Con michelines y a lo loco.

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Prólogo.

Esperaba ansiosa que las notas de mi primer año en la universidad se colgaran en el tablón escolar. Mi madre ya me había avisado del gran castigo que me caería si no aprobaba todos y cada uno de los exámenes, y cuando mi madre se ponía tan seria como lo había hecho, no sería bueno que la desobedeciera. Mi madre, Sharon, era muy exigente conmigo y con mi hermana. Sobretodo conmigo, su hija mayor. Mi madre había tenido que dejar la universidad porque no se la daba demasiado bien y no quería seguir malgastando el dinero de sus padres. Suponía que ella no quería que yo acabara mal, sin estudios y trabajando en donde pudiera. Aunque a ella tampoco le había ido tan mal en la vida, era secretaria de una gran empresa y tenía un buen sueldo. Pero no a todos les podía ir tan bien como a ella.

Apareció Mr. White, mi tutor este año. No había sido tan duro como yo había pensado, prácticamente nos había dejado hacer lo que quisiéramos todo el año. En nuestra hora semanal de tutoría nos insistía en que fuéramos al psicólogo de la universidad si teníamos alguna duda o algo parecido, y luego nos hablaba de que él no nos iba a ayudar con nuestros problemas, que no era quién para hacerlo. Siempre la misma rutina. Había acabado un poco cansada de siempre la misma charla. Justo antes de que él pusiera las notas en el tablón estaba rodeado de gente gritando por sus calificaciones. Estúpidos.

- Buenos días señorita Moore.- Intentó colocarse la camisa y el pelo pero no consiguió gran cosa, seguía igual de feo que el primer día de clase. Asentí para que se fuera y me dejara ver mis notas en paz. No me caía muy bien.

Los alumnos iban despejando la pared, algunos felices y otros tristes, como es obvio, no todos iban a aprobar. Me acerqué al tablón esperando lo peor. Busqué mi nombre y, cuando lo encontré, suspiré. Con mi dedo seguí la línea y leí: APROBADO. Saqué una sonrisa y mi móvil para llamar a mi madre. Iba a estar muy orgullosa de mí.

Me aparté de la pared y marqué el número. Mientras esperaba iba al parking a recoger mi coche.

- Hola mamá. He aprobado todo.- Me senté en el coche y cerré la puerta.

- Me alegro mucho hija. Enhorabuena. Te lo mereces.- Podía ver su sonrisa mientras estaba ordenando papeles importantes en su mesa.- Necesito que me hagas un favor.

- Dime.- Las personas pasaban por delante de mi coche. Algunos saludaban y otros no.

- Tienes que ir a recoger a Annette y a por tus análisis de sangre. Yo me voy a tener que quedar un par de horas más, todavía no he hecho ni la mitad de lo que tenía que hacer.- Notaba la angustia en la voz de mi madre.

- Claro mamá. Te quiero mucho. Besitos.

- Enhorabuena hija. Yo también te quiero. Gracias. Besos.- Colgó muy rápido.

Cogí mis gafas de sol y encendí el motor. El colegio de mi hermana pequeña no estaba muy lejos y lo agradecía todos los días que me tocaba recogerla. A Annette le gustaba que fuera a por ella, siempre la invitaba a un helado o algo parecido. Me encantaba comer comida basura, está muy rica.

La radio estaba alta pero a mí me gustaba así y Annette llegaba hasta el coche mucho más rápido. Me gustaban las canciones de varios estilos pero mi favorita es la "música negra". El Blues, Jazz, Rhythm & Blues, Gospel... Era una cosa alucinante que me ponía los pelos de punta. Mi instrumento favorito es el saxofón, es increíble. El Pop también me gusta pero no tanto como aquella música, éste me parecía bastante repetitiva e igual.

Alguien tocó la ventanilla del coche haciendo que parara de cantar. Annette me saludó y entró en el coche. ¿Había llegado tan rápido al colegio? Era casi imposible.

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