Cal

4.4K 470 104
                                    

¿Qué probabilidad hay de que Marsh sea gay? Ninguna. Pero uno nunca sabe. Aparenta ser un bruto por su apariencia y profesión, pero sobrio es un gran tipo. Muy acomedido, y bastante ordenado. Dado que tenía novia, hay probabilidad de que sea bisexual. Pero también lo dudo. Tristemente me quedo con que es heterosexual, y que mi atracción hacia él será meramente platónica.

Pero aprendí a no dejarme guiar por las apariencias. Cuando conocí a Zac, tampoco pensé que sería un hombre al que le gustan los hombres. Era reservado, serio y aparentaba ser un esnob. Las cosas se dieron hace un par de años, en un bar de strippers ubicado en Greenwich Village: el Hot Space.

Era la despedida de soltero de mi primo, así que sus amigos y yo lo llevamos allá, para celebrar. Y ¿quién creen que fue el pobre idiota al que le tocó ser el conductor designado?

Mientras ellos se caían de borrachos junto a las bailarinas, me senté en la barra a beber algo ligero. El ambiente era algo hostil, y empezaba a aburrirme.

Entonces fue cuando lo vi: serio, elegante, atractivo y misterioso. Vestía un traje color gris; su cabello era plateado, al igual que su bien definida barba; y también llevaba unas gafas cuadradas con armazón negro. Estaba sentado en una pequeña mesa, en un rincón. Bebía una cerveza, mientras revisaba su celular. Al verlo, se me alborotaron las hormonas. No tardé en imaginar toda clase de escena erótica con él.

Desde que tenía quince, salí del clóset, y toda mi familia ya sabía sobre ello. Por fortuna, nunca les importó. Yo no les importaba, mas bien. He tenido una vida amorosa y sexual bastante activa, pero todo ha sido fugaz. Podría decirse que Zac fue la relación más larga que he tenido.

Lo observé por largo rato, como buen acosador, hasta que levantó la vista, y me miró. Al hacer contacto visual, los colores se me subieron al rostro, y de inmediato me volví hacia la barra, deseando volverme invisible. Después alguien se sentó junto a mí, y ordenó un escocés con agua. Lo vi por el rabillo del ojo, y mi corazón se aceleró al ver que se trataba de él.

—Espero que le haya gustado lo que vio —dijo.

Quise esconderme detrás de mi mano.

—L-Lo siento —balbuceé—. Sólo...

—No se disculpe —me interrumpió—. Hago lo mismo cuando veo a alguien que me gusta.

—No me malentienda —apresuré a aclarar—, no vaya a pensar que yo...

—¿Que es gay?

—Sí...

—¿No lo es?

—No. Por supuesto que no —mentí, para luego beber de mi cerveza.

—Es una pena...

—¿Cómo dice? —volví los ojos a él.

—A mí sí me gustan los hombres —me miró también—. Es una pena que a usted no, pues me pareció un hombre muy atractivo.

Quedé boquiabierto. Al notar que me había dejado sin habla, prosiguió:

—¿Está solo?

Pestañeé un par de veces, y carraspeé.

—Vine con mi primo y sus amigos a una despedida de soltero. Me tocó ser el conductor designado... —expliqué—. Y... ¿usted?

—Vine a una cita a ciegas, pero, al parecer, me dejaron plantado —respondió—. ¿Cuál es su nombre?

—Me llamo...

—¡Cal! —interrumpió la voz de uno de los amigos de mi primo.

—¿Qué quieres, Wade? —volteé a verlo, ignorando un momento al apuesto caballero.

Dos enamorados en taxi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora