Capítulo 3

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A pesar de lo mucho que Dani echaba de menos salir de botellón con Angie, y de lo feliz que estaba de volver a verla tras varios meses separados, no se encontraba a gusto bebiendo en esa calle que desconocía a esas alturas de la noche. El problema no era el haber viajado durante horas en tren desde la ciudad, ni tampoco la humedad del ambiente o el sabor de la bebida. Después de la muerte de Álex, ese tipo de salidas le parecían insufribles, había dejado de ser el más ruidoso del grupo para convertirse en un ente taciturno.

Desde su lugar, Dani era capaz de ver lo mucho que Angie se divertía y reía con un muchacho al que no conocía. Ella estaba tal y como la recordaba, con la misma vivacidad y locura que les hacía imaginar lo lejos que podrían llegar con tal de explotar sus vidas al máximo y acumular una serie de experiencias desastrosas. Dani observó con desdén a la nueva amiga de Angie. Clara tampoco se encontraba cómoda, ya que no era el ambiente que solía frecuentar. De hecho, era la primera vez que iba a un botellón.

Si ella aceptó ir fue por tres razones:

1. Era el botellón de su hermanastra.

2. Angie insistió, puesto que estaba entusiasmada de recibir a un amigo que venía a verla desde la ciudad.

3. Quería saber cómo se sentía ser parte de un evento así.

La realidad era que Clara no conocía a la mayoría de los asistentes, se limitó a beber vodka con Coca cola, y a permanecer en silencio hasta que a los demás se les ocurriera marcharse.

Tanto Dani como Clara contemplaban a Angie junto a ese muchacho de cabello rizado, estaban pegados el uno al otro y lanzándose miradas coquetas. El joven tenía por nombre Raúl y el gran problema con él no era que no estudiara en el mismo instituto que ellas, era el hecho de que Angie lo conoció por una aplicación y se emborrachó para poder estar con él. Cualquier cosa que hiciera la joven durante esa noche, sería realizada bajo tres niveles de juicio y con el riesgo de arrepentirse por ello a la mañana siguiente.

La mirada que tenía Clara le hacía confirmar a Dani que no era el único que desaprobaba las acciones de Angie. Además, era innegable el leve parecido entre Álex y Raúl. El cabello dorado, la mirada adormilada y la misma nariz respingona. Las diferencias más marcadas estaban en el peinado —Raúl lo llevaba corto y su mejor amigo siempre dejaba caer varios mechones sobre su rostro—, y en el color de los ojos; el extraño los tenía marrones y los de Álex eran de un azul intenso.

Entretanto, Angie y Raúl conversaban sobre incoherencias al tiempo que bebían. Ella tenía un cigarro entre los dedos y se lo acercó a su acompañante para que también pudiera fumar. La joven se sentía de nuevo en el pasado, como esas noches que cada vez veía más lejanas, en las que ella y su exnovio compartían un porro y bebían de una botella de vodka como si fuera agua.

Raúl le puso las manos sobre la cintura y ella, por instinto, las colocó en sus hombros. Ambos comenzaron a acortar la distancia, haciendo que sus labios se unieran en un beso urgente y lascivo. Dani no sabía si impedir que ambos avanzaran y sintió que algo se removía en su interior. No lo consideraba una traición, solo que, si Angie hubiese hecho eso mismo con cualquier muchacho y bajo circunstancias distintas, las cosas no serían así.

Dani se hallaba tan sumergido en sus reflexiones que no se percató del momento en el que la pareja se acercó a él.

—¿Podrías acompañarme al coche? Necesito la mochila —le pidió Angie.

Él miró a su amiga con atención y por momentos le resultó una desconocida. Llevaba los ojos maquillados con sombra oscura y el cabello liso. Vestía con una camisa de cuadros amarrada a la cintura, una blusa morada de tirantes, falda corta y medias de red. En todo el conjunto había una única prenda que gritaba que todavía se trataba de la Angie que conocía: las botas militares que Álex le regaló hacía un año.

Entre estrellas muertas y conspiraciones | Resubiendo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora