Capítulo 08

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Distrito Federal,    6 am

El amanecer era difícil verlo entre todos los edificios, apenas una leve luz del sol se filtraba entre los cristales.

-Ya estamos en el corazón del país—farfulló Luke.

-Quiero matarte, Luke—siseó Katheryn, llena de cólera.

-Por centésima vez, ¡Yo solo le hice un favor! Él quería largarse a California y lo llevé, si quieres matar a alguien, mátalo a él—bufó.

-Nadie matará a nadie—espetó Heidi—si él quería irse, es su decisión.

Se largó porque peleamos, Heidi.

 

¿Qué le dijiste?

 

Olvídalo.

 

Heidi le regaló una mirada furtiva a su amiga y se dedicó a ver la ciudad.

Y Katheryn seguía molesta con Owen. La había dejado para irse con Clara. Lo odiaba.

Se había enfadado con ella y luego se había largado con su amiga, ¿Qué lógica tenía? Ninguna.

Gabriel les indicó por dónde ir, sin embargo Luke ya sabía la mayoría de calles porque había pasado una temporada ahí años atrás y lo recordaba a la perfección. En realidad no había ido exactamente, sino que durante años se la pasó viendo los programas mexicanos y las calles las reconocía. A metros más adelante, Brenton y Ben se doblaron en una esquina y ellos también. Katheryn se había reusado a seguir conduciendo. Su mente solo estaba centrada en Owen, solo en él. Se sentía herida.

-A unas cuadras del zócalo hay un hotel donde podemos hospedarnos—dijo Gabriel—se llama Cuba, hotel Cuba.

-¿Dónde queda?

-Veamos… ¡Ahí! Dobla a la calle república de Chile y luego a la calle república de Cuba.

-¿A caso todas las calles tienen nombres de países?—preguntó Heidi, asombrada. Gabriel solo asintió, estaba atento a Luke.

-Ya está, ¿ahora a dónde?

-Allá está—dijo señalando un letrero en vertical con las palabras “HOTEL CUBA” en mayúsculas—hay estacionamiento especial, no se preocupen por el coche.

Katheryn escudriñó el hotel de arriba abajo. Aparcaron en la entrada principal, detrás de ellos estaba Brenton y Ben, esperándolos.

-Yo me encargo de todo, ¿está bien? Solo bajen sus pertenencias—anunció el Gabriel al bajar.

El reloj marcaba las seis con quince minutos de la mañana y los parpados le pesaban por haber estado toda la madrugada pensando en las diferentes formas de matar a Owen.

-Saca tu encanto, Gabriel—le dijo Heidi, riéndose. Él rodó los ojos divertido.

Todos bajaron sus maletas y aguardaron a entrar. Gabriel fue el primero y esbozo una sonrisa radiante ante la recepcionista. Todo era lujoso, incluso el uniforme de los botones.

Katheryn espero con impaciencia.

Con toda la seguridad del mundo, Gabriel se postró frente a la recepcionista que había estado ignorándolo por diez segundos y dijo:

-Quiero dos habitaciones con doble cama matrimonial, por favor.

-¿Con jacuzzi o sin jacuzzi?—respondió la chica con aburrimiento pero cuando alzó la mirada a los ojos de él, se quedó inmóvil. Sus mejillas enrojecieron y sonrió tontamente.

La Llave del SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora