The guy with the tattoos

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-Eres muy fotogénico, ¿Sabías?- una suave voz habló tras él. Y dentro del bullicio de la estación de trenes; de las charlas ruidosas de las demás personas, sonidos de pasos, de teléfonos, trenes; sobre ese montón de sonido oyó esa voz familiar. Y un calorcito se instaló en su pecho y un vértigo lo agarró de repente. Inhaló profundamente algo de aire y un poco de valor extra antes de girar y encontrarse con el par más bonito de ojos caramelos, la sonrisa más hermosa. La persona más maravillosa.

-Hola- le dijo, sonrió suavemente y la mirada de Shoyo brilló aún más a cambio. Se miraron por algunos segundos más, en silencio, a unas pocas pulgadas del otro. Fue entonces cuando el más bajo enterró su rostro en el amplio pecho del rubio. Pequeños y firmes brazos rodearon la cintura de Kei y éste a su vez rodeó sus hombros.

-Mierda, estoy tan feliz que da asco- murmuró el rubio. La risita hermosa y preociosa de Shoyo resonó en su pecho y el más alto también sonrió.

-Ternura nivel Shima- dijo el pelirrojo, separando un poco su rostro del pecho del otro chico para mirar hacia arriba.

-Eres demasiado alto- hizo un puchero.

-Tal vez solo tú eres demasiado bajo- respondió a su vez el de lentes, el puchero de Shoyo se intensificó y Kei le regaló una sonrisa torcida.

-Vamos, creo que tenemos un local que visitar, ¿No?- la sonrisa del pequeño pelirrojo resplandeció y antes de que ninguno se diera cuenta; se habían tomado de las manos, una acción tan natural que no fue hasta que estuvieron a mitad de camino que lo notaron. Sonrojados hasta las orejas ambos apartaron la mirada; mas sus manos continuaron juntas, es más, entrelazaron los dedos y sonrieron observando el paisaje de la ciudad.

-Esta es la foto que te tomé, ya la he subido, sales muy guapo- Shoyo le mostró el celular al más alto, quién jadeó asombrado.

-¿Cuándo la has tomado?- preguntó sorprendido, aún mirando la fotografía.

-Cuando me buscabas entre la multitud en la estación- soltó una risita. Kei sonrió, apenas negando con la cabeza. Realmente no se sorprendía.

-¿Ya has decidido el diseño de tu tatuaje?- preguntó el más alto, increíblemente los nervios que sintió momentos antes de su llegada habían desaparecido, sin embargo el vértigo y la sensación cálida permanecían. Su pregunta había sido el inicio de una interminable charla acerca de diseños, tatuajes y estilos que más le gustaban al pelirrojo. En un principio, Kei creyó que sería difícil hablar con él. Vamos, que no es lo mismo hablar por mensajes o llamadas que en persona, pero realmente la conversación fluía sin parar y sin proponérselo realmente comenzaron a hablar de otros temas. De la Universidad de Kei, del senpai de Shoyo, de sus planes para recuperar su dinero (ese tema con muchos aportes no muy legales por parte del rubio), y entonces llegaron al local de Kuroo-San.

Si Kei vio a Kenma y a Kuroo observándolos desde detrás de una cortina en una de las ventanas cuando aún no entraban, no dijo nada, quería retrasar lo más posible esas presentaciones. Muchas gracias.

Pero el universo siempre quería joderle la vida al rubio, por que Shoyo aún tomándolo de la mano lo estiró dentro del local, donde unos muy ansiosos dueños y artistas los esperaban.

-¡Hey Hey Hey! Bienvenido Chibi-Chan- Bokuto había gritado en vez de saludarlos como una persona decente.

-Oya Oya, miren esas manos unidas- Kuroo fue el siguiente. Kenma realmente no habló, solo empezó a tomar fotografías y Akaashi, bueno, él fue casi decente; los saludó pero con una sonrisita que lo delataba.