Cuando piensas que todo podía estar saliendo a la perfección siempre habrá algo que te diga lo contrario, algo que te arruine tu felicidad.
Y esa era la absoluta verdad. Katheryn Levis presenció su pesadilla estando despierta.
Ethan dejó de agarrarle la mano para acercarse a Sam Blair y abrazarla con todas sus fuerza.
-¡No es posible que estés aquí, Sam!—le susurró él con cariño excesivo.
-¡Pensé que no te volvería a ver jamás!
Sintió que su mundo se partía en dos por segunda vez—la primera vez que sintió que su mundo se partía en dos fue cuando perdió a sus hermanos—.
Luke tenía la mandíbula apretada y los puños cerrados, y Heidi se plantó a su lado para abrazarla, pero lo que quería era echarse a llorar y matar a la rubia sin importar que antes había sido su mejor amiga. Después de haber hecho por fin el amor con Ethan, le sucedía eso. ¿Por qué tenía que pasarle todo eso a ella?
Tal vez su destino era estar sola como siempre lo había estado.
Se tragó las lágrimas y a paso firme se alejó de ellos para entrar al departamento. El primer amor nunca se olvida y esa era la prueba de esa estúpida frase de los libros patéticos que había leído años atrás, el primer amor no existía, ni el segundo ni el tercero.
Entró en silencio; ignorando a Brenton y Ben quienes la miraron sin entender pero se quedaron petrificados al asomarse a la puerta y ver semejante escena.
Gotas furiosas comenzaron a descender del cielo gris y nublado.
Entró a su habitación, cerró la ventana que daba a la calle y cerró la puerta con llave. No podía pelear por el amor de Ethan. Sabía que eso pasaría tarde o temprano y lo que quedaba por hacer era encontrar a sus hermanos y dedicarse solo a ellos. A pesar de haber cerrado la ventana, una ráfaga de aire la despeinó y le estampó el papel de Thorsten en el rostro que estaba pegajoso por las lágrimas ácidas de segundos atrás.
Cogió el papel y comenzó a arrugarlo para tirarlo pero un extraño “Pss” le hizo dar un respingo.
“Pss” una vez más. Provenía de la hoja.
La desdobló y leyó lo que estaba escrito.
Solo dame el brazalete de Quin y tendrás la dirección de tus hermanos.
De haber estado en otra situación lo habría mandado a la mierda. Pero su corazón estaba sangrando de dolor y le respondió sin pensar en las consecuencias.
Te daré lo que quieres pero quiero asegurarme de que no me estás mintiendo.
Yo soy un hombre de palabra. Ese brazalete te liberará de él y podrás estar feliz con tus hermanos.
¿Qué sabes tú de lo que siento por él?
He visto lo que pasó hace un momento y con más razón debes entregarme el brazalete.
¿Por qué me estás ayudando?
Por lástima. Te lo he dicho. Y no te hagas ilusiones, ahora dame el brazalete.