parte 2

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PARTE2

--¡Genial! –Chilló ella. — Te veré mañana, cariño. Oh y no la mates porque, si eres alguna especie de asesino en serie, un violador o algo así, esta chica realmente puede patear traseros, así que no te lo recomendaría—dijo ella, corriendo bajo la lluvia hacia su automóvil.

Y entonces me gire hacia Evan.

--Gracias realmente te lo agradezco. Y la verdad, no puedo patear el trasero de nadie, pero sí tengo gas de pimenta en mi bolso.

--Está bien. Y no soy un asesino en serie. O un violador.—se río caminando hacia el estacionamiento.

--Bien –dije. Cuando la brisa sopló, el lodo comenzó  gotear en mi piel y me congele hasta los huesos, haciendo que temblara.

--¿Tienes frío?—pregunto Evan—.Puedo  darte mi sudadera.

Mariposas. Había tantas de ellas en mi estómago que apenas podía respirar.

--N-o, no quiero ensuciarla—dije mientras nos deteníamos en frente de una oxidada camioneta roja. Me gusto.

--Bueno, es la camioneta de mi hermano o mi sudadera. Y puedo lavar la sudadera más rápido que soportar a mi hermano cuando vea una mancha de lodo en el asiento.—dijo él con una sonrisa brillante mientras deslizaba la sudadera sobre su cabeza, exponiendo cerca de 2 centímetros de sus bronceadas abdominales.

Sabía que estaban ahí, un chico como Evan  tenía que tener abdominales, pero eran mucho más bonitos de lo que estaba esperando. Mi vista perfecta fue obstruida cuando la gran masa de tela café llegó volando a mis manos. Olía como a chocolate o pimienta. Como una menta Andy*, pensé mientras la deslizaba por sobre mi cabeza, llenando mi cuerpo con una intensa calidez—y muriendo por una menta Andy—instantáneamente, y saltando al asiento del copiloto.

--Tendrás que decirme como llegar a tu casa, aun no conozco los caminos de por aquí—dijo él.

--¿Eres nuevo en el pueblo?—pregunté, disfrutando el maravilloso lujo de calor que salía de la camioneta.

--Bueno, algo así. Vengo aquí durante los veranos para visitar a mí mamá, pero vivó con mí papa en Ohio por el resto del año—explicó.

--Gira a la izquierda aquí. Eso suena como mucho trabajo—murmuré.

--No es tan malo. ¿Tus padres aún están juntos?

Mi corazón se enfrió—sea lo que eso signifique—un poco ante la mención de eso, pero me forcé a ignorarlo.

--Bueno, mi mamá murió cuando yo era pequeña—dije suavemente, mirando mu regazo—.Pero ellos estuvieron juntos hasta el día que murió.

--Oh, lo siento—dijo él, rápidamente.

--Bueno, no es tu culpa—dije con una sonrisa—.Gira a la derecha.

Y luego salte cuando un fuerte gruñido se escuchó dentro de la camioneta. Mire alrededor por un minuto, hasta que me di cuenta que provenía de mi estómago. No había comido en todo el día. Estoy segura de que mi cara mostro mi  vergüenza y me volví del color de un tomate.

No lo escucho. No lo escucho. No lo escu…

 --¿Hambrienta?—pregunto con una pequeña sonrisa. Mierda. Si lo escucho.

--Un poco—admití—.No lo estaría, pero las tres cuartas partes de mi pastel de embudo cayeron con migo al lodo.

Dejo salir una pequeña sonrisa, de nuevo, dejando sin respiración por su sonrisa.

--No te preocupes, podemos ir a esa pequeña cafetería arriba en la calle.

No pude retener una sonrisa.

VERANO INOLVIDABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora