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―¿Capsule Corp.? ―Una secretaria de melena rizada y pelirroja contestó un teléfono afuera de una gran oficina―. Ya mismo paso la llamada ―apretó un botón del teléfono―, ¿señor Goten? El señor Kakisá en la línea dos. Los papeles referentes a la próxima junta directiva se han archivado en folders para mañana como ordenó y otra de sus exnovias llamó diciendo que también está embarazada de usted. Sí, como usted diga.

La secretaria pasó la llamada del señor Kakisá y regresó su atención al ordenador.

En el interior de la oficina, un apuesto hombre que bien podría parecerse al famoso peleador Son Goku (salvo por el corte de cabello), atendió la llamada del inversionista de la Capital del Sur con el que Capsule Corp. estaba haciendo negocios desde abril. El viejo estaba preparado para hacer una visita a Trunks y su mesa directiva mañana temprano. ¡Entonces el trato estaría hecho!

Al colgar su llamada, el apuesto hombre sonrió.

―Y mi madre decía que el que hablase mucho como mi padre, sería un problema para mí ―se burló Goten acomodándose el cabello rebelde de un movimiento de manos.

Puso atención en los papeles a firmar de su escritorio cuando el teléfono sonó de nuevo.

―Dime.

―Una chica llamada Kioky...

―No conozco a nadie con ese nombre ―la interrumpió desde el altavoz; firmó un papel el cual metió en un folder amarillo.

―Otra chica llamada Eliz...

―Dile que se vaya al demonio. ―Esa maldita ni siquiera había sido novia suya, sólo salieron una vez y fue ella quien dijo que no quería volver a verlo.

Curiosamente desde que se dio a conocer su estatus en Capsule Corp. A Goten le salían las exnovias hasta por debajo de las rocas. Hace dos años, su padre y el señor Vegeta habían estado fuera del planeta en su incesante búsqueda de seguir fortaleciéndose, Gohan (aunque hubiese retomado su entrenamiento) no tenía el interés de participar en torneos, Trunks tenía mucho trabajo en la compañía y al igual que Gohan ya no estaba interesado en seguir buscando la victoria en el Torneo de las Artes Marciales y por el resto, bueno, nada de qué preocuparse. Goten pudo ganarle a Bū en el último combate, quedándose con el premio mayor.

Su madre le había insistido porque invirtiese el millón de zeins en el campo que ella cuidaba junto a su padre, pero él ya había hecho otros planes. Saliendo de su universidad como uno de los mejores de su clase en relaciones internacionales, el estar tiempo de calidad con Bulma ayudándola con sus papeleos e inventos desde la secundaria y escuchar a Trunks quejándose día y noche sobre de lo que hacía en su empleo desde que asumió el cargo de Presidente, le habían sido de mucha utilidad a Goten a la hora de tomar un cargo importante como socio de una de las empresas más poderosas del mundo.

El año pasado no participó en el torneo siendo que esa vez fue Pan la ganadora. Pobrecita, ella quería ganarle a él hace 2 años en las semifinales y no pudo hacerlo, y tampoco en aquel momento pues Goten ya estaba ocupado partiéndose la cabeza con los archivos de la empresa.

Al principio al joven Son le costó un poco acoplarse al ritmo de la compañía, levantarse muy temprano sólo para encerrarse en una oficina era muy aburrido, pero después de meses y meses, Goten logró acostumbrarse. Tomar un ritmo fijo en sus entrenamientos como guerrero saiyajin y darse también un poco de tiempo para disfrutar de su soltería.

Lo gracioso era que desde que Gohan, Pan y él habían decidido entrenar junto a su padre, Goku se veía más animado y su madre con el dinero de los premios había logrado acumular cierta parte de la fortuna que tuvo el abuelo Ox-Satan cuando era asquerosamente rico.

―También ha llamado una jovencita de nombre Meri.

―Tampoco la conozco ―insistió Goten―, ¿algo más?

―Señor. La señorita Mabel...

Goten quebró la pluma, apartó la mano de los papeles y extrajo un pañuelo de papel para limpiarse la tinta.

―Dile que bese mi trasero, no quiero saber nada de ella.

Mabel. Desde que esa zorra en particular le mintió sobre haber tenido un hijo suyo y obligarlo a mantenerla hasta que el bebé nació, Goten le había tomado un profundo odio hacia ella. Fue sólo cuando el infante estuvo listo que se hicieron los análisis de sangre decretando así la mentira, Goten sin piedad la había demandado, echándola a la calle donde pertenecía.

La codicia de Mabel y su incapacidad de dejar la bebida fueron su perdición y el dolor de cabeza de Goten desde que la bruja hacía llamadas incesantes a su oficina para recibir otra oportunidad. Apenas se enteró de su buena fortuna lo persiguió como abeja a la miel. Sin detenerse un solo día.

En cuanto a ese bebé, bueno... él no pudo dejarlo ir con su padre el drogadicto que hace una semana se suicidó, tampoco refundirlo en un orfanato; así que ahora estaba en buenas manos en un sitio mucho mejor esperando su kit de sonajas nuevas.

―Dice que le regrese a su hijo.

―Pues según ella, era mío. Y según la corte, es mío. La quiero lejos de mi agenda ―repitió con severidad―, ¿alguna otra hemorroide más de la que tenga que preocuparme?

Afuera de la oficina, la secretaria iba a contestar pero se quedó muda cuando vio al jefe, de su jefe, andar por el pasillo.

Por más que Goten hablaba la mujer no podía simplemente parpadear, y no porque sus bragas se mojasen por el gran Presidente de Capsule Corp., sino porque era bien conocido que Trunks Briefs podría despedir en el acto a quien quisiera si algo de un empleado no le gustaba.

¡Yuka! ―Habló el señor Goten―, ¡te hice una pregunta!

Ignorándola por completo, Trunks Briefs abrió de una patada la oficina de su jefe.

Goten no se sorprendió, ya había sentido el ki de su amigo desde hace un par de minutos sin embargo no se esperó esa entrada. Con calma colgó el teléfono echándose sobre su silla.

Hey, hermano. ¿Por qué la violencia? ―Sonrió Son viendo de pronto la expresión enfadada de Trunks―. Hombre demente, ¿ahora qué hice mal?

Trunks cerró las puertas con un magistral movimiento de manos cuando estas rebotaron hacia él.

―¿Qué hiciste mal?

―¿Y tú? Vienes en tu día libre en vez de...

―Salgamos.

―Oye, me agradas pero ya te dije que soy heterosexual ―Trunks lo miró irritado―. Bien ―gruñó tomando el saco de su traje de un perchero―, ¿tardarás mucho?

―Eso depende de ti ―dijo Trunks siguiéndolo.

―Ya te dije que no estoy de humor para ser acosado sexualmente por ti. Lo nuestro es imposible.

―¡Déjate de estupideces!

𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒂𝒎𝒐 𝒂 𝑻𝒓𝒖𝒏𝒌𝒔  | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora