Capítulo 9: Cumpleaños

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La música electrónica se escuchaba hasta la calle junto a las risas de la gran cantidad de gente que había en la casa de Diamante. Toqué el timbre dos veces, pensé que era imposible que alguien escuchara por todo el ruido, así que iba a marcharme cuando Rubeus abrió la puerta. Se quedó asombrado al verme, llevaba una botella de cerveza en la mano izquierda y un cigarrillo en la derecha.

— ¿Qué rayos haces tú aquí? —preguntó.

Comencé a juguetear con mi cabello en un gesto de nerviosismo, sin saber bien qué responder, después de todo, ni yo misma sabía qué rayos hacía allí.

— Diamante me invitó —expliqué con timidez.

— Eso lo sé, jamás pensé que aceptarías.

— Bueno, pero... aquí estoy.

Rubeus me miraba absorto, creo que ni siquiera puso atención a lo que le dije. Apagó el cigarrillo y lo botó al suelo. Me encogí de hombros, retrocedí dispuesta a retirarme, cuando Rubeus cogió mi mano y me hizo entrar de un tirón.

— Puedes hacer lo que quieras, pero no dejes que nadie te obligue —dijo Rubeus arrinconándome a la pared, poniendo sus manos a los costados de la muralla —. Si necesitas ayuda, estaré en el segundo piso. Diamante está en la piscina.

Asentí en silencio, Rubeus me asustó con su advertencia y admito que tenerlo tan cerca era raro. ¿Dónde me fui a meter? me pregunté. Él subió la escalera al segundo piso, un montón de chicos estaba en la sala riendo y bailando. Había una chica danzando sobre la mesa de centro, se veía bastante ebria y comenzó a quitarse la blusa.

Salí en dirección al patio para dar con Diamante, estaba algo inquieta, necesitaba ver a alguien que se me hiciera familiar, aunque fuese él. En el camino, me topé con varios muchachos, pero no reconocí a nadie de la escuela. Cuando llegué a la piscina, un chico se acercó para ofrecerme una cerveza. Le dije que no, pero él insistió. Sus ojos estaban algo desorbitados y preferí aceptar antes de conocer su reacción ante una nueva negación.

En la piscina, Diamante bebía un trago de un extraño color, varias chicas a su alrededor coqueteaban con él. Pude reconocer a un par de la preparatoria, una de ellas estaba en topless. Diamante sonreía, sus ojos se veían extraños. Admito que estaba impresionada, pero también asustada. ¿Qué clases de fiesta era esa? Se supone que cumplía 17 años ¡Por el amor de Dios!

— ¡Rei! —exclamó Diamante al verme. Alejó a dos de las chicas que tenía a su lado, que se abalanzaban hacia él como rogando por su atención. Salió de la piscina, se colocó una bata blanca y caminó hacia mí con el vaso en la mano.

— ¡Hola! —saludé con timidez.

— No sabes cuánto me alegro que vinieras. De verdad quiero hacer las paces contigo. ¿Dónde está Serena?

— Ella no... ella no vino conmigo.

— ¿No? —Diamante sonrió con malicia—. Me alegro de que tú sí quisieras venir.

— Sí, bueno... creo que ya me voy. Quería que supieras que todo está bien, y ¡felicidades por tu cumpleaños! —dije, dejando la cerveza en el piso.

— ¡No te vayas! Si no te gusta la cerveza, puedo conseguir algún licor que te guste —ofreció sujetándome del brazo.

— La verdad es que... tengo hambre —confesé.

Diamante sonrió.

— Te acompaño hasta la cocina, hay mucha comida.

Cuando Diamante me llevó allá, comprobé que era cierto. Había una cantidad de suculentos bocadillos y mi estomago rugió con solo verlos, después de todo, lo último que había comido, era el almuerzo al que me invitó Jadeite.

Más que amigos (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora