Vas a quedarte...

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Noviembre de 2013

Conforme pasan los años, Aitana va confirmando algo que a los diez años solo le parecía un juego. Y no solo por Nerea, de la cual sigue enamorada. Es que se ha fijado, muchísimo, en todas las señales, y lo tiene claro: solo le gustan las chicas. Por desgracia, en estos años Nerea le ha confesado algo desolador: siente cosas por Raoul.

En la llegada al instituto, ninguno del grupo se ha separado, aunque han conocido a muchas personas interesantes. Por destacar, el propio Raoul está pasando mucho tiempo con una malagueña muy agradable y sala'. Mireya, cree que se llama. Aitana ha conocido a Amaia, una chica un poco extraña, pero que ha conseguido hacerse con el corazón de toda la clase. Alfred y Roi han hecho muy buenas migas por tener un humor muy parecido.

Por el contrario, la que más les preocupa es Nerea, porque, aunque pasa tiempo con ellos, no ha conseguido establecer muchos vínculos más allá de la gente que le han presentado. La han visto hablar un par de veces con Thalía, una chica también muy rara, pero a la que le han aconsejado que no se acerque. También con un chico repetidor, Ricky, que es muy guapo, pero no parece traer nada bueno. Así que los pocos intentos que ha tenido su amiga de hacer nuevos amigos no le han salido muy bien.

Ese día de noviembre, Aitana decide que no tiene ganas de entrar a la cantina, por mucho que Amaia tira de ella. Ha visto a Nerea junto a la ventana, sentada sola comiéndose su bocadillo, así que se acerca a ella y la abraza, para después dejar la mochila y sentarse con ella.

—¿Y eso que estás aquí?

La rubia arruga la nariz, haciendo que Aitana suspire. Es que es tan bonita...

—No sé, Aiti, no me malinterpretes, pero... siento que no encajo con tu grupo de amigos.

—Pero ¿qué dices?, ¡si te adoran!

—Ya lo sé, me caen muy bien. Pero... no sé, es una tontería, de verdad, pero siento que no me aceptan.

—Pues te van a tener que aceptar, porque tú y yo estamos en un pack. Si entro yo, entras tú. Si no te quieren a ti, yo voy detrás.

La pequeña rubia sonríe con agradecimiento y deja un beso en su mejilla. Con esto, ha conseguido que Aitana se ponga roja como un tomate y la corresponda. Inclina la cabeza para apoyarla sobre su hombro y se mantienen en silencio. Pero a la joven del flequillo le dura poco esa inactividad.

Se queda mirando de reojo el perfil de la rubia, que muerde distraídamente su bocadillo, envueltas como están en ese silencio abrumador, frente al ruido de la cantina. Aitana, en ese momento, sabe que la quiere. A lo mejor, es el momento de decírselo.

—¿Podemos hablar? Es importante.

Nerea la mira con alegría, iluminando esos grandes ojos que a ella tanto le gustan. Parece agradecida de que la saque de ese lugar que la tiene aprisionada aunque sea unos minutos.

—Claro, ¿vamos a un sitio más tranquilo? —Señala alrededor, con toda la gente pasando y charlando.

Aitana asiente, porque lo que va a decirle es algo íntimo y que a lo mejor en otra ocasión no se atreve tanto a confesar. Así que cuantas menos interrupciones mejor. Salen de la mano del edificio hasta sentarse una junto a la otra en un banco de la entrada. Ahí casi nadie va en los recreos, así que lo tienen para ellas.

—Cuéntame. —La rubia apoya sus manos sobre las contrarias, apretándolas como para darle ánimos. Si ella supiera...

—A ver... —trata de empezar— esto que te voy a decir es muy complicado. Sobre todo por todo lo que implica para nosotras y nuestra amistad. Así que lo voy a decir de corrido...

Sueña-One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora