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Miedo, esa era la sensación que recorría el cuerpo del monstruo. Miedo por lo que fuera a descubrir.

Undyne estaba corriendo con todas sus fuerzas hasta el laboratorio de su expareja. Alphys no le había contestado las llamadas. Y Alphys jamás le había rechazado una.

En el camino logró llamar tres veces sin tirar su teléfono, pero eso no le funcionó a la cuarta. Ni siquiera pensó en regresar por él, no detuvo su marcha hasta llegar al hogar de la excientífica.

Sabía que ella vivía en un lugar sombrío, un lugar que contaba solo con la luz suficiente para alumbrar las casas de las personas, pero las calles solían estar llenas de vida. Por eso mismo le permitió quedarse a vivir ahí.

Ahora ni siquiera eso quedaba.

Polvo.

Había polvo regado por todas partes. Y la puerta de su amada estaba abierta de par en par.

El único ruido que existía eran los gritos de la oficial, y su promesa de terminar con la vida de aquel humano.

•••

—No hay ningún humano aquí, Chara.

El pequeño monstruo amarillo había estado habitando el lugar por dos horas, buscando alguien a quien poder preguntarle su localización.

—Ni siquiera parece que haya... vida. ¿No estamos en una ciudad fantasma?

El único ruido era la voz del propio monstruo.

No, sí hay humanos. Deben estar metidos en su propio mundo.

—¿Entonces no hay peligro? ¿Para qué trajiste un cuchillo entonces?

«Precaución». Soltó un ligero suspiro tras recibir esa respuesta.

—Entiendo. ¿Pero era necesaria también una sartén? Creo que Alphys se va a enojar cuando note que desapareció su edición limitada —bajó su mirada a su bufanda, era incómodo traer el mango del objeto sobresaliendo.

Es solo su anime. Mew Mew no es la gran cosa, pero es buen arma cuando no quieres matar.

—... Claro —y regresó su mirada al frente.

Un pesado silencio había estado ahí desde hace rato. Mike podía sentirlo claramente, sabía que algo andaba mal desde el momento en el que Chara había comenzando a comportarse así. Ella parecía estar esperando algo. Parecía saber qué sucedería a continuación.

El sentimiento de pesadez creció en cierto punto, logrando que comenzara a voltear a todas partes para revisar y mantener la seguridad de ambos. O al menos la suya.

En esta zona hay perros, ten cuidado.

Casi soltó un grito por eso, regañando a su amiga por haberle hablado de la nada sin tener en cuenta aquella sensación de acecho.

No te preocupes, siempre ha sido normal aquí.

—¿Normal? ¿Has estado aquí alguna vez? —preguntó, obteniendo un "Sí" de parte ajena—. ¿Cómo lo conoces? ¡Este lugar está muy lejos del Monte Ebott!

Lo sé —aquello fue más que una afirmación—. Frisk contaba con opciones al final de su recorrido. En varias ocasiones quiso regresar a su ciudad natal.

Ciudad natal. Ése era el lugar donde su supuesto «mejor amigo» había crecido. O tal vez se estaba equivocando.

—Jamás nos gustó este lugar, es lo único con lo que él y yo concordamos.

Asintió. A él tampoco le gustaba, le producía escalofríos el lugar. ¡Y eso que pasaba días enteros en Snowdin!

Pero ya sabes, el sentido de pertenencia humano es extraño. Siempre le divirtió ver a los monstruos en la televisión, luchando por tener derechos.

Conforme más escuchaba más tenía en cuenta algo: Frisk no era lo que parecía en el subsuelo, jamás lo sería porque el humano nunca fue él mismo. ¿Alguna vez conocería a alguien que sí lo fuera? ¿A alguna persona que no contara con algún lado misterioso?

Supuso que no. Después de todo las personas siempre guardaban partes de sí, ya sea para no ser juzgados o para no provocar que todos se alejaran.

Y Monster Kid lo entendió, entendió que las personas ocultaban lados buenos, lados malos, lados neutrales.

—Chara, ¿crees que Frisk se arrepienta en algún momento de lo que está haciendo?

Tenía una esperanza, sin embargo.

Lo hará en el momento en el que se quede solo de nuevo.

El humano podía cambiar si quería. Quería creerse eso. Quería creer que Frisk solo necesitaba comprensión o cualquier cosa por el estilo.

Pero muchas veces no fue así. Él... él reseteaba y hacía genocidios enteros de nuevo.

—Entonces creo que jamás seré capaz de perdonarlo.

A la distancia relució un punto amarillo.

¿Perdonarlo? ¿Planeabas perdonarlo...? ¿Incluso después de todas las cosas que ha hecho?

El asentimiento del menor la hizo enojar, forzándose a materializar su cuerpo. Le tomó por los hombros, sacudiéndole.

¡Debes estar bromeando, Monster Kid! ¡Lo que sucede ni siquiera es por mí! ¡E incluso así la culpa me la echan a mí!

Chara estaba llorando.

Eso era algo que por más reseteos que hubiera nunca podría olvidar.

Sentía las frías manos de su compañera en sus hombros, la sensación era notoria incluso pese a la tela.

—La culpa no es tuya.

En su rostro se formó una ligera sonrisa, dejando que aquella vocecita ahora materializada frente suyo le abrazara.

—Me encargaré de que la culpa desaparezca. Y si tengo que ayudar a que Frisk sea eliminado entonces lo aceptaré.

Archivo salvado.

Sinner [Monster Kid fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora