Nunca supe lo que querías,
a pesar de que tu mirada todo lo decía.
Esa misma mirada que me cautiva,
entre barrotes y a sangre fría.
Fuiste gran inspiración mía,
ni tan mía, pues nunca lo sentías,
pero con mi fuego basta, solo el tuyo falta
para hacer de ellos una sola llama.
Tan ardiente como una flama,
tan llena de vida como el alba.
Tan grande como mi regazo,
tan fuerte como mi abrazo.