Parte 3

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Parte 3

Cuando finalmente se detuvo, estábamos en frente a la gran muralla de juegos Monopoly.

—¿Te gusta el Monopoly? —le pregunté a Evan mientras leía todas las diferentes ediciones de Monopoly.

Evan se volvió a sonreírme.

—No. —Se rió entre dientes—. Pero siempre me gustó mirar todos los diferentes tipos. Es un poco genial.

Sonreí.

—Sí, supongo que sí. Solía jugar con Brendon cuando éramos niños, pero no recuerdo cómo ahora. Sólo recuerdo que se tardaba una eternidad para terminar un juego.

—Bueno, vamos a aprender. —Evan se inclinó hacia adelante y tomó el Monopoly de los Beatles.

Me reí en voz baja.

—¿Quieres aprender a jugar Monopoly?

Asintió con la sonrisa de niño adorable y un encogimiento de hombros.

—No puede ser tan difícil.

—Bien, entonces —le dije con una sonrisa. ¿Cómo puede convencerme de cualquier cosa con sólo esa sonrisa increíble? Es no es justo.

Compramos el juego de mesa y luego volvimos a salir a la acera donde pasamos otro grupo de tiendas.

—¿Qué es eso? —preguntó Evan, señalando al otro lado de la calle en donde estaba el centro para personas mayores. Había un gran cartel en el frente que decía “¡El baile de verano! ¡Todo el mundo es bienvenido!”

—Oh, es algo que el centro de ancianos hace todos los años. Se llama Baile de verano. Es algo así como un baile de secundaria, pero para la gente mayor, supongo.

—Dice que todos son bienvenidos, ¿podemos ir? —me preguntó.

Me encogí de hombros.

—Supongo que sí, pero como he dicho, es un grupo de personas mayores.

Me sonrió y tomó mi mano entre las suyas, enviando sacudidas increíbles a través de mi mano y brazo. Me llevó al otro lado de la calle y me dejó riendo como una loca detrás de él mientras nos dirigimos hacia el edificio, junto con un montón de parejas de ancianos.

Una vez que entramos en el gran espacio abierto, me sorprendió lo que

vi. No era como el baile de la escuela media que yo esperaba. La música era alegre y jazzy, y las parejas de ancianos bailaban alrededor del suelo llenos de emoción, risa, y a la velocidad de la música como si no hubieran envejecido ni un día más de veinticinco años.

—Esto es genial. —Me quedé sin aliento mirando alrededor de la escena.

—Vamos a bailar. —Evan sonrió, no dejando mi mano al ir a dejar a un lado el juego de Monopoly que acaba de adquirir.

Otra risita escapó de mis labios, y esperaba que no sonara como una chica tonta.

—Por supuesto.

Me agarró la otra mano con la suya y empezamos haciendo cabriolas alrededor de la habitación junto con las parejas de ancianos. La risa escapaba de mis labios mientras Evan me hacía girar y luego me dejaba en el suelo.

—Eres un buen bailarín —comenté.

Se encogió de hombros.

—En realidad no, sólo estoy repitiendo todo lo que ese hombre hace — dijo, señalando a un anciano al otro lado de la habitación.

Dejé escapar una risa suave.

—-Bueno, buen trabajo, de cualquier manera.

—Gracias —dijo con una sonrisa orgullosa.

VERANO INOLVIDABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora