Capítulo Veintidós

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Veinticinco años

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Veinticinco años

—Gracias, señor McConald, recuerde que ésto debe quedar entre los dos —le digo al teléfono  antes de despedirme mientras juego con los mellizos. 

—¿Con quién hablabas? —me pregunta Dylan entrando al apartamento. 

—Hola, cuñadito, yo estoy muy bien y ¿tú? —saludo sarcásticamente. 

—¡Como si tú fueras así! Me tratas como ratón en cocina —dice con un puchero. 

—¡SHOWSERO!

—¡Mira mis morados, socia, míralos! —grita dejando ver los morados que le he hecho días atrás. 

—Ay, cállate —respondo mientras miro hacia otro lado. 

—¡Dylan: 59!

—Amanda: 200 —dice Cole, saliendo de nuestra habitación. 

—¡Déjame disfrutar del momento! 

—Amanda es la ganadora, hermano. 

—Malditos, conspiran contra mí. 

Reí y seguí jugando con los bebés. Comencé a notar que Eleanor era rubia y Asher pelirrojo. Cada día se parecían más a nosotros. Tocaron a la puerta. 

—¿Esperan a alguien? —preguntó Dylan. 

—No —respondimos a coro. 

—Rose, hola —saludó Cole al abrir— ¿estás bien? 

—Rose —susurro y me levanto inmediatamente a abrazarla. Tenía los ojos rojos y se veía enferma. 

—A-Andrew me ha estado golpeando y hasta ahora logré escapar. Amanda, tengo miedo—

—Lo mataré —juro y ella llora más. 

Mis padres ya están enterados y tomarán acciones legales

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Mis padres ya están enterados y tomarán acciones legales. Irá preso y yo sigo manteniendo las ganas de ir a matarlos. Dormiré con mi hermana y Cole estuvo más que de acuerdo. 

Mi hermana lloraba en mi pecho, diciéndome lo avergonzada y arrepentida que se encontraba por haberse enamorado de ese hombre. Yo sólo podía consolarla y darme cuenta lo afortunada que era. A la mañana siguiente me levanté ha hacer el desayuno para todos. Era mi turno de cuidar a mi hermana. 

Cuatro meses después

Rose se fue a vivir de nuevo con mis padres mientras se volvía a establecer en Estados Unidos. Mis mellizos empezaron a gatear por lo que era más complicado cuidarlos, y Dylan se ofrecía pero me los devolvía rápidamente al ver su casa destrozada una y otra vez. 

—Amanda —me llamó Cole—, ¿por qué despidieron a Adena?

—Ah, no sé. 

—¿En serio? Es su tercer trabajo y está despedida, es muy curioso, ¿no? Todo eso después de pelear contigo. 

—No sé, Cole —mentí. 

—No estás siendo Amanda sino una niña mimada. 

—Sabes que no. 

—Pues ya no sé. 

—¿Y qué te importa ella?

—Amanda, me importa nada, eres tú, ¿desde cuándo eres así?

—No me gusta que se metan conmigo.

—No podemos evitarlo, Am, ella es alguien que no tiene la suerte que tú. Deberías ser más considerada. 

—...

—Amanda, no quiero que dejes de ser tú sólo porque alguien no sabe ser sí mismo. Me enamoré de ti, de tu personalidad, no de tu cuerpo... bueno, solo un poco, ni de tu dinero. Amanda, sólo déjalo ir y enfoquémonos en nuestros hijos.

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AY YISUS. EL CAPÍTULO FINAL YA VIENE Y EL EPÍLOGO. AH. 

Only you | Cole SprouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora