CAPÍTULO 15

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Lo primero era pensar qué hacer, algo que le cause sufrimiento en muchos sentidos, que se sienta frustrado, que prefiera la muerte pero no la pueda obtener, estuve tratando de recordar los conjuros de mi madre, no logro recordar mucho, y lo que recuerdo no me parece suficiente, debo crear mi propio hechizo, se requiere practica para lograr hacer algo tú sola, pero con tanta rabia y malas energías en mi estoy segura que resultara bien. Me pase un par de días planeando mis acciones y analizando los materiales que necesitare, una vez todo establecido salí a buscar lo que necesito.

Corte ramas tiernas de un arbusto de hiedra venenosa, deben ser tiernas para poder doblarlas y formar un amuleto, hice un arco y flechas para cazar un ciervo y conseguir su sangre, la cual también es necesaria, y por ultimo corteza de un árbol caído, taje el material a casa para darle forma, en cuanto el sol se fue empecé con las ramas de hiedra, las cruce entre si hasta lograr un figura y la asegure con pequeños trozos de cuerda, luego le ate un trozo más grande para que fuese un collar, puse la sangre del ciervo en un tazón sobre el suelo, y encendí tres velas a su alrededor, tome el collar y lo sumergí completamente en la sangre mientras recitaba mi hechizo previamente formulado, la sangre empezó a burbujear, como si hubiese estado sobre fuego, y la flama de las velas se volvió roja, una gran sonrisa se dibujó en mi rostro al ver que mi hechizo está funcionando, ahora solo falta la parte final, quite el tazón del centro de las velas y en su lugar coloque la corteza del árbol, derribe las velas hacia la corteza y de inmediato se inició una hoguera con llamas rojas, saque el collar del tazón, la sangre escurría y lo lance a la hoguera, una vez que el fuego lo envolvió completamente las llamas empezaron a moverse muy bruscamente, yo seguí recitando la última parte del conjuro, para este punto me sentía furiosa, quería hacer pagar a Edgar por engañarme, y mientras mas crecía mi enojo las llamas también, a tal punto que llegaron al techo pero no quemaban casa, sentía como mi cuerpo temblaba y ya era como si las palabras me salieran solas de la boca, mi vista empezó a nublarse y comencé a ver sombras en las paredes, mi respiración se aceleró tanto que creí que dejaría de respirar, y así fue, apenas termine de hablar deje de respirar, el fuego de esa enorme hoguera se extinguió por completo, y al no poder respirar me desmaye.

Cuando desperté el sol había regresado, ya es medio día, me sentía muy cansada y aun me costaba respirar un poco, me puse de pie y revise rápidamente las cenizas de la hoguera, y ahí estaba el amuleto, intacto, ni siquiera tiene manchas de sangre, el maleficio ya está hecho, lo convertiría en la bestia sin corazón que es, un monstruo que solo reacciona a sus instintos en lugar de la razón, compuesto por varios animales ya que uno no le haría justicia a su salvajismo, estaría condenado a pasar las noches como un animal, solo en el día podrá salir del bosque con el fin de que recuerde lo que haya hecho y al no poder controlarlo se sienta frustrado, hasta lograr dañar su mente.

Pero para que funcione debe ponerse el collar e irse a casa, y volver una segunda vez para que la maldición comience.

El conjuro estaba hecho, solo tenía que hacer que lo usara, y justo cuando pensaba en cómo dárselo alguien toco a mi puerta, y al abrirla me encontré con el leñador.

Al verme noto que había estado derramando lágrimas, me preguntó la razón y se la dije, quizá él pueda ayudarme, en ese momento no pensé en mi seguridad sino en vengarme de Edgar por traicionarme, le conté al leñador lo que yo podía hacer y lo que planeaba.

Pensé que se asustaría o que se iría, pero al contrario, quiso ayudarme, insistía en que me amaba y haría cualquier cosa por mí, y justo en ese momento escuche que alguien volvió a llamar a la puerta, el leñador dijo que si era Edgar entonces él lo mataría, pero ese no era el plan así que le dije que se ocultara.

Y efectivamente era Edgar el que tocaba, al verlo solo pude sentir rabia, pero la oculte, él me saludo como si nada y dijo que su ausencia se debía a que tenía mucho trabajo, yo actúe como siempre, pero tenía que ponerle el collar, lo invite a comer y beber té como de costumbre, una vez terminamos de merendar le entregue el collar, dije que era un obsequio y que quería que lo usará, él no se negó y se lo puso de inmediato, lo que hizo sentir feliz al ver como mi plan estaba funcionando, aunque era un amuleto muy sencillo tenía un gran poder.

Para sellar el conjuro tenía que asegurarme que volviera, pero quizá el no vuelva mañana por estar con esa otra maldita. Así que no tuve opción, tome una piedra y le di un golpe en la cabeza para dejarlo inconsciente.

Luego le pedí al leñador que se lo llevara y lo trajera mañana, el leñador acepto llevarlo consigo, y una vez que se fueron me sentí algo satisfecha, pero no lo estaría completamente hasta ver que Edgar sufra como un animal.

A la mañana siguiente el leñador trajo a Edgar, estaba inconsciente solo así podría traerlo, para asegurarme que el conjuro había funcionado revise a Edgar, y afortunadamente tenía la marca del amuleto. Le dije al leñador que se lo llevara lejos, y una vez que vino la noche...

La bestia despertó, pero algo salió mal, quería matarme, fue un terrible error que cometí, al solo sentir odio hice que me odiara a mí, pero también él sabía que yo le había hecho esto y esa es otra razón más para que me quiera matar, necesitaba ayuda y solo pensé en el leñador, tuve que crear un conjuro para él ya que sería difícil combatir con esta bestia, también cree un amuleto para él, para que pudiera estar al nivel de la bestia, me asegure de que en las noches se dedicara a protegerme, otro amuleto maldito, que creaba un cazador que me protegiera. Pero el cazador seguía obsesionado conmigo, yo no lo quería, solo lo necesitaba para protegerme, el intento muchas veces convencerme, hasta que me harte de él, hice un hechizo de protección en mi casa para evitar que cualquiera de los dos entre.

Todas las noches el leñador alejaba a la bestia de mí y durante el día intentaba entrar a mi casa para estar conmigo, Edgar también venia durante el día para atacarme, en su forma humana claro, pero el cazador también lo ahuyentaba, dada esta situación tuve que creer un amuleto propio, con él podría aumentar mis poderes para protegerme por mi misma, y fue así como la maldición se entrelazo, una bestia que quería venganza de mí, el cazador que me protege, y yo tratando de evitar a ambos, y la única forma de romperla será que uno muera en manos del otro. Pero nunca se acabara, aunque uno muera y la maldición deje en paz a los otros dos, los amuletos seguirán malditos hasta que alguien sea sacrificado, así lo hice.

—Esto es todo lo que dice este libro, no hay más— Me dijo la abuela, cerró el libro y lo puso de nuevo en la mesa.

Yo no sabía que decir, pero a la vez tenía muchas preguntas.



La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora