ante tal panorama, todos los asistentes a vuelos de esta hora, se encontraban ahora como espectadores.
Yo, ya acostumbrada a cosas así, recogí mi equipaje y me dirigí hacia el todoterreno de Jonathan, pero como ya me había advertido él, el conductor no era nada más ni nada menos que Mark.
Peté en su ventanilla de forma brusca, buscando que bajara el cristal, y así lo hizo.
- Katherine? - Preguntó con sorna en la voz.
- Pensabas quedarte aquí sin bajar a ayudarme con las maletas? Qué poca clase! - Exclamé, obviamente riendome de él.
- Esperaba ver a una niña con una sola mochila de Hello Kitty, pero has crecido.- Prosiguió Mark mientras bajaba del coche, abría el maletero e introducía todo mi equipaje en el.
- No, espera. Prefiero tener el D&G a mano.- Al instante Mark me entregó el bolso.
Cuando entré en el todoterreno, rápidamente Mark se posicionó en su asiento tambien y comenzó a conducir.
- Podrías ir mas despacio, no? Dudo mucho que Jonathan me este esperando impaciente. - Advertí yo, pero Mark no contestó a mis palabras, en vez de eso, amenuó la velocidad del coche.
Y transcurrieron unos 20 minutos en los que no hice nada mas que mirar el Twitter.
Cuando Mark aparcó el coche, y salió del vehículo, yo copio sus pasos.
La luz me cegó los ojos después de haber estado casi media hora dentro de la oscuridad del coche negro con los cristales tintados. Inconscientemente lleve la mano a mi bolso y busqué la funda de mis gafas de sol. Me las coloqué, y observé con mallor claridad el edificio color chocolate de estilo vintage que tenía delante. La verdad, pense que sería mejor, pero no estaba tan mal, despues de todo, solo serían dos meses.
Mark me tocó un hombro, y me dio a entender con la mirada que necesitaba sitio para subir mis maletas por los enormes escalones de la entrada. Yo, aun un poco perdida, me aparté y comencé a caminar tras el.
El hall era espacioso, pero no tuve mucho tiempo para analizarlo, ya que Mark se metió al momento en un ascensor. No me extraño que se detuviera en el último piso, la octava planta.
Lo raro fue que al abrirse las puertas del ascensor, encontráramoa una pequeña sala con una alfombra turca (típico de mi padre), y una mesita de té con un jarrón de un estampado color burdeos, o granate, no estoy segura. Lo raro es, que solo había una puerta grande de madera en la estancia, tenia incrustada una chapa de color bronce que decía: "Mister Grey"
La puerta se encontraba medio abierta y se escuchaban voces en el interior. Mark dejo las maletas en la puerta y se fue. No me dijo nada, ni un adiós. Tampoco me pareció mal.
Entre en el apartamento siguiendo las voces, al parecer provenían de una especie de despacho. Jonathan se encontraba de espaldas, mientras hablabavpor teléfono hecho una verdadera furia.
- Hello Mister Grey, do you remenber me? - Dije, con mi fallido intento de voz grave.
Instantáneamente, mi padre se giró aun con el Iphone en el oído. Su cara lo decía todo.
- Katherine?
- Eso pone en mi carnét de identidad, aunque nunca he sabido exactamente por qué.
- Como se nota que te pareces a mí.
- Menuda desgracia, verdad? - Justo después de terminar mi comentario, mi padre se empezó a reír.
- Ciertamente, una verdadera desgracia.- Contestó Jonathan aun riéndose solo.- Ha traído Mark tus maletas?
- Sip.
Y se dio un odiado silencio incómodo.
- Al parecer ahora te ganas la vida por ti misma.
- Lo intento, tu sigues con tus chanchullos económicos?
- Lo intento. - Contesto divertido con la situación.
En ese mismo instante alguien llamó al timbre. Yo me pregunté donde debía de estar el aparato, ya que no lo había visto en la pared del extraño minihall del apartamento de Jonathan.
De pronto, mi padre se dirigió a la puerta aun con su sonrisa impoluta, y mientras caminaba me dí cuenta de que tenía una pequeña mancha de café en el dorso de la chaqueta de si traje.
Cuando este abrió la puerta, fuera se encontraba un hombre que tendría sobre cinco o diez años menos que mi padre (tambien vestido de traje), con facciones faciales lo suficientemente perfectas para llamar mi atención. Lo cierto era que se le notaba frustrado, lo supe con claridad cuando se llevó una mano al pelo y lo malpeinó de forma rápida cara atrás. Su pelo claro entre rubio oscuro y castaño tirando a claro contrastaba con el mio y el de Jonathan, claramente del mismo tono de castaño oscuro. Tampoco me percaté del color de sus ojos grises hasta que me dirigió una mirada que designaba una interrogación.
Y fue entonces cuando habló.
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Grey's Art School
Teen FictionCuando Katherine Grey a sus 16 años consigue hacerse ver en el mundo del cine como un buen partido, cambia su forma de ver la realidad, ya que, los ofrecimientos de papeles y puestos artísticos no cesan. Las vacaciones de este año marcarán la difere...