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Pan despertó de su trance invidicius y cayó en cuenta de que no había soltado el timbre. Apartó la mano rápido, sonrojándose por haberse perdido en sus pensamientos.

—¿Por qué tardan tanto en abrir? ―Gruñó.

Queriendo abrir a puerta de una patada, el párpado derecho de Pan empezó a temblar con impaciencia.

—Te dije: quizás no estén —insistió Trunks dándose la vuelta—, mejor regresemos otro día.

—¡Otro día, nada! Quieto ahí —le ordenó quietamente, malhumorada. Prometiendo dolor si el hombre daba un paso más.

Trunks Briefs. Él, el Presidente de Capsule Corp. Uno de los ex solteros más cotizados del país. El hombre que inspiraba miedo en sus arrogantes socios y quien daba una orden sólo para recibir como respuesta "sí señor", agachaba la cabeza cuando su prometida le gritaba. Congelándose al oír ese tono de demanda absoluta.

—Cómo tú digas —suspiró.

Pan tocó una y otra vez hasta que la puerta se abrió para dar paso a Videl Son.

Hermosa desde su concepción, no había duda de por qué Gohan solía acompañarla a toda reunión aburrida de Mr. Satan aun cuando al vencedor de del Juego de Cell odiaba ese tipo de organizaciones precisamente porque en ellas, Videl usaba vestidos que no hacían más que exaltar su bella apariencia y atraía a los indeseables a ella.

Ambas eran iguales en estatura (¡demonios!) y en varios rasgos físicos, pero Videl poseía unos brillantes ojos azules y una piel pálida mientras Pan apenas podía tolerar que sus propios ojos no fuesen iguales a los de ella. Y si bien lo de la estatura era tolerable, que los ojos oscuros y la piel tostada fuesen lo único que su padre le heredó al físico de su hija fue algo que irritó de sobremanera a Pan.

¿Debería llamar a Shen-Long para ver si podía acomodarla a su propio gusto? ¿Quién necesitaba doctores cuando se tenía a un dragón milenario para concederte deseos?

—¿Acaso quieres descomponer el timbre, pequeña? —Saludó Videl abrazando a Pan—. Trunks, ¿qué sorpresa?

Abrazándolo también, la mujer los dejó pasar ignorando el sudor frío en la frente del joven empresario.

Al pasar, ni Trunks ni Pan tardaron en darse cuenta del estado alborotado de la casa. Cuadros ladeados, lámparas volcadas.

Vaya... ni las plantas se salvaron.

—¿Qué clase de huracán pasó por aquí, mamá? —Preguntó picaronamente Pan a su madre.

La mujer le dio un golpe suave en la nuca.

—Ninguno que te importe, niña entrometida. Discúlpala, Trunks.

—¿Qué? —Chilló Pan—, ¿disculparme por qué?

—Silencio —la mandó a callar Videl.

Trunks saboreó el momento en el que Pan tuvo que cerrar la boca. Si él le hubiese dicho esa palabra, ella ya lo había encadenado a la cama y habría sacado su kit de disciplina, el cual si todos los hombres que estaban a punto de hacerle implorar piedad a Trunks, por estar con Pan, lo viesen sin duda se convencerían de que no era él el perverso en esta relación.

Había una buena razón para que Trunks ya no usase camisetas en presencia de nadie, ni siquiera en sus entrenamientos. Y eso era porque la pequeña Pan tenía una fijación un poco problemática (bastante picante) de hacerlo utilizar a él, cadenas sumamente pesadas (originalmente hechas para entrenar) para dominarlo mientras Trunks se esmeraba por liberarse y buscar su retribución. El hombre admitía que los juegos de Pan era algo interesante, muy apetecible, sin embargo varios de ellos le dejaban algunas marcas de las que nadie tenía que enterarse.

—¿Se les ofrece algo? —Les preguntó Videl al dejarlos sentarse en la sala.

Fue hasta la pequeña cocina de enfrente.

Pan no quiso saber qué había pasado en su antiguo hogar antes de su llegada, para que todos los sartenes estuviesen en el piso y pocos trastos se salvasen de chocar contra el suelo y matarse... era mejor resguardarse de preguntar.

—No, gracias —dijo la pareja al unísono.

Videl tomó un poco de té para sí misma y regresó con ellos.

—Entonces, díganme. ¿Qué pasa?

Pan miró a Trunks, éste asintió dándole pie para seguir.

—¿Papá está disponible? Quisiéramos hablar con los dos.

—Para ti querida, nunca estamos ocupados —masculló Gohan aún con su piyama puesta, tallándose los ojos.

―¡Papá! ¡Hola!

Pan se levantó para abrazar a Gohan, este le correspondió como todo buen padre amoroso. A pesar de los años, Gohan, como su esposa, se conservaba bastante bien. Sus músculos no habían desaparecido, su mirada al enfadarse seguía haciendo que sus enemigos se measen en los pantalones y su poder cada día se alzaba cada vez más y más hasta llegar a un actual punto donde era mejor no enfadarlo de ningún modo si querías conservar tus intestinos en su sitio.

Trunks tragó saliva.

—Buenos días... o mejor dicho, buenas tardes —se burló Pan, palmeando el brazo fornido de su padre.

Éste rio por el chiste de hija mientras que Videl torcía levemente los labios indicando su molestia.

—Buenas tardes también para ustedes —susurró Gohan tomando lugar al lado de su esposa.

—Ten, bebe un poco —le ofreció Videl de su taza a lo que Gohan no se negó.

—Gracias, Videl. ¿Y de qué querías hablar con nosotros con tanta urgencia?

Dándose otra mirada de apoyo, Trunks fue quien tomó la palabra.

—Gohan, Videl. Nosotros... nosotros vinimos aquí hoy porque queríamos...

Frunciendo el ceño, Videl ladeó la cabeza mirándolos a ambos, comenzando a armar las piezas en su mente; Gohan parecía mucho más extrañado.

—¿Sí? —Lo apremió.

—Queríamos... su bendición.

La joven de ojos azules abrió la boca como un buzón cayendo en cuenta de la única pieza de joyería que su hija llevaba. El hombre de cabello oscuro parecía no captarlo aún.

—¿Bendición? —Preguntó parpadeando, confundido.

—Así es, padre —dijo Pan tomando las manos de Trunks con las suyas—. Ayer por la noche Trunks me propuso matrimonio, y yo he aceptado.

𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒂𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒓𝒖𝒏𝒌𝒔  | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora