Arcane

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Soy detective, mi nombre es Howie Lucio McFarlane. Trabajo como investigador independiente para aquellos que tengan el dinero suficiente para pagar mis servicios. Confía en mí cuando digo que siempre hay gente dispuesta a pagar por localizar parientes perdidos o niños desaparecidos. Hace aproximadamente un mes, sin embargo, se me acercó un hombre que no me buscaba por cualquiera de las razones antes mencionadas, sino para cazar a la persona que le había arrebatado a su esposa. Los acontecimientos siguientes son, probablemente, el fracaso más grande en mi carrera hasta la fecha y que, por pura idiotez, he decidido volver a contar aquí por razones personales. Tal vez algún día voy a ser capaz de mostrarle esto a mi esposa y, finalmente explicarle por qué es que empecé a cerrar las puertas y ventanas de manera ritual cada noche antes de acostarme.

Dejando esta introducción aparte, estaba preparándome para salir de mi oficina para el almuerzo, cuando un hombre se me acercó. Me cercó, quiero decir que se abrió paso en mi oficina y exigió verme antes de irme. Al ver el gran fajo de billetes que sacó del bolsillo, decidí rápidamente que sea lo que sea que quería, definitivamente valía la pena. Volví a colgar mi desteñida gabardina marrón en el estante, en la esquina de la habitación detrás de mi escritorio y me senté en mi silla, haciendo un gesto para que él hiciera lo mismo dejándonos a los dos posicionados uno frente al otro.

Los rasgos del hombre reflejaban la tensión de, posiblemente, haber llegado justo a tiempo antes de que me vaya, y ahora parecía un muñeco de felpa recostado en el asiento barato de mi oficina. Recuerdo haberlo visto por encima más de una vez; nada me hacía suponer de dónde había sacado todo ese dinero en ese momento. Sus ropas estaban arrugadas, como si hubiera tenido algún tipo de actividad física; el sudor alrededor de sus axilas parecía todavía estarse secando. El tipo necesitaba un afeitado, círculos oscuros colgaban bajo sus hinchados ojos; uno más amplio que el otro y parecían ennegrecerse. "¿Noche difícil?" Le sonreí.

"Se podría decir que algo más que eso,"murmuró. Me dio un breve recuento de los acontecimientos de su noche: la bebida, la discusión, la pelea en el bar. Su resumen explicaba un poco de por qué estaba tan desaliñado, pero no obtuve una respuesta en cuanto a por qué no había estado durmiendo o por qué estaba allí. Su nombre, Scott Lawson, un contador de impuestos que, investigando en línea había decidido que era el mejor candidato para lo que necesitaba."Necesito"-parecía tener problemas al hablar-"que encuentres a alguien por mí". Estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Asentí con la cabeza en una falsa simpatía y le pedí que continuara.

La explicación que me dio, es tal cual sigue.

Unos años atrás había conocido a una chica llamada Lindsey Voss y con el tiempo, se había profundamente enamorado de ella. Se casaron un año más tarde y habían estado viviendo su... "felices por siempre" hasta su muerte prematura, aproximadamente unas pocas semanas antes de nuestra reunión. Los policías determinaron que fue un homicidio y el marido, ahora viudo, estaba seguro de que no estaban haciendo todo lo posible para resolver el caso, que es donde entro yo a tallar y salvar el día. La paga era buena, así que le hago una oferta y de inmediato hago una llamada al departamento de policía del condado, en un rápido intento de poner mis manos en los archivos implicados en este caso.

La obtención de lo que necesitaba resultó más fácil de lo que esperaba. Al parecer, la fuerza policial estaba ocupada con un gran cargamento de droga y estaba más que dispuesta a tener ojos que trabajaran para ella y que pudieran ahorrarle algo de mano de obra. El archivo llegó unos días más tarde, después de pasar por las vías adecuadas, y pronto tuve en mis manos copias de los documentos y fotografías de la escena del crimen. Las imágenes las guardé para el último, primero decidí leer la causa de muerte del forense. Fue simplemente declarado como: hemorragia debido a traumatismo infligido por la fuerza del fémur de un anciano, encontrado también en la escena del crimen. El resto del archivo estaba lleno de información básica sobre la chica, como su nombre, edad, peso, tipo de sangre, y otras cosas tan triviales que no llamaban mi atención. Pase de las hojas y seguí adelante con las imágenes, mientras reventaba un pedazo de goma de mascar en mi boca de aburrimiento. Esta sería mi primer vistazo real al caso, luego del testimonio afligido del marido.

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