George

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No es como que tenga una relación formal con Cal o algo así. Pero a puerta cerrada lo que hay entre nosotros, para mí, es algo enorme. Jamás había sentido algo como esto por alguien. Me pregunto si es diferente porque Cal es de mi mismo sexo.

Lo cual fue un problema al perder mi virginidad anal con él. No tenía idea del dolor que se avecinaba al día siguiente. Incluso cogeaba al caminar, y todos en el trabajo se preocuparon.

—Ven, pequeño —le digo a Archie mientras echo unas croquetas en su tazón. Él se acerca de inmediato, y empieza a comer con desesperación—. Veo que tenías hambre —lo acaricio, mientras sigue comiendo.

Fue el mejor obsequio que alguien pudo darme. Quizá fue una especie de plan malévolo suyo para ganarse mi afecto.

Llaman a la puerta, y me levanto para ir a atender.

Es Cal.

—Holi —me saluda, sonriente.

—Hola.

Hoy es nuestra segunda cita, y decidimos tenerla afuera. Como nuestra relación es secreta, disimularemos como dos simples amigos que tienen una cita de amigos.

—Te ves bien —dice—. Diferente, pero bien.

Decidí vestir más casual. Una camiseta blanca; una camisa azul, abierta; tenis, y jeans azul marino. Cal viste una camisa azul; pantalón negro; y zapatos café.

—Gracias. Tampoco te ves mal —sonrío. Él se inclina hacia mí, y me da un beso en los labios—. No en frente del cachorro —bromeo, y se echa a reír.

—¿Nos vamos?

—Espera... no estoy seguro acerca de dejar solo a Archie.

—Podemos llevarlo con nosotros.

—Aún no se acostumbra a la correa...

—Él estará bien. Te preocupas demasiado. No creo que alcance las cosas que están sobre los muebles, ¿o sí? Seguramente se la pasará dormido todo el rato.

—Bien... tienes razón. Vamos.

Abandonamos el edificio. Decidimos dar un paseo a pie, para hacer la ocasión más duradera y tranquila. Llegamos a un parque, y vemos unas máquinas para hacer ejercicio.

—Te reto a hacer una barra —digo.

—Qué flojera —se cruza de brazos.

—Apuesto a que ni siquiera puedes —me burlo.

—A ver, quítate —me hace a un lado, y pone sus manos sobre el tubo—. Mira, en primera, estoy muy alto para hacerlas.

—Eso no tiene nada que ver. Sólo flexiona las piernas —le digo.

—Okay okay.

Lo intenta, pero, al momento de hacer fuerza, sus brazos no aguantan, y cae de espaldas en el pasto.

Me echo a reír.

—¡No te burles! —chilla.

—Es que estás en pésima condición —intento contener las carcajadas.

—Al menos soy quien domina en la cama —dice, con una sonrisa pícara dibujada en el rostro. Guardo silencio, y mis mejillas se sonrojan.

—Tonto —mascullo.

—Ayúdame —me extiende la mano.

Ya de pie, continuamos la charla y caminata.

—No puedo creerte —dice Cal.

—En serio. No leído ni un libro, ni he visto una sola película de Harry Potter —confieso.

—¡Es que no puede ser, George! ¡Tienes que! ¡No sabes de lo que te pierdes! ¡Si vamos a salir juntos, no puedes ser un simple muggle!

Dos enamorados en taxi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora