parte 5

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Parte 5

--Lo siento tengo responder. Es mi hermano y si no lo ahogo llamara a la policía—dije rápidamente.

--No te preocupes, lo entiendo—dijo Evan justo antes de que presionara el botón verde y pusiera el teléfono en mi oído, pero manteniendo la distancia para que no se mojara o ensuciara.

--¿Aló?—respondí inocentemente.

--Mag, ¿Dónde demonios estás?—preguntó él con voz cansada.

--Soló estoy cenando. Estaré en casa pronto—murmure.

--dios, no eres mi esposo.  Relájate, puedo salir a cenar con quien quiera.—Casi ladré.

--Sólo quiero saber a quién culpar cuando encontremos tu cadáver por la mañana, porque estas fuera a media noche con un extraño.

-- Está  bien, incluso si él quiere matarme, no puede hacerlo. Tengo aerosol de pimienta en mi bolso.

--Entonces, ¿es un chico?—preguntó él bromeando.

--Oh, estoy perdiendo la señal, te evo en un rato,  te-amo-hermano-mayor-adiós —dije en un enorme revoltijo de palabras apresuradas antes de terminar la llamada y poner mi móvil en silencio antes de meterlo dentro de mi bolso.

--Lo siento—murmure. –Te lo dije es un poco sobreprotector.

Él sonrió.

--También estaría preocupado si Emily estuviese fuera a la una de la mañana con un completo extraño.

--Sí, pero ella tiene 10—respondí.

--Nunca dejare de preocuparme por ella—dijo él.

Sonreí y use los ojos en blanco de forma juguetona.

--Eres tan parecido a mi hermano en estas cosas. Fui a una fiesta de año nuevo el año pasado e hizo que sus amigos me siguieran para que yo no tomara o volviera a casa embarazada.

Evan se río e hizo que mi corazón se detuviera durante mucho tiempo.

--¿Te ha dicho alguien, alguna vez, que tienes un acento?—preguntó el de pronto.

--Sí, solo un poco—dije tímidamente. Siempre me sonrojaba cuando la gente habla de mi acento.

--¿De dónde eres?—preguntó.

--De Texas. Solía vivir ahí pero cuando mi mamá murió, nos mudamos aquí. El acento desapareció en su mayoría, pero cuando me molesto o me pongo nerviosa, se vuelve realmente fuerte.

--¡Eso es tan gracioso!—dijo él, rompiendo a reír, causando que mi cara se volviera roja una vez más—.Es como, tierno.—Los mejores tomates de la granja estarían celosos del color de mi cara ahora mismo.

--Gracias—grazné.

Y de nuevo, entramos en una conversación profunda sobre múltiples cosas. Uno de los temas fue una discusión sobre quién pagaba por la comida. Cinco minutos en esta discusión, Evan ganó cuando agrandó sus luminosos ojos verdes en la mirada de un cachorro a la que no podía decirle que no.

En un momento, comenzamos a jugar futbol de pajillas. Había una bola de papel en el centro de la mesa y ambos teníamos una pajilla.  La persona que tirara la bola primero, fuera de la mesa ganaba.

Miré como la pequeña bola caía por el lado de la mesa de Evan una tercera vez. Lancé mis puños al aire.

--¡SI!—grité.

--Oh, wow. Ganaste. ¿No es así? ¿Tres juegos? De cómo, veinte.—bromeó él.

Le saque la lengua.

VERANO INOLVIDABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora