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Los ojos de Dean se abren a una extensión de sábanas blancas. Parpadea dos veces ​​para despertarse y con la mano derecha se limpia los ojos cansados. Estira la misma mano sobre la cama y siente las sábanas, aún cálidas. Castiel, dondequiera que esté, no se ha ido por mucho tiempo. Un gemido se escapa de sus labios cuando se da vuelta sobre su espalda, cada músculo protestando. Echando un vistazo al reloj de alarma, ve que ha estado dormido durante más de diez horas, pero todavía no parece suficiente. Después de un día agotador como el de ayer, siente que podría dormir durante una década, y tampoco está muy entusiasmado por enfrentar a Castiel.

Dean tira las cobijas hacia atrás y balancea las piernas hacia un lado. Cuando la niebla de sueño se aclara, se da cuenta de que la puerta del baño está cerrada y la ducha funciona. No hay forma de que Castiel sea lo suficientemente tonto como para bañarse con un yeso, ¿o sí? Cruza hacia la puerta cerrada y golpea fuerte tres veces.

-¿Cas?-

-¿Qué?- Castiel grita a través de la madera y el sonido de la ducha.

-¿Estás bien ahí? ¿Necesita ayuda?-

-¡Estoy bien!-

Dean apoya la frente contra la puerta y suspira -¿Estás seguro? Tienes que mantener el yeso seco, Cas.

-¡Lo sé!- Castiel le responde bruscamente -¡No soy idiota!-

-No te dije...- Se detiene, dándose cuenta de que la conversación solo terminará en una discusión. -Haré algo de desayuno, grita si necesitas ayuda-

No hay respuesta, no es que Dean esperara una. Se cambia rápidamente, poniéndose su par de jeans favoritos. Los ha tenido tanto tiempo que se han caído los bolsillos traseros, y hay dos agujeros bastante grandes en las rodillas, pero son cómodos, y no es como si tuviera muchas oportunidades para comprar ropa. Benny le trae ocasionalmente una camiseta y un paquete de calcetines cuando le pregunta, pero vivir solo significa que realmente no le importa cómo se ve. Coge una camiseta limpia del cajón y se la pone, junto con una camisa negra descolorida, haciendo rodar las mangas hasta los codos.

Baja las escaleras hacia un Impala que camina de un lado a otro, y trata de evitar tropezar con ella mientras abre la puerta trasera para dejarla salir. Dean no se preocupa cuando corre hacia el bosque; ella conoce el área lo suficientemente bien como para no perderse, y sabe que ella volverá por comida en un momento.

Su estómago le recuerda que Impala no es el único que necesita comida. Se siente como una eternidad desde que comió por última vez. Castiel debe estar tan hambriento como él, se da cuenta, y se zambulle en la nevera para buscar los huevos. No es un chef gourmet, pero puede preparar un gran plato de huevos revueltos.

Por un momento se siente como si nada hubiera cambiado, como si Castiel nunca apareció y puso su vida al revés. Es solo él, Impala, y mucho bosque. Trabaja con calma, enciende la estufa, rompe los huevos en una sartén y fríe el tocino en otra. Está casi listo cuando oye el sonido que hacen las muletas de Castiel, al bajar por las escaleras, sus muletas impiden que se caiga por ellas.

-¿Necesitas algo...?-

Castiel lo corta con un resoplido y una maldición -Puedo manejarlo- añade.

Dean levanta las manos en señal de rendición -Sólo estaba comprobando- Se da vuelta y se congela. Si pensó que Castiel se veía bien mientras estaba acostado herido en la cama, ciertamente se ve mil veces mejor después de una ducha, su cabello peinado hacia atrás, sus mejillas rojas, y su camiseta presionada contra su húmedo pecho esculpido. Dean traga.

Afortunadamente, Castiel no se da cuenta, demasiado concentrado en bajar los últimos pasos. Cuando levanta la vista, Dean se ha girado para evitar que los huevos se quemen. Se agacha para sacar dos platos del armario y siente que la lujuria de Castiel se dirige hacia él. Gira la cabeza y mira a Castiel, quien solo lo mira con ojos inocentes, sabiendo exactamente lo que estaba haciendo.

Sálvame (Omegaverse) | DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora