Videollamada 1

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Apenas recibió el mensaje y lo leyó, llegó la notificación para aceptar una video llamada de Kei; sonrió al ver la foto del rubio en la pantalla y no dudó en deslizar su dedos sobre el pequeño ícono verde, rápidamente pudo ver a Shima; recostado en la mesa de lo que parecía ser su escritorio, se lo veía cansado y Shoyo se lamentó haberlo hecho preocupar.

-Lo siento- fue lo primero que dijo el pelirrojo, quien se hallaba en la cama, con mantas sobre su cabeza y el celular en mano intentando enfocar su rostro. Sus ojos rápidamente empezaron a picar y pudo ver como Kei desviaba la mirada y se mordía el labio.

-Yo... de verdad estuve muy preocupado, no respondías los mensajes y realmente no quería ser muy molesto como para llamarte, fue muy duro- pequeños sollozos comenzarob a escucharse y Kei entró en pánico.

-No llores- pidió, más bien rogó. El pequeño pelirrojo se limpió las lágrimas y suspiró temblorosamente.

-P-Pero te hice preocupar tanto, y no solo a ti... todo se desmoronó cuando llegué a casa, sabes, fue realmente horrible- la atención de Kei se centro únicamente en él, se quitó los lentes masajeándose el puente de la nariz.

-Cuando llegaste a tu casa... ella estaba, ¿no es así?- y Shoyo solo pudo asentir con lágrimas cayendo por su rostro.

-¿Quieres hablar de ello?- y los sollozos del más bajo se incrementaron.

-Shoyo... Shoyo, bebé, mírame, ahora estoy contigo; de alguna manera, sabes que puedes contarme lo que sea y no te juzgaré- el pecho del más bajo pareció calentarse con sus palabras y nuevamente suspiró temblorosamente.

-Cuando llegué... había varias cosas tiradas en el piso, floreros, cuadros, pero no veía a mi madre- apenas y susurraba, pero Kei podía oirlo perfectamente en la soledad de su habitación.

-Tenía miedo, pero aún así fui a mi habitación, mi madre estaba allí, sentada en mi cama, tenía la caja de mis ahorros en sus manos y todas las cosas que ya había acomodado para la mudanza estaban destruidas, no me dijo nada Shima, simplemente tomó todo el dinero que tanto trabajo me costó obtener y se encerró en su habitación- y ambos permanecieron en silencio. Kei suspiró, sin saber realmente qué decir.


''Shoyo, la cena está lista, te la traeré aquí, ¿Está bien?''


El pelirrojo asintió y volvió la vista hacia la pantalla.



-Vine a la casa de Kageyama, por eso no pude responderte, estuve contándole a él y su madre lo que pasó, Realmente no sé qué hacer ahora- el de lentes se revolvió el cabello en un gesto nervioso.

-¿Por qué no adelantas tu mudanza?- preguntó tentativamente el rubio.

-Kageyama me dijo lo mismo, no sé, tengo que hablar con senpai y...- un suspiro salió de sus labios.

-Tranquilo, sabes que cuentas conmigo para lo que sea- un atisbo de sonrisa apareció en su rostro.

-Lo sé, de verdad gracias, hoy por la tarde estaba tan bien; hablando contigo y luego todo simplemente se fue a la mierda- Shoyo se sacó las mantas de la cabeza y frustrado se revolvió los cabellos.

-¿Qué piensas hacer ahora? Digo, debes recuperar tu dinero y tus cosas, ¿Ya tienes planeado algo?- preguntó Shima, en ese momento el más bajo se mordió los labios.

-Bueno, con Kageyama planeamos ir a casa y recoger poco a poco mis cosas; me quedaré con él por el momento, su familia no tiene problemas, el sábado hablaré con senpai y veré si el domingo ya puedo empezar a enviar mis cosas- el susurro de Shoyo era casi lastimero, no había querido que las cosas sucedieran de esa manera.




No había querido creer que su madre sería tan egoísta; atándolo a una vida que odiaba, atándolo a recuerdos dolorosos solo por que aún lo culpaba de la muerte de su hermana, como si no tuviera suficiente culpándose él mismo.

Él simplemente quería salir de ese ambiente tóxico, nadie podría culparle por ello. Tenía el apoyo de sus amigos y de quién menos esperó.

Un desconocido que se había hecho muy importante en su vida, que día a día le traía un poquito de felicidad, incontables sonrojos, y un par de ataques al corazón debido a tanta ternura.


-¿Entonces vendrás el sábado a Tokyo?- preguntó en tono sugerente el rubio, rápidamente la tensión pareció disiparse y un atisbo de sonrisa apareció en el rostro de Shoyo.

-Sí, debo hacer algo por la mañana allí- una adorable sonrisa se escapó del pelirrojo y Shima se maravilló.

-¿Puedo esperarte en la estación?- preguntó tímidamente el chico, Shoyo le respondió con una de sus espléndidas sonrisas.

-Esperaba que lo dijeras- murmuró aún sonriendo, el rubio bajó la mirada, podía verse un pequeño rubor en sus mejillas.

-No dijiste que harás en Tokyo- comentó casualmente, intentando cambiar de tema.

-Eso es secreto- respondió en un tono misterioso el pelirrojo.

-Pero si no estás ocupado puedes acompañarme- agregó después.

-De hecho, quiero que lo hagas- el rubor ahora estaba presente en las mejillas de ambos muchachos.

-Lo haré, digo, ése día no tengo nada- y Shoyo sonrió como si ya lo supiera, porque se lo había preguntado a Kuroo, por eso mismo había  elegido el sábado.

-Genial- y entonces permanecieron por un momento en silencio, apreciando los rasgos del otro, simplemente disfrutando de este pequeño acercamiento más. Claro, hasta que Kageyama entró a la habitación, dejando una charola con comida.


'¿Con quién hablas que estás tan sonriente?'

Shoyo dio un pequeño salto antes de sonrojarse y soltar esa risita tan adorable y encantadora que Shima comenzaba a amar.

Y entonces volteó la pantalla del celular, mostrando a un Kei bastante curioso que dio un pequeño saludo con la mano.

-Así que hablas con el chico de lentes- el muchacho que reconoció como Kageyama le dio un pequeño asentemiento como saludo.

-Era obvio que estarías tan feliz si lo ves- y eso fue lo último que dijo antes de recibir una almohada en la cara.

-Cállate idiota, y déjame a solas- podían verse sus rojas orejas y el puchero en sus labios.

-¡JA! Ya me imagino lo que harán a solas- dijo y comenzó a esquivar todo lo que Shoyo comenzó a lanzarle.

-Idiota, vete- gimió el pelirrojo, rascándose la cabeza nerviosamente.

-Ya me voy, ya me voy, ¡hasta pronto chico de lentes!- alzó la voz en la última frase, esperando que el rubio lo escuchara, se oyeron las suaves risas de Kei y el más bajo se estremeció.

-Lo siento, Kageyama es un...-

-Un idiota, ya lo dijiste, dos veces- y ambos estallaron en carcajadas.

-Me alegro que estés mucho mejor- apenas Shoyo observó la imagen de Kei sintió que su corazón saltaba como loco en su pecho.

-Es algo que siempre consigues- confesó el chico, y fue el turno de Kei de sentir el bombeo rápido de su corazón.

-De verdad me alegro por eso- y no volvieron a hablar durante unos segundos más, donde simplemente se dedicaban a mirarse.

-Deberías ir a cenar Shoyo, es tarde y has tenido muchas emociones por un día- habló luego de un rato el chico de lentes. Sonriendo al ver indeciso al otro chico.

-Que te parece si vas a cenar y luego a dormir, a cambio yo te llamaré todas las noches, es un buen trato ¿No te parece?- la sonrisa de Shoyo le había respondido.

-Sí, es un trato genial- respondió.

Hubo otros segundos de silencio y apreciación continúa al otro.

-Gracias, Shima- dijo luego, y ambos supieron que tras ése agradecimiento había mucho más que un acuerdo de verse todas las noches.

- Para eso estoy, bolita- y solo la sonrisa tímida de Kei bastó para para acelerar su corazón y saber que todo estaría bien.

The guy with the tattoosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora