Capítulo 14: Me encanta la lluvia y estar contigo.

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Y ahí estábamos él y yo, separados por un suspiro, mirándonos a los ojos esperando a que uno de los dos reaccionara. E hizo algo, pero algo muy inesperado, o al menos para mí. Se acercó completamente y me besó. Sí señores, me besó. Sus labios eran tan suaves como un pétalo de rosa. Podía notar como ambos sonreíamos. Todo era perfecto cuando... todo se desvaneció y volví a la realidad: 

- Tienes algo aquí.- Alzó la mano y me quitó una cosa que tenía en el ojo. ¿Hola? ¿Verdaderamente tenía que acercarse tanto para quitarme una mota del ojo? Y yo que pensaba que iba a hacer otra cosa, me llevé una buena decepción. Pero la suerte nunca ha estado de mi parte. 

- Oh, ¿gracias?- Se separó bruscamente y se acercó al ring, instándome a hacer lo mismo que él. 

Lo más raro de todo fue que, en alguna parte de mi ser, deseaba que me besara.Pero la otra parte de mí me recordaba a Mario y a su perfecta sonrisa. ¿Por qué todo era tan exasperante?

- Empecemos.- Me despertó de mis pensamientos solo para dar puñetazos.

                                                                                                                                                                                        ***

Una hora después, a parte de estar sudada y asquerosa, estaba nerviosa por saber lo que iba a decir la váscula. Esperaba haber adelgazado al menos un par de kilos, me había esforzado mucho.

Me duché en las duchas que había en el gimnasio, me lavé el pelo (no quería que estuviera pegado a mi cara cuando fuera a casa de mis abuelos), me vestí y salí de los vestuarios. Scott llevaba unos pantalones pesqueros y una camiseta azul marino, siempre iba igual de guapo, nunca estaba feo.

- ¿Preparada para pesarte?- Asentí aunque no lo estuviera, quería irme a por Anne e ir a casa de mis abuelitos.- Ven, he preparado una sala para que nadie nos moleste.- ¿Sabía que me daba un poco de vergüenza que me vieran? ¿Cómo? No me conocía tan bien, creo. Me quité los zapatos, subí a la váscula y miré al frente. De reojo, veía a Scott con la cabeza baja. Y, entonces, la máquina del diablo pitó. Bajé y, antes de ver cuanto pesaba, mi entrenador me abrazaba.- ¡HAS ADELGAZADO DOS KILOS! ¡ESTOY TAN ORGULLOSO!

- ¿Dos kilos?- No me lo podía creer, pensé que iba a adelgazar como mucho un kilo. Estaba tan feliz; solo quería chillar, gritar, sonreír y, sobretodo, abrazar a mi mega entrenador personal.

- Pero ahora no nos podemos relajar, no queremos que los vuelvas a coger.- Me sonrió tan tiernamente que quería que mi sueño se hiciera realidad. Besar esa sonrisa. Pero eso no iba a ser posible, él era... digamos, que era de otra categoría.- ¿Quieres que te lleve a casa?- ¿Ya íbamos por esa parte de la conversación?

- Te lo agradecería.- Y, aunque quería contestarle que no, andar no era una opción. El problema era que tendría que oler el aroma de su coche y eso no ayudaba a despejarme para nada de él. Yo necesitaba un mini break, pero nadie me lo concedía.

Me senté en el asiento del copiloto cuando él abrió el coche. Esperé a que Scott me llevara a casa para poder irme ya de la ciudad, no quería perder ni un segundo. Quería darle una gran sorpresa a mis abuelos.

- Joe, Amber, ¿sabes qué este es el mejor trabajo que he tenido?- Le miré interrogativa, ¿a qué venía eso?- Sí, no me mires así. A parte de ayudar a una persona, te he conocido y eso es más que un regalo.- Me sonrojé y bajé la mirada a mi regazo. 

¡Ay mi papelito, si no estuvieras conduciendo! ¿Por qué me hacía esto? No es que sintiera nada por él en aquel entonces pero, no lo iba a negar, que un chico sexy y guapo como lo era él me dijera eso me daban unas ganas tremendas de... 

- Hoy te has lavado el pelo, ¿a dónde vas?- Mi momento tomate había pasado y podía volver a mirarle a la cara. Igualmente, ¿a él que le importaba? No era por ser borde ni nada, solo que me extrañó que me lo preguntara tan directo. 

- A casa de mi abuela.- Y entonces todo fue a peor; paramos en un semáforo en rojo y vimos a una pareja pasar, qué casualidad que era Mary y con una persona (más bien personaje) que no me esperaba encontrar: Mario. Y os preguntaréis ¿qué hace ese hombre tan guapo, inteligente, sensual, amable, simpático... con esa víbora? Y yo os respoderé: NI IDEA. Estoy más sorprendida que vosotros. 

- Ahí va el ...  (insulto) que me ha quitado a mi chica ideal.- Me quedé pálida y me empecé a marear. ¿Realmente me tenía que pasar esto ahora que estaba tan bien? Bajé la ventanilla para que me diera un poco el aire y que el mareo se me pasara. Scott, antes de que se diera cuenta de mi estado, arrancó y dejó de asesinar a la pareja del año, su buen humor se había esfumado y apagó la radio.- Siento que me tengas que ver así de enfadado, es que ese personaje me pone de los nervios.- Solo asentí, no podía articular palabra. 

Me bajé del coche con una pregunta en mente: ¿Por qué? Todas las preguntas sin respuesta que me rondaban la cabeza se resumían en eso. ¿Por qué? Interesante pregunta. 

                                                                                                                                                                                                       ***

La carretera estaba llena de coches, y solo era porque había comenzado a llover; sí, una de esas tormentas de vernaro, ¡súper geniales! Me encantaba que lloviera, me relajaba y a Annie también. La lluvia caía sobre el parabrisas de mi coche formando una dulce melodía que llenaba mis oídos. Estaba muy tranquila, el Jazz sonaba de fondo, Annie estaba casi dormida en el lado del copiloto y  el mal tiempo y la lluvia eran de las cosas que más influía. Los coches no sae movían e íbamos a llegar a la hora que había pensado pero ya no me iba dar marcha atrás; teníamos que visitarles, les echaba de menos y  ellos a nosotros, seguro. 

Después de media hora, Anne se levantó con la coleta deshecha y con una cara de dormida que me reiría de ella. Llevaba una camiseta de tirantes apretada (que no entendía muy bien porqué la llevaba) de color rosa pálido, unos pantalones cortos vaqueros y unas sandalias bastante bonitas. 

- ¿Me vas a contar qué te ha pasado estos días? Has estado muy rara.- Decía mientras frenaba para no darme con el coche que tenía delante de mí.

- Tenía algunos problemas con gente que no merece la pena.- Nunca había visto a mi hermanita poner una cara de asco como la que puso. Queria preguntarle, pero no vi que fuera necesario ya que ella empezó a hablar.- Mike fue con el primer chico que me besé y, a los dos minutos estaba con otra. Delante de mí. Me sentí fatal, había sido una cualquiera. Pero, me ha dicho que él no había querido y todo eso que dicien cuando no saben que decir. Por eso estaba mal, pensé que me había sido una guarra,- dijo bajando la voz- no era ni por ti, ni por mamá... no era por nadie. Solo por Mike. 

- No sé que decir, me has dejado muda.- Y era verdad, mi pobre pequeña había tenido que pensar a¡había hecho algo malo, ella es demasiado inocente.- Lo que más me fastidia es que me lo deberías de haber contado, a lo mejor te podía haber ayudado y lo segundo y más importante de todo es que tú no creas que has hecho algo mal, el que ha tenido la culpa es él. No te merece.- Me metí por la salida, en el que no había atasco (¡por fín se había acabado el sufrimiento!) y, aunque nos quedeara una media hora para llegar, estaba bastante feliz..

- ¿Qué tal hoy la váscula?- No sabía cómo se había enterado de que hoy me había pesado, pero me encantaba que se acordara y de que me preguntara, hacía que acordara de cuando yo iba al colegio y ella me preguntaba sobre mis exámenes. 

- He adelgazado dos kilos. Scott ha conseguido que me los quite de encima y le quiero por eso.

Estuvimos hablando un poco más hasta que llegamos a la casa de mis abuelos. Fue cuando recibí una llamada. 

Con michelines y a lo loco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora