Luego de 10 años de la publicación de Prisma: La chica y el aire, la ahora muy famosa y exitosa autora es dueña de una Casa Editorial dedicada a publicar novelas de jóvenes escritoras. Lleva una vida completa y feliz o eso es lo que aparenta al mun...
-¿Código fucsia? ¡No existe eso! -gritó Sammy mientras observaba a las demás trabajadoras de la oficina que al igual que ella, miraban el color fucsia parpadeante en el letrero de neón colgado en lo alto del umbral de la puerta de su jefa y dueña de la editorial-. ¡No tenemos un código fucsia!
-Código verde, ámbar, rojo... No existe el fucsia.
-¡Es lo que estoy diciendo!
Todas estaban confundidas, mirándose la una a la otra hasta, no entendían lo que estaba pasando. Jacqueline, bajó lentamente la cabeza, sus ojos comenzaron a picarle de las lágrimas y corrió al baño para que nadie la viera llorar. Al parecer ella sí tenía alguna sospecha del extraño evento que estaría por ocurrir.
La sala principal se comenzó a llenar de más trabajadores de la editorial que murmuraban entre ellos, tratando de averiguar en sus celulares si alguno habría recibido una notificación al respecto o revisando el reglamento de trabajo. No había nada sobre un código fucsia.
Entonces, una puerta se abrió y C salió de la oficina de su jefa, cerrándola muy despacio, inhalando muy fuerte para dar la vuelta y dirigirse al público que se había amontonado esperando una respuesta. Alzó la mirada, tragó un poco de saliva y dijo, fuerte y claro:
-El Aire está viniendo. El Aire va a venir a la oficina.
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NOS VEMOS EL 30 DE NOVIEMBRE CHICAS... GRACIAS A TODAS.
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