8. Inesperado

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  – ¿Envy?

El homúnculo sonrió al momento en que adquirió su forma completamente, poniendo los brazos en jarra y acercándose lentamente hacia el rubio.  Edward se preparó para lo que venía. Una pelea asegurada. Tenía que salir de ahí lo más pronto posible y la puerta se encontraba detrás de él homúnculo, que lo había llevado ahí a través de engaños y mentiras tras la apariencia del coronel.

Entonces la preocupación se acumuló en su pecho.

– ¿Dónde está Roy? –interrogó Edward alejándose cada vez más al compás de los pasos lentos de Envy, que poco a poco lo acorralaba contra la pared.

– ¿"Roy"? –dijo el homúnculo.

Maldita sea. Su espalda chocó contra la pared y los brazos del homúnculo le prohibieron escapar. Fácilmente podría atacarlo con su automail pero sabía que provocarlo no era la mejor alternativa, la última vez que lo hizo había terminado en el hospital.

Pero ahora su automail no estaba dañado y él no se encontraba herido como en aquella ocasión. El miedo le impedía hacer cualquier movimiento.

– Has perdido tu toque, chibi –comentó el homúnculo remarcando la última palabra con intenciones de provocarlo pero el rostro aterrado de Edward no cambió ni un poco–. Anda, haz algo.

Sin previo aviso, le pateó justo en el vientre haciéndole perder el aire y casi caer al suelo, además de soltar un gélido de dolor que hizo que el homúnculo sonreira. Pero siguió sin hacer nada, se sentía intimidado y avergonzado.

– Vaya, estás demasiado afectado como para darme una muestra de tu colorido vocabulario –Se quejó Envy con fastidio, sin apartarse del menor–. Seguro que recuerdas lo que pasó en el lavabo. Me divertí mucho, y mi juego hubiera culminado de no ser por ese idiota de Fuego.

El rostro del homúnculo fue acercándose lentamente al suyo y Edward hizo un gesto de repulsión cuando esté pasó su lengua áspera por su mejilla.

Edward sintió vergüenza e ira. Demasiada ira. Aquel oficial era nada más que Envy tras otra apariencia. Aquel ser tan monstruoso le había hecho pasar por todo aquello. En sus recuerdos, el rostro de aquel oficial fue suplantado por la cara burlona de Envy. Sintió asco.

– Maldito cabrón –escupió con odio–. Todo lo que ha pasado ha sido a causa tuya, ¿no es así?

– ¡Ahí está el carácter que esperaba! –soltó Envy– Si te refieres a los rumores, sí, fui yo. Fue divertido que todos aquellos militares me follaran bajo tu apariencia. Y también fui quien iba a tomar tu virgen trasero en los inodoros. 

– Vete a la mierda –Sin pensarlo antes, transmutó su automail en una cuchilla.

 El acero atravesó el vientre de Envy con facilidad. La sorpresa era notoria en sus ojos furiosos. Para mala suerte de Edward, el homunculo se recompuso con una sonrisa. Tomó su brazo de acero por la muñeca y lo hizo salir de dentro de él con más facilidad que como entró. Edward maldijo entre dientes y se apresuró a escapar por debajo de los brazos de Envy, que le impedían moverse.

 No pudo ir muy lejos, ya que el homunculo le tomó por la garganta y azotó su cabeza contra la pared. Envy chasqueó la lengua y le propinó un puñetazo en las costillas.

Sus pulmones liberaron todo el aire contenido. Su garganta estaba obstruida. Empezó a sentir desesperación y movió sus brazos y piernas frenéticamente. Abrió los ojos como platos mientras Envy soltaba una carcajada interminable, o al menos así le pareció. Los segundos empezaban a pasar cada vez más despacio.

Edward empezó a soltar gemidos roncos en busca de aire. Pudo ver en un espejo de cuerpo completo cercano que había jurado no haber visto antes que su rostro se estaba tornando de un tono azul.

Gossip - RoyEdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora