Capitulo 42: ¿Qué significa esto?

7.3K 294 11
                                    

Capítulo 42: ¿Qué significa esto?

- ¿A dónde vamos? - pregunté como una niña haciendo berrinche por vez ciento setenta y ocho en la noche.

- Falta poco, curiosa. Si lo vuelves a preguntar, me veré obligado a hacerte cerrar la boca también. - bromeó.

Hice un puchero pateando el suelo, acción que lo hizo soltar una risita ronca. Deduje que estábamos en un ascensor ya que al escuchar un sonido de un botón la sala donde estábamos comenzó a ascender. Desde que estábamos en el auto una cuadra antes de llegar, me tapó los ojos. No pude evitar pensar que si lo de cerrarme la boca era lo que yo interpretaba, no me molestaría para nada que lo hiciera.

- Vamos. - soltó al mismo tiempo que se escuchaba el sonido de una puerta electrónica abrirse.

Apretó mi mano suavemente y nos guió hasta un lugar desconocido para mi. Escuché como abría una puerta con una llave y luego la cerraba detrás nuestro. Oí el sonido de estas aterrizando sobre una superficie que supuse sería una mesa, y el sonido de unas bolsas. Volvió a guiarme hasta abrir otra puerta y de repente un viento pegó sobre mi cuerpo. Me asusté un poco, ¿dónde diablos estábamos?

Antes de que pudiera preguntar mi incógnita expresamente, soltó su mano y me quitó la venda. Delante de mi apareció una hermosa terraza, no muy grande, con vista hacia la ciudad. Tenía algunas plantas muy hermosas y algunas decoraciones aquí y allá. En un extremo había una mesa ya preparada con todos los utensilios, iluminada solo por la luz de una lámpara tipo vela en el medio. En el otro extremo había un sillón tipo hamaca iluminado con esas típicas lucecitas de Navidad, no muchas.

Me giré a verlo, confundida. Pude ver detrás de él un departamento con las luces encendidas, no muy grande tampoco y con decoración minimalista. No pude evitar pensar que era muy Liam.

- Bienvenida a mi departamento. - lo miré todavía más confundida. Tomó mi mano para guiarnos hasta la mesa y retiró la silla para que pudiera sentarme. - Lo compré en las vacaciones de verano, con el dinero que iba ganando trabajando en una constructora. Voy por la comida.

Desapareció por la puerta corrediza por la que salimos a la terraza. Me quedé mirando alrededor, las luces de la ciudad eran casi la única fuente de luminosidad presente. Cuando volvió, trajo consigo unas hamburguesas que se veían súper grasosas, riquísimas.

- No soy muy bueno en la cocina, y se que te gusta la comida chatarra tanto como a mi. - dejó los platos y se sentó del otro lado de la mesa.

- Si que pensaste en todo. - él le guiñó el ojo. - ¿Así que esto es tuyo?

- Sí. Estaba ganando bastante más de lo que necesitaba en la constructora y como pasaba la mitad de mi día ahí, tampoco hacía mucho para gastarlo. Me empezaron a quedar ahorros y decidí invertirlos rápido. Pensé que necesitaría un lugar para vivir luego de la secundaria.

Lo miré confundida. Según lo que había entendido, apenas terminara la secundaria quería irse a New York o Washington a alguna cara y prestigiosa universidad (en la que seguro obtendría una beca) para estudiar negocios. Jamás pensé que el quisiera quedarse aquí.

- Es un plan b, por si no consigo ninguna beca en las universidades a las que apliqué. Además quiero pasar los veranos y festividades aquí. Pensé que sería una buena inversión, ya que no tengo seguro el futuro más que aquí. - explicó antes de que pudiera preguntarle.

- Suenas tan decidido, como si ya tuvieras todo pensado y asegurado. Ni siquiera se que quiero hacer mañana. - suspiré.

- Es algo que siempre quise, hermosa. Desde pequeño este siempre fue mi sueño, siempre lo tuve claro. Que ese sea mi caso, no significa que sea o deba ser el de todos, cada uno descubre su vocación a su tiempo. Tienes todo el año escolar para pensarlo, e incluso después puedes tomarte un año sabático si quieres. No es necesario que te quemes la cabeza ahora. - su mano alcanzó la suya sobre la mesa y la apretó, dándole una sonrisa reconfortante. - ¿Tienes algo en mente? - volvió a su comida.

- Quizá licenciatura de historia, o recursos humanos.

- No hablemos sobre eso ahora. Es viernes a la noche. - dijo cuando terminamos nuestra comida.

Se levanto y extendió su mano para que la tomé, sin dudarlo la estreche y lo seguí hasta el sillón hamaca que se encontraba allí, tomó de un costado una manta tapándonos a los dos. Pasé mis piernas por sobre su regazo y apoyé mi cabeza en el otro lado del sillón, de manera que podemos vernos.

La pregunta del millón rodandaba por mi cabeza una y otra vez, como todo el día los últimos días. ¿Qué somos? ¿Cómo debo actuar?

- Liam. - llamo su atención. - ¿Qué es todo esto? ¿Qué significa esto?

- Significa... - dudó un poco su respuesta. - Significa que me gusta esto, que quiero estar así contigo.

- A mi también me gusta esto, no lo dudes. Pero... ¿qué somos? ¿Cómo debemos actuar?

- Somos lo que tú quieras que seamos, y actuaremos como tú quieras que lo hagamos, Scar. No hay otro lugar en el que me gustaría estar, no hay otra manera ni otra persona con la que quisiera estar pasando mi viernes a la noche. Dime tú que es lo que quieres. - me miró a los ojos, penetrante.

No pude hacer que salieran palabras de mi boca, así que me limité a acercarme, tomar su cara entre mis manos y estampar nuestros labios. Le expliqué con la intensidad de mi boca todo lo que no me animaba a decir, todo lo que las palabras no podían explicar por mi. Y recibí la misma fuerza en respuesta, como si quisiera confirmarme que todos mis sentimientos y pensamientos tácitos eran correspondidos.

- Entonces, ¿que significa esto? - bromeó con una sonrisa divertida al separarnos. Al ver que me mantenía callada, sin saber que decir, continuó: - Scarlett Carter, ¿puedo considerarte mi novia de ahora en más, o debería de hacer el ridículo y convertirme en un príncipe azul, llevarte a caballo y pedírtelo en una cena en un restaurant súper caro? Espero que no se la segunda opción porque no tengo un caballo ni dinero para un restaurant costoso. - bromeó.

Me reí. - Puedes considerarme tu novia, idiota.

Me acomodé esta vez con la cabeza sobre su pecho, mientras que sus dedos corrían por mi cabello y dejaba ocasionales besos en la coronilla de mi cabeza o en mi sien. Podía sentir la calidez de su cuerpo mezclada con la de la manta, y el ritmo de su corazón con sus toques dándome paz. Tanta paz, que sin querer queriendo me quedé dormida.

.

.

.

.

-S.

Jamás, Scarlett. (Promises #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora