Capítulo 01

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Frenó de golpe al estacionarse detrás de la camioneta de Brenton que estaba en la acera de su residencia. Katheryn aferraba el volante con bastante fuerza, sus lágrimas secas que tenía en las mejillas no la hacían lucir mejor. Se arregló todo lo que pudo y descendió del matiz para encontrarse con ese par que tanto quería en pleno día de San Valentín.

Aspiró con fuerza y recorrió el pequeño camino para llegar hasta la puerta, donde un guardia vigilaba la entrada con expresión severa.

-Buenas tardes—saludó ella, y sin esperar respuesta se deslizó hacia adentro en silencio. Una mano rasposa y ruda la sujetó del antebrazo evitando que avanzara.

-Me temo que no puede pasar.

-Soy amiga de Brenton Lawton—siseó, apretando los dientes. Su paciencia se había disipado por completo y tuvo que tragarse las ganas de quemar vivo al sujeto.

-¿Nombre?—inquirió, sin soltarla del brazo.

-Katheryn Levis…

Con una sola mano, el guardia rebuscó en una libretita de bolsillo. Dos páginas, tres páginas…

-Uhm… aquí estás—la miró y se encontró con sus ojos grises ardiendo de frustración—puede pasar.

La rudeza con la que ella se deshizo de su agarre fue incontrolable. Entró al jardín rechinando los dientes, sintiendo la mirada del guardia sobre su espalda. El pobre hombre estaba perplejo de solo verla.

Al acercarse más a la puerta de entrada, Katheryn se percató de que todo estaba diferente a como recordaba. Meses atrás había estado allí y había terminado en el hospital junto con Brenton, el escalofrío del recuerdo le caló los huesos.

Con el brazo tembloroso, alargó la mano hasta el timbre.

Esperó a que abrieran la puerta. Pasó aproximadamente seis segundos hasta que la puerta por fin se abrió. El rostro de Mattie fue lo primero que Katheryn observó.

-¿Señorita Levis?—dijo Mattie, la ama de llaves, con voz severa y sin creer lo que veía sus ojos.

-Hola, Mattie. ¿Puedo pasar?

-Adelante, pase—esbozó una sonrisa—hace meses de que no venías y tampoco Brenton sabía nada de ti, ¿Dónde estabas?

El olor a casa, amor y tranquilidad, esfumó la barrera de fuerza y autocontrol de todo su ser. Miró a Mattie a la cara, sin inmutarse que ella la mirara, colocó sus manos en su rostro y rompió a llorar sin miramientos.

La señora se abalanzó sobre ella y la arrulló en sus brazos todo el rato que se tomó para llorar, sus hombros temblaban y sus sollozos eran inaudibles. Mattie le acariciaba el cabello—algo desordenado—y la espalda, reconfortándola.

-¿Qué pasó, pequeña? ¿Quieres contarme?—le susurró.

Katheryn asintió, sorbió por la nariz y fijó sus ojos en la tierna Mattie.

-Yo… perdí… al amor de mi vida…

-Oh cariño, no pasa nada—la arrulló de nuevo entre sus brazos—tal vez el chico no era el indicado para ti. Todo pasa por algo.

-Pero yo lo quería a él.

-Ese chico se pierde de una niña hermosa y dulce como tú. Ya llegará otra persona que…

-¡No! ¡Tú no entiendes, Matilde!—masculló. La mujer con expresión ceñuda, la miró sin entender—Ethan murió, se fue, me dejó…

En silencio, condujo a Katheryn al sofá de la sala para que se sentara. Compartía el mismo dolor que ella, ya que, en su juventud le pasó lo mismo. Su esposo falleció y ella quedó sola.

La Llave del SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora