Semanas atrás…
Domingo, 13 de abril, 11 am.
Coatzacoalcos, Veracruz.
Ethan se sentó en la arena con la mirada perdida en el mar. Ilusionado de encontrarla, ansioso por abrazarla y besarla y decirle que no podía estar separado de ella ni un solo segundo.
Revisó su reloj centenares de veces, a las once en punto Thorsten le había dicho que ella llegaría y lo hizo.
Lucía más bella que de costumbre. Tenía puesto un vestido escarlata hasta la rodilla, su cabello estaba adornado por una diadema de flores, tenía los labios pintados de brillo labial y los ojos delineados. Sus grisáceos ojos estaban fijos en él.
Ella sonrió con gentileza mientras se acercaba lentamente a él por la playa. Viéndola desde un ángulo opuesto al sol, parecía un ángel.
Y él no pudo evitar devolverle la sonrisa. Se puso de pie y el aire le alborotó la camisa y el cabello.
-¡Florecilla!—le dijo en cuanto logró tocarla—has venido.
Pero ella frunció el ceño, enfadada. Aquella sonrisa había desaparecido.
-¿Estás bien? ¿Por qué te fuiste sin decirme? He estado…
-Alto—dijo—no quiero escuchar ninguna tontería de parte tuya.
-¿Qué te ocurre?—intentó agarrarle la mano pero ella retrocedió—sé qué estás enfadada por Sam, pero tienes que entender que yo no la quiero—agitó las manos con nerviosismo.
Ella sonrió lobunamente y soltó una carcajada arrogante. Nada usual en ella.
-¿Crees que me interesa? Tu vida es un cero a la izquierda. Ya no siento nada por ti, Ethan. Encontré a alguien mejor que tú y lo quiero más de lo que alguna vez te quise.
Sus palabras le taladraron el corazón y parpadeó estupefacto por su honestidad. El color verde esmeralda de sus ojos se fue opacando hasta quedar idos en los de ella.
-¿Y sabes otra cosa? Si en realidad me amaras, jamás hubieses traído a la rubia contigo—graznó.
-¿Qué te ha pasado, Katheryn?
-Nada—espetó—Abrí los ojos y me di cuenta que amarte es mi boleto a la desdicha y al dolor.
Hubo un doloroso y estresante minuto de silencio por parte de ambos hasta que él decidió romperlo.
-¿Quién es esa persona que crees que es mejor que yo para amarte?—le preguntó con voz ronca.
-Thorsten Staggs. Él es una persona que puede hacerme feliz.
-Ahora entiendo por qué él me insistió a que te dejara en paz. Todo tiene sentido ahora.
Ella asintió, sonriendo.
Ethan sintió que algo dentro de él se rompía y amenazaba con jamás volver a repararse.
-Ya es hora de irme, Ethan—dijo ella mirando atrás por encima del hombro—Thorsten y mis hermanos me esperan.
-Júrame que ya no me amas—insistió él con los ojos llorosos y con un nudo en la garganta— ¡Júramelo!
-Te lo juro—dijo indiferente, mirando el mar.
-Júramelo viéndome a los ojos, Katheryn.
Sus ojos grises se prostraron sobre los suyos y con toda la certeza del mundo respondió.
-Ya no te amo, Ethan, te lo juro.
A él comenzó a temblarle la barbilla, asintió y giró sobre sus talones echándose a correr por la playa en dirección opuesta a ella. Estaba destrozado.
Y si ella había logrado enterrar el gran amor que se tenían, él también podría hacerlo.
Se subió a su matiz, se limpió las acidas lágrimas de sus mejillas e hizo despertar a Sam. Ella despertó aturdida.
-¿Ethan?
-Hola, bonita—le sonrió forzadamente y encendió el auto— ¿quieres ir a comer?
-Primero que nada, ¿Dónde estamos?—escudriñó todo lo que estaba a su alrededor.
-Estamos en Veracruz.
-Viniste detrás de Katheryn, ¿no?—espetó.
-Sí, pero no tienes nada de qué preocuparte—se encogió de hombros—ella encontró a alguien más y yo ya no puedo seguir buscándola.
Sam entornó los ojos, incapaz de creerlo y antes de que pudiese emitir una palabra, él la besó.
La besó como hubiera querido besar a Katheryn.
Segundo después, se separaron para tomar aire.
-¿Esto qué significa, Ethan?—preguntó ella con cierta ilusión.
-Significa que quiero retomar el tiempo perdido. Quiero estar de nuevo contigo, Sam.
-¿Hablas en serio?
-Nunca he hablado tan en serio en mi vida. Katheryn ha quedado en el pasado.
FIN