7. Distracciones

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Winry Rockbell podría parecer la chica más encantadora que hubieras visto. Hacía amigos con facilidad, era muy lista, se preocupaba por todos y tenía un corazón lleno de la más pura bondad. Podría ser la chica perfecta, de no ser por su carácter de mierda que no hacia más que sacar a Edward Elric de sus casillas.

Y no es que Edward la odiara, pero sus comentarios además de innecesarios eran por completo estúpidos. Su automail estaba en perfecto estado, pero no hacía más que reprocharle. Buscaba un modo de llamar su atención y él lo sabía, pero no estaba dispuesto a soportarlo.

Cuando la mano de la rubia casi impactada sobre su mejilla en un arrebato, la tomó por la muñeca con tanta fuerza que la hubiera roto. Aún te la mirada espantada de Winry, decidió soltarla para después salir de la habitación dando un portazo dejando a su hermano y a su "amiga" con la boca abierta.

Pero es que Edward estaba harto de todo. ¿Acaso habría alguien que no lo juzgara? Claro, su hermano, la persona que más amaba en el mundo. Pero lo había dejado atrás con su insoportable mecánica así que no era una opción recurrir a él en busca de una forma de desahogo.

Sin más, se sentó en una banca cerca de un parque que nunca había visto. Demasiado pequeño, pero con mucha gente. No quería precisamente estar a solas, así que no le molestó en lo absoluto. Sólo quería meditar un poco sobre lo confusa que había resultado esa última semana. Se puso su capucha y puso sus codos en sus rodillas.

Se encontraba harto. Su vida no dejaba de dar giros inesperados que solo lo estaban retrasando en su búsqueda, de lo que realmente importaba. Ni siquiera se había preguntado como se sentía Alphonse al respecto.

Muchas personas decían porquerías sobre él, y las personas que creía de confianza no se habían molestado o en decírselo, un hombre mucho mayor que él lo había besado aprovechándose de la debilidad que sentía en esos instantes y además había sufrido un intento de violación. Vaya semana.

Dentro de su cabeza se encontraba un conflicto. Quería llorar, sentirse furioso con todo el mundo, que lo tragara la tierra, volver atrás en el tiempo, alguna alternativa que lo alejara de todos sus problemas.

Pero a veces se tiene que aceptar la realidad, era algo que había aprendido a la mala.

– ¿Edward?

Una voz a su lado llamó su atención.

Mustang se encontraba de pie vestido con ropa casual y las manos en sus bolsillos, mirándolo con curiosidad.

– ¿Qué haces aquí? –preguntó Edward a la defensiva, poniendo su espalda recta.

– Lo mismo debería preguntar yo.

Edward evitó su mirada.

– ¿Alphonse te envío a buscarme?

Mustang se sentó a su lado sin preguntarle – Nadie me envía. Como sabes, vivo cerca y solo quería dar un paseo.

– Sí, claro –respondió el rubio sarcásticamente.

Mustang le sonrió con demasiada amabilidad y sin un poco de arrogancia. Aquello le molestó un poco.

– No finjas que las cosas han cambiado entre nosotros, aún después de todo lo que pasó –Edward se levantó de la banca con un salto, dispuesto a irse–. Tengo demasiados problemas como para que vengas a complicarme la vida.

Antes de dar un paso, Mustang le tomó por la manga. En su mirada había insistencia. Edward opuso resistencia pero se negaba a soltarle, se sentía incómodo, quería irse lo más pronto posible de ahí.

Gossip - RoyEdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora