¿Y si esto no existiera?

Capítulo 13

- Buenos días Manu - saludó Natalia al entrar a la cafetería donde trabajaba África

- Hombre, Natalia cuanto tiempo - la saludó el dueño del local

- Tampoco tanto - sonrió la castaña - el jueves vine a por el desayuno y estamos a domingo

- Pues suficiente - contestó el hombre - deberíais venir a verme una vez al día por lo menos

- Podemos hacer turnos - propuso la navarra - un día cada uno

- Niña, cuanto tiempo - apareció Noe, la segunda dueña de la cafetería, que se creó prácticamente por casualidad; dos amigos de la universidad reencontrados en un pueblo perdido en Inglaterra, que no tienen otra cosa que hacer más que meterlo a él en la cocina a hacer bollería y a ella de jefa administrativa, controlando las cuentas

- Noe - la abrazó Natalia - ¿Cómo estás?

- Mejor que tu seguro que no - contestó la mujer - que ya nos ha contado África

- Noe tía - se giró Manu - se supone que no teníamos ni idea de lo suyo con Alba

- Pues mira lo que ha durado - rio Noe

- ¿y las Javas? - preguntó la castaña oscura

- Por ahí, entreteniendo a la gente, como siempre - contestó Manu. Los Javis, las Javas para los amigos, era una pareja de actores y flipados del cine y teatro que llegaron allí buscando un festival de teatro "famoso" (o esa es su versión de la historia), pero al no ver ningún escenario en aquel pueblucho, decidieron encontrar el teatro entre la gente, llegando a parar a la cafetería, donde trabajaban... de lo que les apetecía

- Bueno, en realidad solo venía a saludar - contestó Natalia - cuando aparezcan decirles que me he pasado

- No te preocupes Natalia, yo se lo digo - aseguró Manu

- Si no le vuelven giralda antes - añadió Noe antes de darle otro beso a la navarra y volver al cuaderno y la caja registradora. La cafetería se había vuelto poco a poco un lugar muy especial para los 16 estudiantes, el pueblo dormía durante todo el año, pero esa actividad se trasladaba dentro de esos escasos metros cuadrados, de ahí venia el nombre "La Academia" llegabas con la intención de pedir un café y terminabas haciendo muffins, aprendiendo contabilidad, sirviendo un té o convirtiéndote en Antígona, podías hacer de todo allí dentro

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- Miki ¿te has llevado a Natalia?

- No - contestó el joven mientras leía el periódico - ha salido a la cafetería hace un rato

- Ah - dijo la valenciana sentándose en el sillón de enfrente - ¿Qué lees?

- El periódico - contestó Miki

- ¿Qué dicen? - preguntó Alba

- Si te soy sincero - dijo el catalán cerrando el periódico - ni idea - rieron los dos jóvenes - la verdad, no me interesa lo más mínimo

- Ah bien - contestó la rubia

- Viene tu hermana en Semana Santa ¿verdad?

- Sí - asintió Alba feliz

- Jo, que guay

- Verdad - contestó la valenciana - mis padres son lo más

- ¡ya estoy! - escucharon la puerta abrirse