Parte 2

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PARTE 2

Ella llegó en primer lugar, pero todo el mundo seguía viendo su sujetador púrpura.

—Con los corazones rojos en él. —Hanna terminó la historia.

Finalmente me obligué a mirar a Evan, que se mordía la lengua en un intento por contener la risa.

—Está bien, te puedes reír —le dijo Marissa.

Eso fue todo el permiso que necesitaba para echarse a reír junto con mis seis amigos traidores.

—Los odio a todos ustedes —murmuré.

—Tú nos amas. —Rió Tanya.

Y todos se turnaron para contar a Evan los momentos más horribles de mi vida como mejores amigos. Como la vez que me perdí y me fui a mitad de camino a Orlando antes de dar la vuelta. Cuando llegué a casa, yo estaba llorando. O el tiempo en que realmente me gustaba un chico, así que traté de hablar con él. No sabía que tenía intoxicación alimentaria y vomité todos sus zapatos.

Y la lista sigue y sigue. Ni siquiera dejaron de lado cuando en quinto grado me llegó por primera vez mi periodo, por lo que llegué a la escuela gritando y llorando, pensando que me iba a morir. Mi maestra tuvo que explicarme lo que estaba pasando, y ella incluso me compró toallas higiénicas y tampones.

—Ella me escribió una carta de despedida —se lamentó Hanna a través de su histeria.

—Eso es lo que me pasa por vivir en una casa solo con chicos — murmuré, orando por las torturas a terminar pronto.

—Hablando de la casa de los chicos —continuó Amy—. ¿Dónde están los chicos?

—¿Has conocido a Brendon? —preguntó Tanya con una pequeña sonrisa.

—¿De verdad crees que estaría vivo para hablar con nosotros ahora mismo si hubiese conocido a Brendon? —preguntó Chris con las cejas levantadas.

Yo estaba constantemente avergonzada, pero al menos iba bien, de acuerdo a todo lo demás. A todo el mundo le gustaba Evan, y a Evan parecían gustarle también, lo cual fue un alivio.

—Brendon no es tan malo —le dije, sólo creyendo poco las palabras—. Pero debería estar en casa pronto, así que te tienes que ir —le dije a Evan.

—Pero nos guardamos lo mejor para el final —se quejó Aaron.

—Oh, diablos —imité su decepción con sarcasmo—. Supongo que nunca escucharás la historia.

—Por supuesto que lo hará —canturreó Hanna—. ¿Qué tal mañana por la noche? Todos podemos ir a ver una película o algo así.

—Evan odia las películas —solté al instante.

—Está bien, ¿entonces quieres cenar? —preguntó Tanya.

—Evan es alérgico a la comida...

—Me voy —nos interrumpió Evan, parándose de un salto—. Mi mamá me está esperando pronto, pero estoy libre mañana por la noche, y a pesar de las mentiras muy creíbles, me encantan las películas y la comida, por lo que cualquiera está bien para mí.

Lo maldije en mi cabeza antes de levantarme también.

—Te acompaño afuera.

—Oh, ¡espera! —Hanna llamó antes de poder salir. De mala gana, me volví para ver lo que quería, y con la sonrisa en su cara, me di cuenta de que no era nada bueno—. Tenemos que saber cuándo comenzaron a salir, así podemos…

Mi cara estaba al rojo vivo, pero al menos pude detenerla antes de que llegara a la peor parte.

—Hanna si terminas esa frase, te sugiero que encuentres la manera de dormir con los ojos abiertos. —Mis ojos traicionaron a mi cerebro, y me pregunté por qué Evan no estaba sonrojado en lo más mínimo, sólo sonriendo con suficiencia de mi rubor profuso.

VERANO INOLVIDABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora