Capítulo 42

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Pasaron tres días y nadie de la manada había aparecido en la casa. Mis nervios eran cada vez peores y supuse que estar embarazada no ayudaba a mantenerme calmada.

Paseé hasta desgastar el suelo. Una y otra vez.

El segundo día Billy pasó por el garaje. Él, vivía de nuevo en la casa ya que su hija mayor había vuelto a Forks. Rachel la hermana de Jacob y la nueva impronta de Paul.

-No es sano para nadie estar encerrado, y menos para un lobo.- dijo desde la puerta.

-Es culpa de Jacob.- me quejé.

Él rió.

-No lo dudo, pero eso no quita que no puedas venir con nosotros a la casa.

Acepté su invitación. Después de pasar tres días en un garaje de diez metros cuadrados no había mucho que pudiera rechazar.

Fue entonces que me percaté de que el cambio de vivienda implicaba convivir con Paul. Pero ya era demasiado tarde para rechazar la oferta.

Paul me miró con mirada socarrona.

-Así que Seth ha estado haciendo de las suyas.- dijo.

Le gruñí. No estaba de humor para sus bromas.

Él rió.

-Humor de embarazada.- dijo.

Asesinándolo con la mirada Billy se aseguró de mantenerme ocupada en la cocina, lejos de Paul.

Pasé el día con él y Rachel, cocinando y hablando. Y fue mucho más llevadero que los tres anteriores. Pero cuando al cuarto día yo seguía sin haber entrado en fase mi organismo se empezaba a impacientar.

Solo había estado una vez tanto tiempo como humana, y había sido por qué estaba herida. No tenía ninguna intención de repetir esa etapa.

Me levanté de la cama de Jacob. La que había estado ocupando. Y escuché. Rachel y Billy parecían estar hablando en el salón y los ronquidos de Paul fueron mi señal.

Ninguno de ellos era lobo, por lo que tenían sentidos humanos. Abrí la ventana de la habitación de Jacob con cuidado. No tuve que pensar mucho para saltar.

Había estado pensando en la orden de Jacob. Él solo había usado su voz de alfa para prohibirme luchar y para que me fuera.

Pero no había dicho a dónde debía ir.

Una vez fuera de la casa me apresuré en correr fuera del claro. No entré en fase, no quería llamar su atención. Cuando iba a llegar al límite del bosque un gruñido hizo que me detuviera.

Un enorme lobo negro apareció frente a mí. No me costó reconocerle.

-Hola Sam.- saludé inocente.

Él cambió de fase.

-Vuelve a la casa Jane.- dijo serio.

Le miré con rabia.

-¿Qué mosca te ha picado? ¿Obedeces a Jacob?

-No hace falta, todos estamos de acuerdo, y vamos a cuidar de ti y de tu hijo.

-No todos estamos de acuerdo.- discutí.

A mi espalda escuché la risa de Paul. Se acercó a nosotros.

-Se suponía que la vigilabas.- le gruñó Sam.

-Me quedé dormido.- se excusó, ya no parecía tan divertido.

Bufé molesta.

-¿Qué se supone que pasará conmigo? ¿Me tengo que quedar encerrada hasta que os dé la divina inspiración de dejarme salir?

Paul miró a Sam, rogando, como si él tampoco quisiera vigilarme todo ese tiempo.

-Visitemos al viejo Quill.- dijo Sam.- al menos podrás dar una vuelta.

Casi salto a abrazar a Sam. Casi.

-Gracias, gracias, gracias, eres mil veces mejor alfa que Jacob, ¿Lo sabías?

Sam hizo una mueca parecida a una sonrisa.

-Iremos más rápido en fase.- dijo.

Yo hice una mueca.

-No si quieres que Jacob venga corriendo y me ordene quedarme sentada en el sofá.

-Tú no tienes que entrar en fase, irás sobre Paul.

-¿Qué?- se quejó Paul.- No soy ningún poni de feria.

Sam le miró mal y el calló.

-Así aprenderás a no quedarte dormido en cada esquina.

Paul bufó y entró en fase. Sam lo imitó justo después.

El lobo de Paul me llegaba a la altura de los hombros por lo que tuvo que agacharse para que pudiera subir.

-Si Seth viera esto nos mataría a los dos.- mascullé.

Percibí una risa lobuna por parte de Paul. A todos les había hecho gracia las reacciones de Seth.

Eso no hizo más que dolerme. Seth tampoco había sido capaz de venir a verme ni una sola vez. Nunca habíamos pasado tanto tiempo separados y de pronto no estuve tan segura de que le molestara que me acercara a otros lobos.

Paul y Sam comenzaron su carrera y entre los árboles. Correr así como humana no era ni la mitad de divertido que cuando era lobo. Me agarré al pelaje de Paul y el dió un aullido de dolor. Parecía que nos estrellaríamos con los árboles en cualquier momento. Y si creía que le iba a soltar no iba muy bien encaminado.

Despues de unos diez minutos de tortura llegamos a la Push. Paul se agachó y pude bajarme. En cuanto salió de la fase me dedicó una mirada de fastidio.

-Casi me creas calvas.- se quejó.

Sam parecía divertido.

-La próxima vez la vas a llevar tú si tan divertido te parece.- se quejó Paul de nuevo.

-Camina y calla.- dijo Sam.

Los tres nos acercamos a una casa en el centro del pueblo. Era parecida a la de Jacob pero mucho mejor cuidada. En su interior una mujer nos abrió la puerta.

-Hola Sam.- saludó la mujer.- ¿Está todo bien con Quill? ¿Se ha vuelto a meter en algún lío?

La reconocí como la madre de Quill. Me resultó curioso que se parecieran tanto físicamente.

-Quill está bien, venimos a hablar con el viejo Quill.- dijo Sam.

La mujer me miró entonces.

-Así que tú eres la impronta de Seth, todos en la tribu hablan de ti.- dijo con el cariño de una madre.

Yo sentí como enrojecía. Paul rió.

-Se han puesto la pilas ¿No cree?- preguntó burlón.

-Si me lo preguntas diría que dieciséis años son muy pocos, pero todos parecen tan felices con la noticia que no seré yo la que diga lo contrario.

Sam parecía tan incómodo como yo. Mientras que Paul disfrutaba con mi sufrimiento.

-¿Podemos pasar, señora Ateara?- preguntó Sam.

-Claro Sam, pasad, siempre sois bienvenidos.

Él asintió y entró en la casa. Yo le seguí con miedo a quedarme sola con Paul y la madre de Quill.

Sam nos guió por el pasillo de madera hasta una habitación al fondo. No tenía puerta así que Sam dio unos toques en la pared.

Una Nueva Vida ~Seth Clearwater~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora