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Capítulo 03

Ya es el segundo día de clases y al parecer los profesores han vuelto con todo. Estoy en último año de secundaria y la verdad es que me habían dicho que era más fácil que los demás años.

La verdad, me mintieron.

Me encuentro en clases de Matemáticas, estamos en evaluación de repaso. Sobre temas del año anterior. No se me da tan bien en esta materia.
El tema principal es sobre Operaciones con Radicales.

No es una bonita manera de comenzar el día.

Resuelvo los ejercicios como puedo, creyendo en que el Universo me ayudará a pasar esta prueba.
Cuándo estaba por pasar al último punto, el timbre que indica cambio de hora se activa. El profesor se levanta para recoger los trabajos y yo me apuro por completar el ejercicio lo más rápido que mi cerebro me permite.

Lo veo acercarse y más me sudan las manos. A un banco de distancia logro colocar el último número dando por terminado mi trabajo de Matemáticas.

—¡Amén! —festejo parandome de mi asiento para entregarle al profesor.

—Espero lo mejor de usted, señorita Laudth.

—Lo tendrá, profesor. —éste asiente y sigue recogiendo trabajos.

Yo sonrío triunfante para levantarme y recoger mis cosas, las guardo en mi mochila para luego colocarla en mi hombro y así salir al patio del colegio.
Tengo una hora libre, ya que por el clima no tendremos deportes.

Contenta por haber entendido un ejercicio de matemáticas, me voy hasta las gradas de la cancha del colegio.
Gracias a las lluvias éstas están algo húmedas, pero sin importarme, me siento en ellas.

Este día he evitado al rubio, luego de su rechazo y enterarme que es gay, necesito espacio para procesar.

Sinceramente lo quiero y deseo lo mejor para él en todo momento, incluso si lo mejor no soy yo.

Saco de mi mochila unos sandwiches de queso vegano que me preparo mi hermana, y me permito deleitarme. También me coloco mis audífonos y le doy play a Coraline de Måneskin.

En esta canción encuentro tantos sentimientos. Es hermosa, melancólica y poderosa.
Coraline me recuerda tanto a mi hermana y a su historia con las drogas. Ha estado internada por tres años seguidos en un hospital psiquiatra para adictos en rehabilitación con problemas mentales.

Siento que ha pasado por tanto y ha sabido luchar. La admiro mucho. A ella y a las demás Coraline que haya, son fuertes y valientes por más que eso signifique tener miedo.

Solo que ellas son como el fénix, renacen de las cenizas, de su miedo.

Con lágrimas en los ojos, decido dar otro mordisco a mi sandwich. Aún con los ojos cerrados, me dejo caer en la letra de la canción sin ningún pensamiento fijo.

Antes de poder reaccionar alguien me quita un audífono de un tirón.
Lo miro enojada para luego encontrarme con nada más ni nada menos que a Jacob, aquel chico que había interrumpido su castigo.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunto enojada.

—Estoy limpiando, te he estado hablando por más de cinco minutos.

—Podrías tocar.

—Bueno, levántate. No interrumpas mi castigo otra vez.

Me levanto de mala gana y lo obvservo.
Está con el uniforme del colegio y con un trapeador en su mano. A lo lejos veo un pequeño balde negro. Frunzo el ceño y lo miro.

—¿Por qué vives castigado? —digo algo altanera.

—Eso no es de tu incumbencia. Si no vas a ayudar, muévete. —la insistencia en clara en su voz, pero no me muevo.

Mi curiosidad y ganas de pelear se han encendido.

—No quiero irme.

—Entonces limpia.

—Pero tampoco quiero limpiar. —Jacob ríe y eso me permite una vista profunda de su boca. Es algo ancha y con dientes grandes y perfectos, como si en algún momento tuvo que usar brackets. Al verlo reír tan abiertamente veo como esto no le provoca inseguridad alguna.

Se ve atractivo sonriendo.

—No todo es sencillo en la vida. Ayúdame así podrás sentarte a llorar más rápido. —dice para luego darse la vuelta para buscar el balde.

—¿Me has visto? —me siento apenada.

—Hasta el satélite te vio. —viene hasta mi y me pasa el trapeador —Pero no te avergüences, llorar es humano.

—¿Por qué debo ayudarte?

—Ya te lo he dicho, así recuperas tu lugar para llorar, más rápido y yo me largo cuanto antes. —baja unos escalones para buscar otro trapeador.

No había visto al segundo trapeador pero ahí estaba él, trapeando con Jacob las gradas.

—Pon algo de música, si quieres. Así pasa más rápido.

Rendida y solo porque no tengo nada mejor que hacer, busco una canción 'Piso' de Ecko y Bhavi y me digno a limpiar.

—¿Qué diablos pusiste? —pregunta Jacob.

—Es música para limpiar, solo escucha la letra. —digo graciosa.

Jocob niega pero lo veo tararear la canción. Animada paso el trapeador al ritmo de la música. Escucho la risa de Jacob por encima de la música. Por instinto y por diversión, también río.

Lo veo venir hacia mi con el balde y su trapeador mientras ríe.

—¿De dónde son esos cantantes?

—De Argentina, el género musical se llama Trap, de ahí la letra.

—¿Conoces Argentina?

—Mi padre es argentino. —Jacob asiente y yo lo copio.

—Ve a limpiar abajo, yo voy arriba. —ordena.

Sin emitir sonido alguno, voy bajando grada por grada. Como el piso es de loza y al estar mojado se pone resbaloso, me caigo.
Me caigo hasta llegar al suelo sentada. Riendo logro escuchar como Jacob grita y viene detrás de mi.

Yo sigo riendo, Jacob frente a mi me ayuda a pararme mientras no para de repetir si estoy bien.

—Dios, me asustaste. —dice y veo su cara de preocupado, ya calmando mi risa lo miro apenada.

—Siento haberte asustado, no quise preocuparte.

—No te preocupes, ¿Segura estás bien?

—Fue solo una caída, Jacob. Estoy bien.

—Perfecto, ahora hay que limpiar todo el desastre que hicimos.

Miro gradas arriba y veo como el balde con agua sucia esta caído y con el agua esparcida por las gradas.

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