CAPÍTULO 10

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El techo colapsó, una nube de polvo nublo la visión por un momento, luego empezó a dispersarse dejándome ver a la temible bestia sacudirse el polvo.

Aunque hay oscuridad, puedo verla a la perfección gracias a que el hueco que abrió en el techo deja entrar unos delicados y luminosos rayos de luz de luna, pero la pregunta es ¿Ella me ve a mí?, yo estoy inmóvil en la cama, mi corazón se acelera, mis manos tiemblan y sudan, trato de calmar mi agitada respiración pero no puedo.

¿Qué demonios debo hacer?

La bestia volteo su mirada hacia donde yo estoy, esos grandes ojos brillantes que como dos linternas me encontraron y me intimidan demasiado, se está acercando, el miedo me paralizo, no puedo mover ni un musculo solo puedo verla acercarse hacia mí, en mi mente ronda la idea de correr, pero mi cuerpo no reacciona, y antes de que me alcance pude ver que desde el agujero que la bestia hizo salto el cazador, cayó en su espalda clavándole una de sus hachas.

La bestia rugió y trata de quitarse al cazador de encima.

El cazador se cubre la cabeza con la capucha de su chamarra negra, y su rostro lo cubre con una clase de bufanda igualmente negra, solo sobresalen sus ojos, pero no los puedo ver bien con tanto movimiento.

—¡Corre!— grito el cazador.

Fue en ese momento cuando reaccione, me levante de la cama y trate de correr hacia la puerta, pero como la bestia se mueve hacia todos lados, con su enorme cola me dio un golpe que me mando volando hacia la pared, me hizo rebotar y caer al suelo, me quede adolorida en el piso.

—¡Rápido! ¡Levántate!— me dijo de nuevo, él sigue tratando de sujetarse a la espalda de la bestia, pero se resbaló y cayó.

La bestia me miro y corrió para atacarme, pero el cazador se interpuso y evito que me hiciera daño, uso un pedazo de madera para detener su mordida.

—¡Rápido corre!— insistió, me levante como pude y corrí hacia la puerta, no sé exactamente hacia dónde ir, si ya entro a la casa no queda lugar seguro, salir al bosque es entrar a su terreno de juego, así será más fácil para ella atraparme.

Todo está demasiado oscuro, apenas puedo ver por dónde voy, al bajar por las escaleras trato de no caer, pues mis piernas tiemblan, pero ya casi al llegar al final tropecé y caí golpeándome la cabeza contra el suelo.

—Maldita sea—dije frustrada de mi estupidez, la frente me está sangrando, puedo sentir como me escurre un líquido tibio. Arriba se escucha la bestia rugir y un montón de cosas romperse.

Me levante para esconderme en el sótano, pero mi tobillo izquierdo me duele mucho, supongo que me lo lastime al caer, escuche que alguien viene bajando por la escalera, mire atrás con temor de que fuese la bestia, pero no.

—¡Corre hacia el bosque!—el cazador viene bajando a toda velocidad.

—No puedo mi tobillo... ¡Espera no!

Pensé que me iba a derribar, pero me cargo en su hombro como si fuera un costal de papas, abrió la puerta y salió corriendo hacia el bosque.

—¡¿Qué haces?! ¡No entres al bosque¡ ¡regresa! ¡regresa!— le digo mientras golpeo su espalda. Pero vi que la bestia salió de la casa detrás de nosotros.

—¡Ahhh! ¡Ahí viene! ¡Rápido corre!—dije asustada.

Me sorprende la agilidad con la que corre el cazador a través del bosque, aun cargando conmigo es capaz de esquivar árboles y saltar obstáculos como grandes rocas, raíces o troncos, ya que es de noche la debil luz de la luna es lo único que me permite ver todo a mi alrededor, y lo más importante, a la bestia persiguiéndonos, pero no por tierra, esta sobre los árboles y salta entre ellos.

La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora