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El impacto no dejaba espacio en mi cabeza para poder pensar claramente. Me movía meramente guiada por mis instintos, mientras que mis pensamientos iban alejándose cada vez más de donde mi cuerpo se situaba. Las imágenes no hacían más que repetirse constantemente en mi mente, como si se tratara de una película; mi respiración agitada era incontrolable; estaba nerviosa, repleta de pánico.

Las lágrimas salían de mis ojos, y mi temblorosa mano permanecía fija, sin despegarse de la mejilla que acababa de sufrir el impacto. Junto a eso, el frío calaba mis huesos, y la lluvia me anunciaba un prometedor resfriado. Sin embargo, todo eso me parecía insignificante junto a la experiencia que acababa de vivir.

Necesitaba un abrazo, desahogarme con alguien, ser escuchada. Necesitaba a mi mejor amigo en el mundo, necesitaba a Tomlinson.

Mis piernas continuaron caminando a la mayor velocidad que la temperatura me permitía. Me abracé a mi misma, frotando mis manos contra mi abrigo, buscando calor, con la cabeza gacha, siguiendo con mi camino.

¿Cómo había sido posible que el chico con el que había compartido desde que me había mudado a Londres, me hubiese golpeado?, ¿Cuándo se había convertido en ese monstruo irreconocible? Y peor aún: ¿Qué había pasado por mi cabeza cuando me enamoré de él?

No, definitivamente, ese no era el chico que había conocido en Starbucks, dos años atrás, justo cuando me había mudado para comenzar con mi nuevo programa radial en la ciudad, dejando el de Doncaster atrás en el pasado. Imposible, él no era el mismo rubio dulce y atento de esa época... ¿O acaso todo había sido una farsa? Después de todo, todos me habían advertido que me fuese con cuidado con él, tanto mis padres como Louis y el resto de mis amigos. Muchos lo encontraban desagradable e inmaduro, y me habían dicho infinitas veces que no era bueno para mí, y que tampoco podría darme cuenta debido a la venda que él mismo había puesto sobre mis ojos para cubrirlo, cegándome con su encanto.

Pero de eso ya hacía mucho tiempo. Con dos años de relación, poco a poco pude ir descubriendo de a poco la realidad, cuando todo comenzó a ir en picada. Las discusiones del calibre de la de esa noche ya eran rutina, obviamente sin los golpes, por supuesto. Es decir, pese a que nos gritáramos las cosas más horribles de la vida, Chris jamás se había atrevido a atravesar esa barrera. Me había llamado de las peores formas posibles, me había levantado la voz innumerables veces, y, por más vergüenza que me diera aceptarlo, alguna vez me había llegado a empujar; no obstante, jamás me había golpeado, hasta ese día. ¿Y porque le había aguantado?, ¿Por qué había tenido que esperar a esa bofetada para hacer algo?, ¿Por qué diablos había sido tan estúpida?

Sacudí la cabeza espantando esas preguntas, y alcé la vista, divisando por fin el edificio de los chicos. Sonreí de medio lado en la mitad de mi amargura, agradeciendo que justamente esa semana hubiesen regresado de su más reciente tour.

Me adentré al lugar, sin ser necesario que el conserje me preguntara hacia dónde iba. Al contrario, con familiaridad me saludó y me dejó subir sin siquiera dar aviso. Así, subí al ascensor y marqué el último piso. Inevitablemente, me miré de reojo en los espejos de este, percatándome que afortunadamente mi mejilla estaba intacta, sin rastro alguno de la mano de Christopher. Contrariamente, mis ojos me delataban, revelando la tragedia en mi semblante.

Bajé del ascensor y caminé por el pasillo hasta la única puerta, el par de chicos vivían en un lujoso penthouse. Respiré hondo y toqué el timbre dos veces, consciente de que ambos debían estar durmiendo.

Al cabo de unos minutos escuché voces en el interior, interrogativas y un bostezo junto con pasos que poco a poco se acercaban a la puerta, para finalmente abrirla.

Y ahí estaba Tomlinson, vistiendo nada más que su pantalón de pijama, observándome con sus ojos somnolientos que parecieron despertar de golpe al verme ahí parada, empapada y con la mirada cristalina. Y a pesar de que no comprendiera ni una mierda, me lancé a abrazarlo, rompiendo en llanto, sabiendo que me correspondería.

F1reproof » Louis TomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora